El sonido de la campanilla de Carlos es solapado por el trote de un conjunto de zapatillas que corren hacia él. Los más pequeños del pueblo acuden al aula entusiasmados por aprender y así en un futuro, poder cumplir sus sueños.
Ana Aguirre
El pasado miércoles en la Universidad San Jorge se dieron cita un conjunto de emociones. Con motivo de la proyección del documental “El lápiz, la nieve y la hierba” afloraron valores como la amistad, el compañerismo, la vocación y la profesionalidad.
Como anunciamos en este mismo medio, el 17 de noviembre en el aula magna de la Universidad San Jorge, Arturo Méndiz Noguero presentó su último documental: “El lápiz, la nieve y la hierba”. Una proyección que contó con dos sesiones, una a las 12.00 h y otra a las 15.00 h.
Durante los setenta minutos de la pieza audiovisual, los alumnos del grado de Educación de la universidad pudieron acercarse a la realidad de muchos centros educativos del Pirineo Aragonés. Profesores y alumnos de los colegios de Chistén o de Iaspuña –entre otros- nos presentan su día a día: cómo es la educación y cuáles son los problemas de estos pequeños pueblos.
Problemas en educación
La forma de educar y de aprender en los Colegios Rurales Agrupados (CRA) Cinca-Cinqueta es un tanto distinta a lo que se acostumbra a ver en la gran ciudad. Todas las edades comparten espacio a la hora de acudir a la escuela y la labor del maestro, por lo tanto, se vuelve todavía más importante si cabe. Tal y como recoge el documental, Carlos, profesor del colegio de Iaspuña asegura que: “Lo más difícil es organizarte la clase, llegar a todos a la vez, que nadie se te quede descolgado”. Continúa: “Lo malo son los de infantil, que ellos sí que requieren de la presencia del maestro constante y ellos no la tienen”.
Los alumnos de infantil y primaria comparten profesor y aula hasta que pasan a cursar la Educación Secundaria Obligatoria (ESO), la cual impartirán en alguno de los pueblos cercanos donde haya institutos o bien, se desplazarán hasta la gran ciudad. En el caso de los colegios agrupados Cinca-Cinqueta, muchos de los alumnos que pasen a cursar primero de la ESO ya se conocen. Gracias a las excursiones que programan sus profesores, pueden conocer a los niños de los alrededores. Aun así, a muchos les gustaría quedarse en su pueblo. Natalia por ejemplo, vive en Bielsa -dónde hay 39 niños en la escuela- y pensando en el futuro afirma: “si se pudiese hacer primero de la ESO aquí si que lo haría pero como no se puede…”.
Problemas de despoblación
Los pequeños pueblos cada vez son más pequeños, tienen menos habitantes y eso ocasiona inconvenientes. Desde el aspecto educativo, se han cerrado muchas aulas debido al problema de la despoblación. No hay niños suficientes para abrir las puertas del colegio y formar una clase. Chistén fue ejemplo de ello, pero gracias a la lucha de los padres de los niños, la escuela continúa en funcionamiento desde hace seis o siete años. Aunque Carlos afirma estar seguro de que «volverá a cerrarse».
Uno de los problemas que ocasiona esta falta de alumnos, es la falta parcial de habitantes en algunos pueblos de Pirineo aragonés que deja sin niños a los profesores interinos. Ante este problema, algunos nativos de estos pequeños pueblos aseguran entenderlo. Un antiguo alumno de la escuela de Plan afirma: “Entiendo que la gente se vaya porque aquí no hay trabajos”. Los trabajos que se pueden encontrar, como asegura una madre de Chistén son “si no te dedicas al turismo rural, está la construcción y la ganadería”.
Los protagonistas
El documental recoge los colegios agrupados en el CRA Cinca-Cinqueta. Las escuelas de: Saravillo, Bielsa, Plan, San Juan de Plan… O los ya mencionados Iaspuña y Chistén. Dentro de estos pueblos los verdaderos protagonistas pasan a ser los niños. Ellos son los encargados de contarnos su realidad educativa, su día a día.
Como cualquier otro niño tienen metas y sueños por cumplir. Para ellos ni el problema de la despoblación, ni lo que trae consigo ello, supone una limitación para soñar alto. Natalia aspira a ser educadora infantil. Blanca sueña con ser cocinera porque, como ella afirma: “yo de mayor quiero ser cocinera porque vi a mi madre cocinando a los seis años”. Su novio, Mario, lo que realmente desea es permanecer en contacto con los animales, por eso, le encantaría dedicarse a la ganadería o estudiar veterinaria.
Tras las cámaras
Durante la mesa redonda de la proyección del documental, Arturo Méndiz e Ignasi Guerrero dieron a conocer el origen de esta pieza audiovisual. De dónde partió la idea. A ambos les relacionaban sus realidades al documental, aunque de manera diferente.
El director y productor de “El lápiz, la nieve y la hierba”, Arturo Méndiz Noguero, contó que tiene gran parte de su familia diseminada por diferentes pueblos, entre ellos, en Salinas, donde ha ido a veranear muchas veces. Fue allí donde se encontró con pueblos con 100 o 200 habitantes, en los cuales, los niños acuden a clases muy pequeñas. Reconoce que “Fue algo tan sorprendente que hablé con Ignasi y nos lanzamos a la aventura”.
De otra manera, el director fotográfico del documental, también se encuentra vinculado con la realidad de la pieza audiovisual. Trabajó durante dos años realizando vídeos para diferentes escuelas y además, tiene tres hermanos que se dedican al ámbito educativo.
Ambos reconocen haber disfrutado mucho durante el rodaje del documental. Méndiz Noguero destaca su percepción sobre los profesores: «Vi profesionalidad. Son grandes profesores. Es algo vocacional, la gente que está allí quiere enseñar a los niños». Y así es, tal y como afirma Carlos, profesor de Chistén: “Es un trabajo cansado a veces, pero precioso”.
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