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Ortorexia: cuando comer sano se convierte en obsesión

Foto: revistabuenasalud.com

Los primeros casos de ortorexia aparecieron en España en 2003. Se trata de personas que sufren una obsesión clínica por comer de forma saludable. Esta patología forma parte de los trastornos del comportamiento alimentario, que afecta al 6% de la población adolescente y joven de los 11 a los 21 años. ¿Cómo detectarla?

Por Laura Solán Ibern

La ortorexia es una obsesión compulsiva por ingerir alimentos sanos y equilibrados. Se asimila a trastornos de conductas alimentarias o a trastornos obsesivos compulsivos. Las personas que sufren ese tipo de patología evitan todo tipo de alimentos que no son naturales: suelen rechazar la carne, los huevos y el pescado. Sienten una sensación de bienestar individual al elaborar platos solo con productos ecológicos o los llamados bio. Podrían parecerse a personas que siguen una alimentación vegana o macrobiótica estricta. Se trata de perfiles meticulosos, ordenados, exigentes y con necesidad de autocuidado y autoprotección, características que comparten con individuos que sufren anorexia nerviosa.

Un patrón enfermizo

Según un estudio de Vadaint Sikka Chopra, del Grado en Enfermería de la Universidad de La Laguna de Tenerife, los síntomas de la ortorexia empiezan a aparecer cuando las personas  prestan excesiva atención a los componentes de los alimentos, y no tanto en la necesidad de comer. La investigación explica que este tipo de consumidores ponen todo su empeño en que la dieta sea óptima. Ello no estaría mal si ese comportamiento no tuviese rasgos patológicos como pensar durante más de tres horas al día en los ingredientes de los productos, planificar al milímetro las comidas de los días o semanas siguientes, desplazarse grandes distancias para poder conseguir alimentos especiales, entre otros.

Sikka explica que los ortorexicos se fijan de forma compulsiva en la fuente de la que proceden los alimentos, poniendo excesivo cuidado en, por ejemplo, si los vegetales han sido expuestos a pesticidas o si los lácteos provienen de vacas suplementadas con hormonas. Asimismo, vigilan si el empaque de los alimentos de los supermercados pueden tener componentes cancerígenos derivados del envase, o si llevan un etiquetado que muestre todos los ingredientes para poder así juzgar la calidad de cada producto.

La experta añade que el férreo control de la dieta les genera aumento de la autoestima, y, en consecuencia, ello les hace sentirse superiores a quienes no comparten sus hábitos alimenticios. Esa sensación se convierte en su fuente de placer. No obstante, lo que empieza como una preocupación por lo saludable termina transformándose en un patrón enfermizo que esclaviza a los ortorexicos, pues la dieta sana es su mayor preocupación en la vida.

Psicológicamente, los ortorexicos experimentan una inmensa frustración y disgusto cuando su dieta se interrumpe, o cuando la incumplen o comen algo que, en su cabeza, no resulta ser muy sano para su cuerpo, lo que les hace sentirse culpables y puede conducirles al autocastigo con dietas más estrictas, a lo que añaden peligrosos períodos de ayuno.

Vadaint Sikka expresa que estas personas también tienen un alto riesgo de aislamiento, puesto que abandonan actividades cotidianas para mantener una dieta saludable como acudir a citas, comer fuera de casa o dejar de interactuar con personas que no compartan los mismos gustos. Además, piensan que al controlar lo que comen tienen dominados todos los demás aspectos de sus vidas.

Los ortorexicos se fijan obsesivamente en todos los componentes de la comida. Dedican la mayor parte del tiempo a pensar la dieta de sus alimentos durante las siguientes semanas. Foto: enforma.hola.com

Tratamiento multidisplinar

Dietistas-nutricionistas del grupo dietético Alimmenta afirman que es más costosa la recuperación psicológica que la física, ya el ortorexico debe eliminar las conductas que ha ido adaptando a lo largo de un amplio periodo. No se señala un procedimiento específico, pero se entiende que debe ser tratado por un equipo interdisciplinario y desde una orientación psicológica, preferentemente cognitivo conductual.

Desde este modelo los objetivos implican modificar aquellos pensamientos y conductas que están manteniendo la ortorexia y así eliminar las consecuencias negativas que este trastorno tiene para la vida de la persona, tanto a nivel físico como emocional y social.

Miguel Ángel Molina, médico de Bomberos de Zaragoza sostiene que este tipo de trastorno es de los más recientes. «Antes, quienes presentaban estas alteraciones eran personas de sociedades ricas: el hecho de ir buscando dietas ideales es más típico de países más avanzadas que no tienen problemas de malnutrición y, más bien, suelen tener patologías asociadas a la obesidad, que afectan a franjas de población muy definidas”, explica. Sin embargo, en el tercer mundo la obsesión por la dieta equilibrada no existe, sino una obsesión por buscarse la comida, añade.

Responsabilidad de los medios

Molina manifiesta que, en cuanto al nivel sociocultural, los trastornos de tipo alimentario suelen incidir en gente joven de perfil económico medio-alto.  Agrega que esas conductas se han expandido por un efecto de  imitación potenciado por los medios de comunicación, sobre todo en las redes sociales, a través de las cuales la imagen asociada a un cuerpo esbelto se ha convertido en un estereotipo de belleza y éxito social.

Los estereotipos que asocian la belleza y el éxito a la delgadez extrema son frecuentes. Conocido es el caso de este anuncio de Ralph Lauren, que en 2009 abusó del photoshop para «adelgazar» a una modelo. La marca pidió disculpas.

La población debería tener una formación sobre este tipo de trastornos porque afectan a nuestra salud física y mental.“Si los medios son los que están favoreciendo la difusión y extensión de estas patologías, desde estos mismos medios se debe tratar de llevar a cabo campañas de prevención. Es la única medida eficaz para controlar estas enfermedades”, afirma Molina.

Por último, el doctor Molina afirma que alimentarse de forma realmente saludable implica una dieta variada, y para ello deben seguirse las indicaciones de especialistas en la materia. La creencia de que  no se pueden comer «alimentos malos” puede provocar diferencias nutrimentales.  Por ejemplo, si no se consumen productos de origen animal y no se tiene conocimiento puede haber diferencia de vitamina B12, o males como anemia, deficiencia de ciertas vitaminas o minerales como vitamina A o zinc.  También se corre el riesgo de presentar bajo peso y cierto grado de desnutrición, añade Andrea Marques, nutricionista senior de IMEO.

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