María Luisa Sierra, doctora en Educación Internacional y licenciada en filología inglesa, explica las claves para ser conscientes del impacto que creamos en un entorno culturalmente diferente. Recalca la importancia de ajustarse al estilo de vida local y de adquirir competencias interculturales.
A día de hoy vivimos en un mundo interconectado y España ya no solo depende de Europa. Pensamos que no nos afecta por el hecho de que “nos pilla muy lejos” y por eso es importante salir de nuestro país y de nuestra zona de confort. Hay que desarrollar la empatía hacia el que es culturalmente diferente a nosotros, formando parte de esta minoría durante un tiempo. Hay que tener cuidado para que esta experiencia no sea mala para nosotros ni para las personas nativas. Siempre realizamos un impacto allá donde vamos y hay que procurar que sea el mínimo posible.
Salir de nuestro país es importante para conocer otras culturas pero todas las actividades que requieren ir a otros territorios hay que realizarlas de manera controlada. Salir de nuestra zona de confort requiere vigilar que la experiencia no sea traumática y que no promueva más racismo y odio en lugar de más entendimiento entre ambas partes. Al realizar estas salidas atravesamos una serie de fases que pertenecen al proceso intercultural y que cada uno vive de manera diferente. Nos encontramos con diferentes frustraciones, las cuales nos ayudan a adquirir un aprendizaje significativo.
“La competencia intercultural no sólo se adquiere al salir de tu país”
Según la OCDE hay una serie de competencias que los jóvenes universitarios tienen que tener en el siglo XXI: pensamiento crítico, colaboración, comunicación, creatividad e innovación, autonomía, conexiones locales y globales y utilizar la tecnología como una herramienta de aprendizaje.
Sin embargo, la competencia intercultural no sólo se adquiere al salir de tu país. Depende de muchas más cosas como el tipo de programa. Lo ideal es vivir con gente local. Los Host Families lo permiten y ello implica pagos que evidentemente van a aportar beneficios. Otro factor que hay que tener en cuenta es la duración de los programas, si son breves no son tan eficientes, lo ideal sería irse varios meses. Por último, y lo más importante es reflexionar sobre las experiencias y los malos entendidos interculturales, con estas meditaciones se aprende y se empiezan a comprender las diferencias.
“Todos tenemos un impacto allá donde vamos”
Hay que tener siempre presente que todos provocamos impacto allá donde vamos. Tenemos que plantearnos cual es el tipo de impacto que nosotros queremos producir. La solución está en realizar las experiencias con una actitud lo más empática posible tratando de que la huella que dejamos sea lo menos dañina y notoria posible para todas las partes implicadas.
En definitiva, para poder adquirir la competencia intercultural, hay que experimentar la diferencia, formar parte de la minoría, ser tú el diferente. Esta competencia no es fácil de adquirir y por eso se buscan voluntariados que ayuden a conseguirla.
Muchos de estos voluntariados aprovechan para hacer negocio de la buena voluntad ya que limpian nuestra conciencia y nos hacen sentir bien, y estamos en una sociedad donde buscamos siempre sentirnos lo mejor posible. Consumimos solidaridad para acallar nuestra mala conciencia.