Elisa Spampinato es una socióloga y antropóloga italiana que ha desarrollado un estudio de campo en Brasil, donde se centró en la coordinación y planificación de proyectos sociales. Ha colaborado con múltiples ONG nacionales e internacionales y comenzó a trabajar en la cooperación internacional en Italia, su país de origen. “Cuando empecé a investigar me di cuenta del desperdicio de dinero. La mayoría se destinaba a la administración de las ONG”, cuenta. Por ello, Spampinato decidió ir a Brasil para trabajar con ONG locales y vivir la situación en primera persona.
“Todo depende del desarrollo del proyecto, desde el inicio hasta el final”
Un proyecto social se construye con tiempo, comunicación y trabajo. “El proyecto no es algo que una persona decida. Se crea en común, en una forma de cooperación entre la comunidad y la entidad”, explica Spampinato.
Elisa Spampinato recuerda que entre los años 50 y 70 surgieron pérdidas económicas a razón de que los proyectos no estaban organizados de una manera eficiente. Se llevaban a cabo actividades que no estaban organizadas junto a la comunidad, “a veces se construían escuelas y no se necesitaban”, revela.
“Es esencial una comunicación que describa sus necesidades reales”
En un actividad de volunturismo son tres los agentes que están involucrados: la entidad que lo organiza, los voluntarios que participan y la comunidad local. “Todos tienen responsabilidad”, alega Spampinato. “Con mi tesis en Brasil me he dado cuenta que la clave es crear espacios donde realmente se encuentren las personas. El intercambio cultural es muy importante”, recalca.
Como explica Elisa Spampinato, la responsabilidad de que un proyecto salga bien recae sobre muchas personas. Por un lado, la institución que lo organiza tiene que tener en cuenta muchos factores. Están las necesidades de la comunidad, pero también la forma en la que se quiere trabajar y organizar, dónde se incluyen los voluntarios que “tienen que ser preparados con anterioridad”, afirma Spampinato.
“El volunturismo crea un impacto en todos los ámbitos, por ello la relación entre quien está aquí y quién está allá tiene que ser creada antes del viaje”
Se entiende al voluntario como un gran factor que “hoy en día es mucho más consciente de los riesgos”, asegura. Pero cuando éste no tiene una perspectiva de intercambio “comete el error de actuar pensando que él da porque es bueno. Eso no es así, la comunidad también puede dar. Por eso el volunturismo hay que entenderlo como una experiencia de intercambio cultural, y si no se parte de esa idea, ya va a ir mal”, afirma la socióloga italiana.
Por ejemplo, este error puede ocasionar un problema que está presente en los orfanatos de India o Camboya, Spampinato asegura lo siguiente: «Allí se crean malas dinámicas que no reflejan realidades y los locales crean una demanda falsa, mientras alguien se aprovecha”. Ese aprovechamiento parte de otras instituciones y aunque puede verse afectado por la legalidad, Spampinato asegura que es más un problema ético y moral. «La legalidad es importante, pero la ética lo cambia todo”, establece.
“La oportunidad de negocio es un peligro que siempre ha existido, pero hay que mirar más allá”
Además, Spampinato, como observadora y partícipe del movimiento del volunturismo hace eco a uno de los problemas que se viven: la discontinuidad que crea la afluencia de voluntarios. “Especialmente si el trabajo es con niños, no se puede recibir esa afluencia. En ese momento el impacto emotivo es mucho más grande y crea malos ciclos. Los proyectos tienen que estar adaptados al público receptor”, explica. También admite que en los últimos años esta forma de ayudar se ha convertido más en una tendencia que otra cosa. Algo provoca esa afluencia tan discontinua. “Es mucho más normal que hoy haya empresas u ONG que trabajen como agencias de viajes organizando proyectos de volunturismo. Eso no es importante, ya que puede ser una manera más ágil de hacerlo. Lo que importa es la forma de trabajar. La ONG está en un momento de evolución”, concluye Elisa Spampinato.