La eficiencia energética es clave para el futuro de las sociedades industrializadas. Hasta ahora, la producción y la distribución de energía no han interactuado conjuntamente, cada una se trataba en su propio sistema, lo que ha supuesto problemas en el control de ambas. La llegada de las energías renovables ha transformado la concepción de los sistemas eléctricos.
La Universidad San Jorge, a través de su Escuela de Ingeniería Informática en el parque tecnológico Walqa, actúa como coordinadora en un proyecto europeo que trata de atajar este problema: Optimagrid. Sus objetivos principales son incrementar el uso de energías renovables, disminuir consumos energéticos y reducir emisiones de dióxido de carbono (CO2) en áreas industriales.
Su importancia en este tipo de zonas, que producen energía y a la vez utilizan, se ha hecho notar con el desarrollo de las Tecnologías de la Información (TIC) que nos permiten automatizar los procesos. Optimagrid permite usar información en tiempo real para un mayor control y seguridad del consumo energético.
El nuevo sistema que propone este proyecto europeo de investigación se basa en las “Smartgrids” o redes inteligentes en el sector industrial. De este modo, estas áreas quedarían conectadas a través de una, denominada, red inteligente. En una red de estas características los generadores y los consumidores actuarían en función de la demanda energética en un determinado momento. Así, la eficiencia estaría asegurada de forma oportuna, segura, económica y sostenible.
Construir una red inteligente no es un camino fácil, en ella convergen la red de energía, las telecomunicaciones y las TIC,s. Pero algunos ejemplos tangibles de lo que podría implicar aseguran en sí mismos que merece la pena: un parque tecnológico podría adecuar solo ciertos consumos, aquellos que no mermen el bienestar, en los depósitos de almacenamiento de energía renovable.
Todo ello irá acompañado de la promoción de actividades de Innovación y Desarrollo, de formación, difusión y sensibilización que puedan derivar en creación de empleo.
Si bien, existen otros proyectos de similar índole pero hay diferencias: de Optimagrid se obtendrán resultados que sean aplicables a distintas infraestructuras como parques tecnológicos, áreas industriales, industrias químicas, centros logísticos, a diferencia de otros proyectos parecidos. Además, los modelos matemáticos que se extraigan de los resultados permitirán el control y la optimización energética en tiempo real. La cantidad de datos sobre microrredes utilizada permite validar dichos resultados de la investigación y lograr así modelos más exactos.
A final de este 2012 finalizará este proyecto europeo de investigación que cuenta con un presupuesto de 1.190.271,46 Euros, el 75% (cerca de 1.2 millones de euros) de esta cifra está financiado por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER).
Entre sus socios más relevantes hay instituciones españolas como Fundación para el Desarrollo de las Nuevas Tecnologías del Hidrógeno en Aragón, el Centro Nacional de Energías Renovables (CENER), el Centro de Investigación de Recursos y Consumos Energéticos (CIRCE), Asociación de Investigación y Cooperación Industrial de Andalucía (AICIA), y otra institución francesa, Ecole d’Ingénieur Ecole Supérieure des Technologies Industrielles Avancées (ESTIA), y otra portuguesa: Universidade Técnica De Lisboa Instituto Superior Técnico.
Innovación también para las áreas rurales
Las energías renovables desempeñan un importante papel en áreas habitadas en un entorno natural. En estas zonas se requieren sistemas inteligentes de optimización de la energía, en el equilibrio con el ecosistema natural y la perspectiva paisajística. Por eso, otro de los proyectos europeos de investigación de la USJ se basa en cómo aplicar las redes inteligentes a zonas de la Comunidad de Trabajo de los Pirineos (CTP) teniendo en cuenta esas restricciones.
En este caso, se debería analizar exhaustivamente la curva de demanda energética que haya en cada una de estas zonas y desarrollar tecnologías no invasivas y adaptadas al medio natural, evitando en la medida de lo posible la emisión de CO2 a la atmósfera.
Un componente muy a tener en cuenta será la viabilidad técnica y económica de este sistema para los pueblos de la franja del Pirineo, pero de este proyecto se podrán extraer conclusiones aplicables a futuros proyectos europeos. Las microrredes van a ser un camino largo en el que la investigación será la única baza capaz de explotarlas.
De este modo, los esfuerzos europeos para mejorar el abastecimiento energético, impulsar la innovación y reforzar la competitividad en la próxima década están a la busca de resultados. Las expectativas apuntan a que, hasta el 2020, las microrredes vayan ganando terreno de modo exponencial tanto para uso doméstico, zonas habitadas, como para uso industrial.
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