Ben Wheatley ha presentado hoy High-Rise en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, donde le han acompañado los actores Luke Evans (Dracula Untold, 2014), Tom Hiddleston (más conocido como Loki en el Universo Marvel) y Sienna Miller (Stardust, Foxcatcher). El director británico adapta el universo enfermizo de la novela de J.G Ballard a la gran pantalla.
High-Rise esconde la historia del profesor Laing, un ciudadano de clase media-alta que desea desaparecer del mundo y vivir en paz, por lo que envía una solicitud para formar parte de un exclusivo vecindario que vive a las afueras de la ciudad. El edificio en el que viven consta de 40 plantas, en las que se encuentran viviendas de auténtico lujo, gimnasios, piscinas, jardines e incluso supermercados. Sin embargo, para la desgracia del protagonista, no hay ni un solo vecino cuerdo y su descanso es inexistente. Conforme va conociendo a los vecinos, se da cuenta de que cada uno de ellos huye de algo: algunos de su mujer, otros de sus hijos, y otros incluso huyen de ellos mismos. Este lugar está lleno de surrealismo, lujuria, odio, envidia y un sin fin de adjetivos que probablemente se quedarían cortos.
Fotografías por Cristina Martínez Recio
La jerarquía del edificio es cuanto menos interesante. En el piso 40 vive “El arquitecto”, al que podríamos considerar el Dios y creador de la unidad. Los pisos inferiores corresponden a la clase más baja, y a medida que vamos acercándonos al último, la soberbia y la riqueza de los vecinos incrementa considerablemente. El caos estalla cuando los pisos inferiores comienzan a quedarse sin luz a raíz de las lujosas fiestas que tienen lugar en los pisos de arriba. Una guerra dentro del edificio comienza y lo único que importa es sobrevivir, pase lo que pase. Esta nebulosa de sensaciones te lleva a amar u odiar la película. No existe término medio, o la asimilas y disfrutas o te escandalizas y la detestas. Y a mí me ha encantado.
Creo que únicamente he visto una locura similar a esta una vez en mi vida en una sala de cine, y fue hace escasos meses con «Mad Max: Furia en la carretera (George Miller, 2015)». Cuando la guerra entre clases estalla, es como si transportáramos la última película de Miller dentro de un edificio y la dejamos explotar y destruir todo a su paso. High-Rise es extremadamente entretenida en sus dos horas de metraje arrollador, con mucha violencia y quizá demasiadas escenas de sexo innecesario, sobre todo al final. Una propuesta bien encaminada pero que brillaría más con media hora menos de esa locura que resulta irrelevante al no aportar nada nuevo a lo visto anteriormente. Por otro lado, una de las cosas más destacables es sin duda la dirección artística, cuya labor es impresionante. A su vez, me quedo con las actuaciones de Luke Evans (probablemente su mejor papel hasta la fecha), Tom Hiddleston y Sienna Miller, los disparatados personajes que mantienen viva esta locura en las alturas.
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