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La inestabilidad de Blue Jasmine ya está en nuestros cines

La última película de Woody Allen llegó a nuestras carteleras en forma de comedia dramática. Blue Jasmine nos presenta a la protagonista que le da nombre, Jasmine (interpretada por Cate Blanchett), una mujer rica de la alta sociedad neoyorquina que pasa de estar en lo más alto a no tener nada. Con este cambio, Jasmine se traslada con su hermana Ginger (Sally Hawkins) a su pequeño apartamiento para vivir allí el momento más complicado de su vida.

El romanticismo y la nostalgia se mezclan en esta película que muestra unos personajes con grandes conflictos y diferencias morales. Jasmine es la representación del fracaso a todos los niveles, de la necesidad de escapar de la realidad que le atormenta por la ruina económica que sufre a raíz del suicidio de su marido, de descubrir sus turbios negocios y que tenía varias amantes. Esta nostalgia, que la lleva a la locura y a establecer paralelismos con su anterior vida de éxitos a través de los recuerdos, genera la frustración de la pérdida y de no poder alcanzar de nuevo las metas de la vida. La hermana de Jasmine, Ginger, representa todo lo contrario: la conformidad con la vida a la que puede aspirar, la vida que le hace feliz y que no desea cambiar.

La melancolía y la desesperación se adueñan del personaje principal casi desde el principio y Woody Allen nos muestra cómo es desde el principio, desde las primeras escenas. Los diálogos y conversaciones, delinean a cada personaje y sus vivencias a la perfección, haciendo que el espectador se encuentre de golpe con esta nostalgia a la vez que analiza el tema de las diferencias sociales por medio de estas dos hermanas. Dos mundos muy diferentes se unen con ellas, los más privilegiados que esconden secretos y problemas a gran escala y los menos privilegiados que, aunque también los tienen, los enfrentan de forma diferente. Todo ello utilizando como vínculo a la protagonista que vive en el pasado y en los recuerdos de su propia canción, “Blue Moon”, que le devuelve a una ilusión pasada con la que se sentía segura. Para Ginger, en cambio, aunque vive en la felicidad del presente, esta necesidad de mejora de su hermana le lleva a la inseguridad y el inconformismo que producen inestabilidad en su vida, una inestabilidad que termina con la marcha de la hermana. Con esta inestabilidad quien más sufre es el prometido de Ginger, que encuentra la felicidad en la simpleza de sus sentimientos y se conforma con ello.

Cabe destacar el papel de varios personajes además del de Cate Blanchett, cuya interpretación no decae en ningún momento de la película. Actores como Bobby Cannavale, con un papel en la serie de televisión Boardwalk Empire, o el humorista Louis C. K., interpretan a dos hombres que se dejan llevar por las pasiones. El primero se deja llevar por el amor y sus obsesiones, siendo el personaje más auténtico de la producción. El segundo, en cambio, se deja llevar por el sexo y, aunque al principio parece un personaje bastante auténtico a los ojos de Ginger, termina siendo todo lo contrario.

La película de Woody Allen llega además en un periodo de tiempo con una crisis económica que hace que situemos al marido de Jasmine en el bando del enemigo, lo que lleva al espectador a desarrollar un sentimiento de amor-odio con la protagonista femenina. Por un lado la vemos como la mujer inocente que se deja llevar por el amor y termina perdiéndolo todo, una visión que entra en conflicto con el hecho de que sea una mujer superficial y pedante que en el fondo sabía todo lo que sucedía con su marido aunque llevara la filosofía del “ojos que no ven, corazón que no siente”.  Este conflicto que crea se puede extrapolar también a la situación que el espectador vive día a día en otros aspectos de su vida o a la sensación similar que pueda tener en aspectos como la justicia o la política.

 

Trailer de la película: http://www.youtube.com/watch?v=BdOT1JISH3Y

 

Informa: Beatriz Aparicio

Universidad San Jorge