Reportajes

Cuando los jóvenes se beben la vida

Miles de menores salen a la calle cada de fin de semana, y la diversión comienza con grandes dosis de alcohol. Ello se incrementa durante los Pilares. ¿Qué riesgos supone el consumo desmedido a temprana edad?

Texto y fotos: Rebeca Oliva Aznar

alcochol11 de octubre. Cae la noche en Zaragoza. La música y el jolgorio avivan las calles. Las fiestas en honor a la Virgen del Pilar acaban de empezar. Muchos jóvenes se iniciarán en el mundo de la noche. Y el alcohol será la pócima de un ritual que los puede llevar a un consumo desmedido. Y de allí, al coma etílico, a la ambulancia, a urgencias… Y a un círculo vicioso que les puede acarrear graves consecuencias en todos los ámbitos de su vida: ansiedad, hostilidad, obsesión, sensibilidad interpersonal, psicoticismo, somatización, depresión, fobia e ideación paranoide.  Es lo que se desprende de un reciente estudio publicado en la revista científica Psicothema, y llevado a cabo por la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y la Universidad de Santiago de Compostela. Dragón Digital ha visitado los principales espacios de celebración de los Pilares (Parking Norte, Valdespartera y la ribera) para comprobar el abuso en el consumo de alcohol en adolescentes maños. ¿Qué opinan los expertos?

Una droga aceptada

El alcohol, a pesar de estar socialmente bien visto, no deja de tratarse de una droga. Una droga que puede considerarse como la más consumida entre los españoles. Incluso entre los adolescentes. Según el estudio “Actividad prefrontal y alcoholismo de fin de semana en jóvenes”,  la media de edad de iniciación se encuentra en los 14 años. Los chavales tienen fácil acceso a toda clase de combinaciones alcohólicas, dignas de un barman. Así mismo, un 40% de los jóvenes que comienza a beber a estas edades desarrollará dependencia. Además, el alcohol se consume socialmente, con amigos. El problema viene cuando ese consumo se convierte en una práctica habitual, con unas rutinas que, aparentemente, no son adictivas, pero que los expertos describen como claros indicadores de alcoholismo. Por ejemplo, conductas más agresivas, falta de concentración o fracaso escolar, entre otros.

 

Según el estudio “Perfil de los jóvenes

que practican el botellón” tan solo un 3%

opta por la cerveza mientras que un 86%

prefiere los combinados .

La Universidad de Minho (Portugal) y el Centro de Tecnología Biomédica de Madrid han demostrado, mediante la investigación “Actividad pre-frontal y alcoholismo de fin de semana en jóvenes”, que las borracheras de los jóvenes, aunque se produzcan de forma ocasional, tienen graves consecuencias en el funcionamiento de los circuitos cerebrales. Sus autores, Luis Miguel García-Moreno, Claudia Sanhueza, Mª Teresa Angulo y Santiago Expósito sostienen que el consumo habitual provoca deterioros neurocognitivos, más conocidos como demencia, y neuroconductuales, es decir, trastornos de conducta, similares a los síntomas que poseen los bebedores crónicos.

Las principales localizaciones donde se acumulan los conocidos macro-botellones se sitúan en el Parking Norte, Valdespartera y la ribera. La media de edad más baja se encuentra en la ribera y la más alta en Valdespartera. A pesar de todas las medidas tomadas por parte del Ayuntamiento de Zaragoza para evitar el desmedido consumo de alcohol en los jóvenes, las escenas de chavales cargados de botellas de gran tamaño se repite todos los años, y cada fin de semana.

Parking Norte

Cientos de policías vigilan a las masas. Un grupo de jóvenes cargados con bolsas de supermercado tratan de hacerse hueco entre la muchedumbre que hace botellón a las puertas del recinto. En todos los grupos se repite la misma escena: chavales  de entre catorce y diecisiete años charlan animadamente mientras dan sorbos a sus cubatas.

David, un policía de la zona que prefiere no dar su nombre real, nos advierte que esta noche centenares de menores ingresarán en urgencias con un coma etílico. «Se repite cada noche durante los Pilares. Enviamos a los chavales al hospital directamente, puesto que muchos van sin documentación y no sabemos ni cómo se llaman. Cuando se les pasa el “pedo” nos dan su información y contactamos con los padres. Mientras tanto, los padres no se enteran de lo que les está pasando a sus hijos. Los amigos no ayudan nada, muchos dejan solos al joven con el coma y otros, cuando llegamos, se están riendo y disfrutando de la situación. Todos van muy borrachos».

Según el estudio “Perfil de los jóvenes que practican botellón” revela que un 68% de los asistentes a los botellones lo realizan al menos un día a la semana y, como consecuencia, cuatro al mes.

Andrea y Ana, nombres ficticios de dos menores entrevistados para este reportaje, están sentadas en corro junto al resto de sus amigas, rodeadas de una gran variedad de botellas de alcohol. Ambas tienen 17 años y planean acceder más tarde al recinto del Parking Norte. Son los primeros Pilares de Andrea, quien ha viajado desde Barcelona para visitar a sus compañeras y disfrutar de la semana de fiestas. «Soy consciente de que soy menor y no debería estar bebiendo, pero la fiesta no es igual si no bebes, además he venido desde lejos y voy a aprovechar al máximo todos los días», sostiene, mientras da pequeños sorbos a su cubata.

Por otra parte, Ana  explica que existen controles para evitar la venta a los menores, sin embargo, los jóvenes los suelen eludir: «Hemos intentado pedir un cubata dentro de las carpas, pero te piden el DNI. Si no eres mayor de edad, no te sirven ni una copa. La solución es beber aquí, a la entrada, como hace la gran mayoría de gente», afirma.

Muchos padres consienten que sus hijos beban alcohol, como un mal menor para evitar otros problemas con los menores. Ana afirma que los suyos «prefieren que esté aquí, en el Parking Norte, y con mis amigas, antes que por una calle del centro. Además, saben que somos responsables». Dragón Digital puedo observar que cada chaval tenía una botella de alcohol, y varias de alto contenido etílico, como whisky, vodka y ron, que mezclan con bebidas gaseosas.

A la pregunta a Andrea y Ana de si han intentado acceder al recinto de adultos del Parking Norte, responden rotundamente que no. «El otro día una amiga mía quiso entrar y le pillaron. Los guardias de seguridad le confiscaron el DNI y no se lo devolvieron hasta el día siguiente, cuando fueron a buscarlo sus padres», narra Andrea.

Pérdida de memoria y de capacidades cognitivas

El estudio “Actividad pre-frontal y alcoholismo de fin de semana en jóvenes” muestra que los jóvenes que consumen alcohol asiduamente poseen una capacidad de retención y de memoria menor, lo que conlleva que no podrán almacenar debidamente conocimientos y evocarlos más tarde. Es decir, su capacidad para estudiar y retener lo aprendido, se verá mermada por el alcohol. El estudio también concluye que estos jóvenes tienen un peor rendimiento escolar y académico, respecto a quienes no consumen alcohol.

La investigación determina, asimismo, que se presenta un deterioro en las funciones cognitivas, tanto en adultos como en menores. Sin embargo, agrega el trabajo científico, en personas cuyo cerebro se encuentra todavía en desarrollo acarrea unas consecuencias fatídicas, puesto que se trata de un cerebro más vulnerable y sensible respecto al cerebro de los adultos.

Una de las medidas que ha decidido poner en marcha el ayuntamiento de Murcia para evitar tales consecuencias ha sido la edición de una guía bajo el título “¿Qué pasa con el coma etílico? Guía de prevención de consumo excesivo de alcohol” en la que se exponen que algunas de las consecuencias más graves son las crisis convulsivas, la hipotermia y, en el peor de los casos, la muerte. La guía cuenta con la colaboración del doctor Guillermo Quesada y la doctora María Victoria de la Torre, ambos pertenecientes a centros médicos de Murcia y se distribuirá en centros educativos y hospitales.

«Si cabe más alcohol, mejor»

Santiago es el nombre ficticio de otro menor entrevistado por Dragón Digital, y que también ha acudido a Parking Norte con su grupo de amigos. Todavía tiene 17 años, pero lleva consigo una botella de más de dos litros de Sprite cargada de vodka con limón. «Compro este formato porque así me cabe más alcohol», afirma orgulloso.

«El alcohol me lo compra un amigo mayor de edad. A veces, incluso, me lo venden a mí directamente sin pedirme el DNI [su corpulencia le hace aparentar mayor edad] », sostiene Santiago. Él ha salido todas las noches y continúa con la marcha hasta el amanecer. “Permanecemos hasta que cierran el recinto, y solo entonces nos vamos a desayunar huevos fritos y chorizo en el chino de camino a casa. Mañana, por ejemplo, no vuelvo a casa hasta las cinco de la tarde, me voy a las vaquillas después de desayunar», dice.

Santiago posee un bono especial de menores para el Parking Norte, de esta forma puede acceder todas las noches durante las fiestas. El precio de este pase es de 50€, al igual que el pase para adultos. Sin embargo, a pesar de las medidas tomadas para evitar el consumo de alcohol en menores, Santiago afirma que ha conseguido acceder sin problema al recinto de adultos en dos ocasiones. «Los organizadores van muy rápido a la hora de comprobar las entradas porque se acumula mucha gente en las puertas. Con las prisas mis amigos y yo hemos conseguido entrar a la carpa de mayores. Tenemos intención de continuar probando suerte», asegura Santiago.

La ribera

Pequeños grupos de menores comienzan a reunirse en Helios a partir de las siete de la tarde. El número se ha reducido considerablemente respecto a años anteriores.

A pesar de que no haya un recinto específico, se trata del lugar donde se concentra un mayor número de menores consumiendo alcohol desde tempranas horas de la tarde. Apenas son las siete de la tarde y diferentes grupos de chavales de entre 13 y 16 años se dispersan a la orilla del río Ebro para ver caer la tarde con sus botellas de alcohol.

El estudio realizado por la Universidad Complutense de Madrid y la Universidad de Santiago de Compostela (publicado en la revista científica Psicothema) expone las consecuencias de consumir alcohol desde muy temprana edad: una gran posibilidad de sufrir desórdenes mentales, alteraciones psicológicas, dolores musculares, alteraciones respiratorias y desórdenes gastrointestinales. Todas estas dolencias comenzarán en los chavales con 16 años.

Existe una diferencia de las consecuencias entre hombres y mujeres, siendo ellas las que mostraron mayores signos de ansiedad o depresión y ellos quienes presentaron síntomas propios del psicoticismo (agresividad, egoísmo e irresponsabilidad).

 

La corpulencia de algunos jóvenes

les permiten aparentar la mayoría de edad

por lo que tienen libre acceso al alcohol en bares

y supermercados que no solicitan el DNI

Durante los últimos años el Ayuntamiento de Zaragoza ha realizado diversas actividades en la ribera con el objetivo de evitar los macro-botellones. Este año ha sido el turno de la Carpa del Ternasco, antes situada en la plaza de Los Sitios. Esta medida ha conseguido reducir considerablemente el número de jóvenes que realizaban botellones a orillas del Ebro, sin embargo, no ha logrado hacerlo desaparecer completamente. «Tengo miedo de que mis padres estén por la carpa y me vean aquí bebiendo. Ellos creen que estoy dando una vuelta por el centro», confiesa María, de nombre ficticio, ataviada con el disfraz típico de Pilares: gafas con forma de corazón, peto, sudadera y una corona rosa que emite luces de colores.

Laura Garrido, tiene 14 años y bajo este nombre ficticio nos cuenta su experiencia. Ha salido de fiesta todos los días hasta las tres de la madrugada. Ni siquiera tener clases al día siguiente le ha podido parar. Comienza a beber en esta zona, vodka con limón, y más tarde se traslada con su grupo a la Plaza del Pilar para disfrutar de los conciertos. Laura ha acudido al Parking Norte con la entrada de menores las dos últimas noches. «Yo no he probado a entrar en el recinto de adultos porque creo que no aparento ser mayor de edad, pero algunos amigos lo han intentado y lo han conseguido», comenta Laura. Ella, al igual que otros menores, también hace de las suyas para salir de fiesta: «El otro día me escapé de casa con una amiga. Mi madre no me dejaba salir hasta tarde porque tenía instituto al día siguiente así que le dije que me iba con mi grupo de clase a cenar a un restaurante y tardaría en volver porque la cena se alargaría. En realidad nos fuimos mi amiga y yo a beber a la ribera. Después acudimos a un concierto a la plaza del Pilar», narra Laura.

Valdespartera

Apenas se encuentran menores en los alrededores e instalaciones de Interpeñas, sin embargo, el número de personas que acude a los macro-botellones es muy elevado.

El silencio inunda la zona residencial de Valdespartera la mayor parte del año. Apenas se encuentran viandantes que paseen por sus calles. Tranquilidad. Vacío. El contraste se hace patente cuando llegan Pilares. Ruido. Música. Gritos. Los vecinos soportarán noche tras noche el constante traqueteo de las ferias, la música y los botellones hasta que finalicen las fiestas y todo regrese a su tranquilidad habitual.

El botellón se practica cerca de las casas de los vecinos de la zona, lo cual puede ocasionar problemas de ruido y malestar en los residentes. Pero ¿cuándo comenzó esta práctica de beber en la calle?

Según el estudio “Perfil de los jóvenes que practican el botellón” realizado por profesores, catedráticos y doctores integrantes de la Universidad de Huelva, los inicios del botellón pueden situarse en la década de los años ochenta en España, cuando tiene lugar la cultura de la “litrona”. En ellos, los jóvenes consumían alcohol y otras sustancias en parques y calles, pero con el paso de los años,  se ha producido un cambio en los modelos de consumo de alcohol. El modelo Español ha adoptado la tendencia  anglosajona caracterizada por el consumo de bebidas alcohólicas de alta graduación y en cantidades abusivas.

Según el estudio “El consumo de alcohol en la lógica del botellón”, al menos el 40% de la población de entre 14 y 24 años han acudido alguna vez a un botellón. El bajo precio de las bebidas, la temprana hora de cierre de los locales o la restricción de edad son algunos de los argumentos que utilizan aquellos que lo realizan para justificar su práctica. Así mismo, el estudio refleja que junto al botellón se consumen otro tipo de sustancias como drogas, entre el 37% y 51% cannabis y entre el 2% y el 13% cocaína.

Según el Boletín Oficial del Estado el botellón resulta ilegal cuando se obstruye la vía pública, cuando se genera ruido que moleste a los vecinos o cuando se deja suciedad en la zona. Las multas en Zaragoza por estas infracciones ascienden a 250€ pudiendo descontar 50€ si se realizan dos horas de trabajos sociales. Esta cantidad ha sido considerablemente reducida puesto que hasta hace unos años la multa podía ascender hasta 1.500€. En Madrid el botellón está penado con 500€ y en Barcelona con 30€ pudiendo ascender hasta 100€ en función de la gravedad de las acciones.

En Zaragoza, la gran mayoría de menores prefiere prescindir de Interpeñas a la hora de salir de fiesta. Los menores tienen el acceso prohibido, a no ser que vayan acompañados de un padre, madre o tutor legal o, en su defecto, dispongan de un documento (descargable en la web) que acredite el permiso de asistencia.

Sin embargo, la realidad demuestra que el abuso de alcohol va en aumento y que ello acarrea graves consecuencias. Ojalá no sea demasiado tarde, y que, después de la resaca, no caigan en la cuenta de que se han bebido una parte esencial de sus vidas.

 

Acerca del autor

Jorge M. Rodriguez

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