Tratamientos

— ¿Cuál ha sido la evolución del tratamiento?
Francamente espectacular. Cabe destacar distintos momentos clave en el avance del tratamiento. Además de la aparición del primer antirretroviral en 1983, el primer gran impacto fue el descubrimiento de la eficacia del primer tratamiento en la transmisión del VIH de madre a hijo.
Después, en el Congreso de Vancouver de 1996 se presentaron todos los estudios realizados sobre la importancia de controlar la carga viral del virus (cantidad de VIH por centímetro cúbico en sangre) y demostraron la necesidad de usar tres fármacos, en vez de uno solo, para tratar la enfermedad.
Otro momento importante fue cuando fuimos conscientes de que los pacientes no toleraban bien los tres fármacos, además de que estos no eran 100% eficaces. Hubo pacientes que llegaron a tomar hasta veinticinco y treinta pastillas al día.
— En la actualidad ¿cuáles son los principales tratamientos más empleados?
Ahora el paciente debe tomar medicamentos bien tolerados y sin efectos secundarios a largo plazo. Han sacado fármacos en una única pastilla con tres sustancias en ella, la toman una vez al día y para el paciente es mucho más seguro y eficaz. La tendencia es que cuanto menos química le das al paciente mejor.
— ¿Y en el futuro?
Del 2020 en adelante, serán los tratamientos de larga duración, los inyectables. Consistirá en una inyección cada cuatro u ocho semanas. Y el futuro más futuro será de más larga duración por medio de implantes subcutáneos.
— ¿Cuáles son los problemas de estos avances?
Los pacientes se vuelven mayores y vienen comorbilidades, otro tipo de enfermedades a parte del sida (la hipertensión, EPOC, diabetes…). Es decir, lo que aparece en la persona que va cumpliendo años. Hay que tener en cuenta que, en los pacientes con VIH diagnosticados en la época de los 80/90, este tipo de comorbilidades aparecen antes. Envejecen un poco más.
— ¿El tratamiento es solo farmacológico o debe contar también con una ayuda psicológica?
Lo ideal es una acción multidisciplinar, donde el psicólogo o trabajador social también forme parte del tratamiento. El área médica no tiene tiempo para hacer una actividad psicológica y, además, esta no entra dentro de la seguridad social. Entonces, nosotros mantenemos buena relación con las ONG, en nuestro caso con Omsida que está formada por un grupo de profesionales muy bien formados. Cuentan con un psicólogo y una trabajadora social encargados de realizar terapia de iguales.
— ¿Cómo pueden acceder a ellos las personas con VIH?
Tras el diagnóstico, se comienza con le tratamiento en la primera semana. Esto se debe a que cuanto antes se inicie, antes controlas el virus en la sangre. Se ha demostrado que una persona infectada que está seis meses o más con carga viral indetectable (el virus por debajo del 50% en sangre) no transmite el VIH por vía sexual. De esta manera, el objetivo es diagnosticar y tratar para que esté el menos tiempo posible con virus en sangre y no transmitir.
El problema actual que tenemos es que el diagnóstico tiene que ser precoz. Hay muchos pacientes que llegan tarde, con la inmunidad muy baja.
— Según las últimas noticias se ha logrado eliminar el virus en dos pacientes ¿qué supone este avance para la sociedad?
Nada. Se trata de una situación muy especial ya que son dos pacientes que han tenido un problema hematológico (leucemia o linfoma) y en su contexto de tratamiento han necesitado un trasplante de células madre, de médula ósea. El paciente de Berlín fue casualidad porque su donante presentaba una variante genética que impide al VIH entrar. Sin embargo, fue un punto de partida para empezar a investigar. De hecho, hay una actividad corporativa multinacional, donde se establece la dinámica de realizar un trasplante de células madre con este trastorno genético a los pacientes VIH con leucemia o linfoma. Es más, ha habido más pacientes a los que se les ha realizado esto y no ha funcionado.
— ¿Debemos tener esperanza?
