Cada temporada surgen nuevas tendencias, nuevas prendas que buscamos adquirir para completar nuestro armario. Buscamos estar a la moda. El concepto ‘Fast Fashion’ se ha instalado en la sociedad sin dejarnos ver las consecuencias de todos nuestros caprichos consumistas. Pero, ¿cómo afecta esto a lo que nos rodea?
Pilar Marco, Miguel Gay-Pobes y Ana Aguirre
La industria textil es una de las actividades más contaminantes del mundo, debido a los residuos que genera y los altos consumos de agua, energía y reactivos químicos. Su producción supone el 3% de las emisiones de dióxido de carbono del planeta, más de 850 millones de toneladas al año, según el último informe de Greenpeace Timeout for fast fashion. Este mismo documento profundiza en la situación actual de los textiles.
A pesar de los desagradables impactos medioambientales, el consumo textil crece año tras año. Las personas compran un 60% más de ropa que hace 15 años, pero se ha reducido la vida de las prendas a la mitad. Las tiendas renuevan sus colecciones cada pocas semanas, generando el llamado ‘Fast Fashion’ -moda rápida- que ha convertido las prendas en un producto de usar y tirar.
La confección y venta masiva de prendas no sería posible sin el poliéster. Esta fibra es un tipo de plástico derivado del petróleo que ha permitido que las prendas sean mucho más baratas y accesibles, pero también más contaminantes. El poliéster, que está presente en el 60% de la ropa, emite tres veces más dióxido de carbono que el algodón.
Esta fibra presenta otro grave problema: es difícilmente biodegradable. Cuando se lavan las prendas fabricadas con poliéster se liberan unas partículas de plástico muy pequeñas (microfibras) que llegan directamente a ríos y mares. Las microfibras actúan a modo de esponja y absorben distintos tipos de contaminantes y bacterias. Posteriormente acaban en el interior de los peces que terminan vendiéndose para el consumo humano, por lo que estos residuos terminan dentro del organismo de la persona.
Otro problema radica en el desecho de las prendas. Una vez que resultan inservibles, la gran mayoría se arrojan a vertederos o incineradores junto con los residuos domésticos, lo que provoca la pérdida de estos recursos y la emisión de gases contaminantes a la atmósfera. El 95% de las prendas que terminan aquí podrían ser reutilizadas o recicladas, según Greenpeace.
En España, el objetivo para el año 2020 es reducir al 50% los residuos textiles, incrementando los puntos limpios y la recogida separada de residuos, de acuerdo al Plan Estatal del Marco de Recilado (PEMAR) aprobado en 2015.
Tendencias en verde
Como solución al problema del ‘Fast Fashion’ y con el objetivo de minimizar el impacto ambiental de la industria textil, nace la moda sostenible.
La moda sostenible pretende que la producción textil sea más respetuosa con el medio ambiente, y ofrece diferentes alternativas para conseguirlo: modelos de producción lenta, tejidos de bajo impacto o la reutilización de residuos.
Un caso de moda sostenible elaborada a partir del reciclaje de residuos es el de Ecoalf, marca española creada por el empresario Javier Goyeneche. La firma fabrica sus prendas a partir del reciclaje de neumáticos, botellas de plástico, redes de pesca abandonadas, café postconsumo y restos de lana y algodón.
Según la página web de esta misma marca, con tres tazas de café y 12 botellas de plástico, Ecoalf es capaz de fabricar una chaqueta, mientras que con un solo neumático se elaboran ocho pares de chanclas. De esta forma, se reduce el consumo de recursos naturales, la emisión de gases contaminantes y el volumen de residuos.
Uno de los proyectos más importantes de Ecoalf es Upcycling the ocean, creado hace dos años junto a Ecoembes y la fundación HAP. Esta iniciativa consiste en utilizar la basura del mar que queda enganchada en las redes de pesca, como botellas o bolsas de plástico, para obtener tejidos de alta calidad y confeccionar prendas. En este proyecto colaboran más de 450 barcos pesqueros del mediterráneo, y desde su creación se han recogido 180 toneladas de residuos del fondo del Mediterráneo con los que Ecoalf da vida a sus colecciones.
Entre muchas de sus colaboraciones, destaca la realizada con Apple en 2012, para quién realizó fundas de ordenadores netamente fabricadas con redes de pesca. Estas fundas se comercializan en las Apple Store de Estados Unidos y Canadá, abriéndole así las puertas al mercado internacional a la firma.
Las soluciones no solo se consiguen a través de la producción de prendas ecológicas. Para Gema Gómez, directora y fundadora de la plataforma Slow Fashion Next , “la educación es la herramienta más poderosa para cambiar el mundo. Si quieres generar un cambio educa para que se dé y se hará”.
Esta plataforma de expertos en moda, sostenibilidad y emprendimiento tiene como objetivo formar a empresas y diseñadores en los nuevos modelos de producción textil. “En Slow Fashion Next llevamos 6 años difundiendo todos estos conceptos. Queremos crear una alternativa a una industria que está arrasando los recursos del planeta al mismo tiempo que mantiene esclavizadas a millones de personas”, explica la directora.
Para ello, Slow Fashion Next ofrece cursos online, información sobre proveedores sostenibles o la organización de las Jornadas de Moda Sostenible, en las que se busca crear redes de colaboración dentro del sector y que ya preparan su séptima edición.
A la hora de recibir apoyo institucional Slow Fashion Next no ha contado con toda la ayuda necesaria para que su efecto se vea multiplicado. “Hemos recibido apoyo de instituciones públicas, pequeñas pero muy implicadas, pero quitando estos casos excepcionales el apoyo ha sido bastante escaso, no sé si por falta de conciencia o de interés”, declara Gema.
Solidaridad en el reciclaje
Otras asociaciones, como es el caso de Intermon Oxfam o Cáritas Zaragoza, combinan una actividad de ayuda al medio ambiente con otra de ayuda a las personas necesitadas.
Fernando Yagüe, secretario general de Cáritas Zaragoza, profundiza en uno de sus principales proyectos de recogida de ropa, conocido como ‘A todo trapo’. “A partir de la recogida, reutilización y reciclado de textiles generamos una actividad económica que nos permite crear puestos de trabajo para personas en riesgo o en situación de exclusión social”, asevera el propio Yagüe. Y es que de esta manera tanto los necesitados como el medio en general, van a poder beneficiarse de esta iniciativa.
Josee Arseneault, coordinadora de las tiendas de Segunda Oportunidad de Oxfam Intermón, explica el sistema de venta. “La gente hace donaciones de ropa y nosotros la vendemos. El dinero ingresado lo dedicamos a los diferentes proyectos de Oxfam. Aquí se encontraría la ayuda humanitaria, coste de campañas de comercio justo…”
Ambas asociaciones llevan bastante tiempo cooperando en el cuidado del medio ambiente así como con el compromiso de la sociedad. Cáritas lleva desde 2014 con la labor de ‘A todo trapo’ y acabó el pasado 2016 con 89 contenedores metálicos para la recogida de textiles, pero tal y como asegura el propio secretario, en lo que llevamos de 2017 “ya los hemos superado”. Un año antes comenzó con esta labor Intermón Oxfam. En septiembre de 2013 se iniciaron en una campaña de reciclaje de ropa.
El reciclaje textil no comprende solo la creación de nuevas prendas, en ambas asociaciones tratan de dar una segunda vida a la ropa. Oxfam Intermón recoge las prendas en su comercio para, posteriormente, revisarla y hacer una selección de aquella que se va a poder vender. Y es que la ropa tiene que estar como recién comprada. Como explica Josee, “tiene que tener un aspecto como nuevo y por eso hacemos esta selección”. Las prendas seleccionadas pasarán a las perchas y el resto irá destinada a otras asociaciones que puedan darle uso. Cáritas también cuenta con un proceso de selección. La ropa reutilizable, como en el caso de Oxfam, va a parar directamente a la tienda, pero en este caso, además de venderse, puede ser donada a las familias que lo necesitan. La segunda parte del proceso, está relacionada con las plantas de reciclaje: estas se encuentran en Bilbao, Barcelona y Valencia. El secretario general de la ONG explica que “estas grandes plantas tienen procesos mecanizados del tratamiento de la ropa, por lo tanto permite un mayor tratado de los textiles y mayor capacidad de clasificación de la misma”.
Haciendo un balance general, se observa que la cantidad de ropa que se trata es abrumadora. Solo en los contenedores de Cáritas se recogen alrededor de mil toneladas al año, y en la presente campaña ya se ha superado esa cifra. Oxfam recibe por su parte 20 toneladas (lo que supone unos 15.000 kilos al mes). Las cantidades de ropa recibida cada mes varían dependiendo del cambio de estación. Por ejemplo, como cuenta la coordinadora, en octubre -cuando definitivamente se nota que la ropa de invierno debe quedar almacenada hasta el año póstumo- se recibe una cantidad notablemente superior que en enero o diciembre.
Crisis textil
La crisis no ha dejado indiferente a estos colectivos preocupados por la situación que vivimos. Para Cáritas, este apuro en el que se ha visto metido el país desde hace unos años ha supuesto un fuerte cambio en los textiles que tienen que gestionar. La calidad de las prendas que llegaban a la asociación era más baja que en años anteriores. El consumismo instaurado en la sociedad y la escasa capacidad económica de las personas que la componen han favorecido un incipiente ‘low cost’ que termina afectando a todos los sectores de la sociedad, destacando el de la vestimenta. Sin embargo, desde Cáritas afirman que tiene su parte positiva porque “esto ha supuesto que haya incrementado visiblemente el volumen de ropa que estamos recibiendo”. La asociación, que a estas alturas ya ha igualado en números varias estadísticas del año pasado, se muestra positiva con la vista puesta en el futuro.
Un proceso largo
En el caso de ‘A todo trapo’, desde 2014, mantiene un proceso complejo para que no haya ningún problema con las prendas que se van a vender o con aquellas que van a reciclarse. El método inicia con varios vehículos que se encargan de la recogida de los contenedores en los que se encuentra la ropa. Los trabajadores tienen pautadas las rutas que tienen que seguir para llevar a cabo la recolección. Está diseñado de tal manera que estas rutas van recogiendo todo lo más rápido posible, intentando ahorrar al máximo económicamente. Tratan de ser eficaces. Posteriormente, los textiles llegan a la nave. Allí se descargan en unas sacas que determinarán la función de cada prenda. Hay dos opciones: en primer lugar pueden ir a parar a una nueva clasificación de Cáritas Zaragoza. Allí determinan si son de hombre, mujer o niño y si es de verano o de invierno. Una vez se ha determinado, esta ropa pasa a otra nave para seguir el proceso de higienizado y etiquetado. Si llega ropa de verano y se encuentran en los meses de invierno y viceversa, deben almacenarse hasta que llegue su temporada. Será entonces cuando se etiquetarán y pasarán este proceso de higienización antes de ir a la tienda. La segunda posibilidad es que se las lleven a la planta de reciclado y reutilización de Cáritas en Barcelona. Cada semana viene un tráiler para llevarse las sacas hacia la ciudad condal y allí llevan su propio proceso de tratamiento.
Moda reciclable
El tema de la contaminación está en la conciencia de la sociedad. No solo preocupa a gobiernos u ONG sino que es problema de todos, y esto, cada vez se tiene más en cuenta. Cáritas u Oxfam es un ejemplo de este cambio que se ha producido en la sociedad que intenta luchar contra la destrucción del medio ambiente. Esta batalla se ha trasladado a las tiendas ‘low cost’. Cadenas conocidas como H&M o Zara se han unido al cambio.
Desde hace tiempo Zara ha implantado en algunas de sus tiendas contenedores en los que depositar las prendas que ya no tienen utilidad. Dentro de su web, la tienda más conocida de la cadena Inditex, incorpora un apartado que cuenta con toda la información necesaria para el consumidor. Actualmente, según recoge la plataforma digital, la líder del grupo Inditex cuenta con más de 500 contenedores repartidos en España, Portugal, UK, Irlanda, Países Bajos, Dinamarca, China y Suecia. Además adelantan la instalación de nuevos contenedores repartidos por países como, Francia, Italia o Alemania. Los consumidores pueden acercarse a su tienda más cercana para depositar las prendas, aunque si lo prefieren, Zara ya cuenta con la posibilidad de recogerlas a domicilio.
«Trae las prendas que ya no quieras; de cualquier marca y en cualquier estado. Nos aseguramos de darles buen uso». H&M también cuenta con un apartado en su web, que al igual que Zara, explica el proceso mediante el cual se les puede dar una segunda oportunidad a las prendas. H&M cuenta con un contenedor donde poder depositar aquellas prendas que ya no vayamos a utilizar. Dichas prendas pasan a convertirse en prendas de segunda mano, paños de limpieza, energía o siguen un proceso de reciclaje mediante el cual se conseguir hilos de fibras o materiales textiles y aislantes.
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