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La renta básica: una utopía posible

La Renta Básica de la Ciudadanía ha sido uno de los temas que más controversia y debate público ha generado durante estos últimos meses en España. La inclusión de esta propuesta en el programa electoral presentado por Podemos para las elecciones europeas de 2014 (y su posterior desaparición en su propuesta socialdemócrata «Un proyecto económico para la gente”) han llevado a la primera plana de la actualidad un debate presente desde hace varias décadas en diversos colectivos y entidades de todo el espectro ideológico. Pero… ¿Qué es la Renta Básica?

La organización Red Renta Básica, sección española de la Red Global de Renta Básica (BIEN), define a la misma como “un ingreso pagado por el Estado, como derecho de ciudadanía, a cada miembro de pleno derecho o residente de la sociedad incluso si no quiere trabajar de forma remunerada, sin tomar en consideración si es rico o pobre o, dicho de otra forma, independientemente de cuáles puedan ser las otras posibles fuentes de renta, y sin importar con quien conviva”. Esta definición ya nos da varias pistas para delimitar el concepto. En primer lugar esta nos señala su carácter dinerario, ya que es un ingreso que el Estado otorga directamente a la persona. Otro hecho fundamental es su carácter universal. Esto significa que toda persona, por su propia condición de ciudadano, tiene derecho a cobrar este ingreso, más allá de sus condiciones económicas o laborales. También la definición destaca su incondicionalidad (no se pide a los ciudadanos contraprestación alguna por recibir dicha renta básica) y suficiencia (es algo que garantiza la supervivencia mínima de las personas).

Es fundamental delimitar que la Renta Básica no es un subsidio como la actual Renta Mínima de Inversión. Este término ha sido confundido en multitud de ocasiones ya que en numerosas comunidades autónomas han llamado a sus Rentas Mínimas de tal forma. La RB se diferencia de este tipo de subsidios en que estos últimos no suelen ser suficientes para la supervivencia (salvo en el caso de la Comunidad Autónoma Vasca y Navarra que suelen ser inferiores a los 425 euros mensuales) y no son incondicionales, pues para su concesión exige el cumplimento de una serie de condiciones como el empadronamiento en una Comunidad Autónoma, cierta antigüedad, carecer de recursos económicos suficientes para las necesidades básicas de la vida, haber solicitado ya todas las ayudas o integrarse en los planes de inserción laboral, orientación y formación que proponga la Comunidad Autónoma. Tal y como explicaban los miembros del Observatorio Metropolitano Isidro López y Emmanuel Rodríguez en un artículo en Público sobre la mutación en materia económica de Podemos, “la Renta Básica tiene la voluntad de orientar los viejos asuntos de la igualdad social en términos de un cambio radical del modelo productivo y de la economía política de la financiarización. En el programa de Navarro y Torres, se apuesta por el empleo. De hecho, la RB desaparece de escena para convertirse en un dinerillo que se da a los pobres”.

Motivos para una renta básica

El profesor Daniel Raventós argumenta que “quien no tiene garantizada la existencia material no tiene libertad y que las personas tengan asegurada la existencia material es condición sine qua non para vivir en libertad”. ¿Tienen los españoles a finales de 2014 garantizada su existencia material? Expongamos una serie de datos: el 20,4% de los españoles está en riesgo de exclusión social según el INE (si utilizamos el indicador de exclusión social europeo, este se eleva al 27,4%). El 12,5% de las personas ocupadas (aquellas que tienen un trabajo) viven debajo del umbral de la pobreza según un estudio de La Fundación Primero de Mayo. Los españoles trabajan 280 horas más al año que los alemanes. Según el IEE, las empresas se ahorran 70.000 empleos con las horas extra impagadas según el INE. Según el INEM, en el mes de noviembre de 2014 más del 40% de los parados no recibía ningún tipo de prestación. El pasado mes de diciembre el Gobierno amplió la prestación a parados de larga duración a 426 euros; una cantidad que, objetivamente, no garantiza el sustento mínimo de una persona. En Comunidades como Aragón existen listas de espera de ocho meses (renovación) y 10 meses (si se trata de un expediente nuevo) para acceder al Ingreso Aragonés de Inserción. Cáritas atiende ya a más de dos millones y medio de personas. España es el segundo país más desigual de la Unión Europea, solo superado por Letonia. Un estudio elaborado por la investigadora Amparo González Ferrer para la Fundación Alternativas calcula en más de 700.000 los españoles emigrados desde el inicio de la crisis.

La cuestión del empleo es especialmente sangrante. La gran mayoría de los subsidios están enfocados a la presencia o ausencia del mismo en un país que, en la época en la que la economía iba a toda mecha, tenía dificultades para bajar del 10% de paro. La tasa de paro juvenil supera el 50% y las condiciones laborales que estos sufren son tan ínfimas y muestran un empleo de tan baja calidad que ha hecho que muchos denominen a la nueva generación “El precariado”. El sistema fuerza a sus ciudadanos a aceptar empleos pésimos que en ocasiones no garantizan su supervivencia.

¿Qué muestra todo esto? Vivimos en un sistema fallido, pues además de ser incapaz de garantizar los medios para la supervivencia de una parte importante de sus ciudadanos, en muchas ocasiones les obliga a escoger trabajos que detestan por simple supervivencia. La RB, además de garantizar el bienestar material de todos los ciudadanos, les da armas para la realización de un proyecto personal (yo no estoy obligado a aceptar un trabajo miserable si no quiero) y un mayor poder de negociación salarial.

Y la Renta básica, ¿cómo se financia?

Existen multitud de teorías sobre cómo financiar dicha propuesta. Desde las que proponen una renta básica financiada gracias a la supresión de la educación y sanidad pública hasta las que directamente proponen “ir a por los ricos”. Básicamente, las teorías sobre la financiación de esta medida están sustentadas en dos patas: el fuerte aumento de la presión fiscal y el adelgazamiento del Estado hasta convertirlo en un estado mínimo. La universalidad de la renta básica implicaría la desaparición de todo subsidio diferente a esta (prestaciones por desempleo, pensiones, becas, cheques escolares…). Esto conllevaría una desaparición casi completa de la burocracia estatal encargada de gestionarlos con el consiguiente cierre de oficinas y adelgazamiento de la plantilla funcionarial. Por lo tanto, el Estado se convierte en un Estado mínimo que solo gastaría para la renta básica. El menor papel del estado incentivaría la economía privada gracias a la desregularización de la economía: Se eliminarían los salarios mínimos y los ciudadanos contratarían en mayor medida seguros privados de pensiones o por desempleo (los trabajadores no cotizarían mes a mes para sufragar su futura pensión) y este hecho aumentaría los impuestos al trabajo y al capital.

Una propuesta concreta sobre la financiación de la RB es la de los economistas Lluís Torrens, Daniel Raventós y Jordi Arcarons. En ella, aplicada solamente a Cataluña y a la que le da una asignación de 7.968 euros a cada persona mayor de edad al año (y 1.594 para los menores de edad) elimina todo subsidio distinto a la Renta Básica pero no toca ni sanidad ni educación pública. La base de la financiación de esta propuesta además del ahorro de las prestaciones suprimidas en virtud de la RB consiste en una reforma del IRPF en la que se eliminen los beneficios fiscales regresivos (el que más gana, paga menos) y exista un tipo impositivo único cercano al 50%. Estos economistas calculan que con su reforma, alrededor de un 70 u 80% de la población saldría ganando frente al 10 o 15% que perdería con la reforma presupuestaria. Además, el coeficiente de Gini (indicador que mide el grado de desigualdad de un país) pasaría a niveles similares a los de Noruega (los más bajos del mundo).

Otra propuesta relativamente diferente es la de la Renta Básica de las Iguales (RBis) propuesta por el economista José Iglesias Fernández. Este propone dividir la asignación de la Renta Básica en dos fondos. Uno que consta del 80% de la asignación iría a pasar directamente a la persona y otro, con el 20% restante, para la creación de un Fondo de Renta Básica que, según afirma este autor, “serviría para recuperar aquellos bienes de índole y uso comunitario, tales como la educación, la sanidad, la vivienda, el transporte, los espacios públicos y el medio ambiente, las actividades culturales, el agua y otras energías, etc.”. Esta está enfocada a una reducción paulatina de la asignación en mano y un crecimiento sostenible de este Fondo de Renta Básica o, lo que es lo mismo, una redistribución paulatina de la riqueza en virtud del común.

Sus impulsores (entre los que se encuentran el citado profesor y la coordinadora Baladre, centrada en la lucha contra la precariedad) calculan que tendrían que utilizar la mitad del PIB para financiar esta Renta Básica de las Iguales. Para su financiación elaboran el siguiente modelo:

– Un 20% del PIB Recursos fiscales progresivos: IRPF 4% + 4 % Sociedades + 2% Patrimonio y herencia + 4%; de las cuotas a la Seguridad Social, un 4% + 6% en base a la Evasión Fiscal

– Un 22% del PIB saldría de la reasignación del gasto público: En esto cuantifica las subvenciones y ayudas a empresas, ayudas a las iglesias y las ONG, gasto en defensa y seguridad ciudadana, y de la reestructuración del Estado de bienestar.

– Un 8% del PIB saldría de nuevos recursos fiscales: 5% de la economía sumergida y 3 % de la Tasa Tobin.

En realidad, esta alternativa es la más rupturista y radical de las expuestas a cerca de la RB e implicaría un cambio en los modelos de producción capitalistas y cambios sustantivos en la renta, la propiedad y la empresa para su ejecución

Críticas al sistema de renta básica

Como tema candente y de fuerte cariz subversivo, la renta básica ha encontrado multitud de críticos que han intentado demostrar su inviabilidad. Los más acérrimos detractores de esta medida han sido los economistas liberales, siempre reacios a aceptar cualquier medida que implique la regulación estatal de la economía y la redistribución de la renta. En España, la crítica liberal a la RB es comandada por el economista liberal Juan Ramón Rallo, quien afirma que el término universal (entendido como que todo ciudadano recibiría el mismo importe) nunca se llegaría a cumplir de forma real. Para poder abonar la RB a la población de un país sería necesario subir los impuestos y, por lo tanto, los ciudadanos con más poder adquisitivo perderían ese plus en pagos tributarios. Así pues, una parte de la población se lucraría y otros no, por lo que deja de ser universal.

Además, asegura que la RB tendría como consecuencia un efecto desincentivador en los trabajadores. Razona que un aumento tan grande de los impuestos generaría, en última instancia, que el trabajador no se sintiera incentivado para la búsqueda y el desarrollo un oficio, más si cabe si este no contribuye a la realización personal.

Paradójicamente, el padre del neoliberalismo y acérrimo defensor del libre mercado, Milton Friedman, defendía una cosa similar a la RB, a la que el llamo “impuesto negativo sobre la renta”. Este garantizaría una paga mucho más escasa para los que menos tienen (financiada por los que más tienen) pero que podría ser complementaria a un “infraempleo”. Vemos como, en este caso, seguimos teniendo el mismo problema de la indefinición de universal, pues sería apto solo para determinadas personas.

La alternativa del trabajo garantizado

Desde posiciones progresistas y anticapitalistas también se ha sido muy crítico con la RB. En la propia propuesta socialdemócrata de Podemos se sustituye la RB por un programa que combina un aumento en el salario mínimo interprofesional junto a medidas como Rentas de Inserción.

Otra alternativa muy popular en boga en los últimos tiempos ha sido la del trabajo garantizado, popularizada en España gracias al economista Eduardo Garzón (hermano del diputado de Izquierda Unida Alberto Garzón y miembro del colectivo ATTAC). Parte de la premisa de que existe la posibilidad de crear empleo en diferentes ámbitos (servicios sociales, economía verde o de cuidado medioambiental) y defiende que sería mejor que el Estado financiara puestos para aquellos que deseasen trabajar antes que otorgar un ingreso fijo a todos los ciudadanos. Sobre la RB argumenta que, pese a la buena intención de mejorar las condiciones laborales de los trabajadores al no verse estos forzados a aceptar trabajar por salarios ínfimos, se podría transformar en una tendencia inflacionista del mercado (subida generalizada de precios), cosa que no pasaría con el trabajo garantizado. Además, asegura que su propuesta generaría más trabajo digno y menos limitado que la RB.

Otro colectivo en el que también han surgido reticencias hacia la idea de la Renta Básica ha sido el de los colectivos feministas. Las feministas consideran clave la incorporación de la mujer al mundo laboral para su emancipación y liberación y temen que con una aplicación de la RB estas abandonaran su puesto de trabajo y se vieran forzadas a volver al ámbito doméstico. Iniciativas como la remuneración del trabajo de cuidados han contado de más apoyo dentro de las organizaciones feministas.

 

Alberto Lite, Javier García, Pedro Moreno y Javier Oliván

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