Actualmente, muchas ONG cuentan con captadores de socios que trabajan en la calle. Estas personas te persiguen para explicarte cuántos niños están muriéndose de hambre en África y cómo podrías ayudarles económicamente. Trabajan bajo una gran presión y tú ni te paras a escucharlos.
Vas andando por la calle, concentrado y con prisa y, de repente, se te acerca una persona joven, la mayoría de las veces, con un chaleco y una carpeta y te empieza a interpelar: “¿Tienes un minuto?”, “esto te va a interesar”. La reacción más común es responder: “Lo siento, tengo prisa” o “no me interesa, gracias”.
Pero, ¿quiénes son estas personas y cuál es su trabajo? Se tratan de captadores de socios para las diferentes organizaciones no gubernamentales en las que trabajan. Intentan convencer a los transeúntes para que les faciliten sus datos bancarios y para ello utilizan diversas técnicas de marketing.
Según Giving International, una empresa especializada en fuerza de ventas externa y fidelización de clientes, existen dos técnicas de marketing. La primera es la técnica de calentamiento «orientada a establecer un clima de confianza a través de halagos o de una reciprocidad para mejorar el cumplimiento al pedir dinero» y la segunda es la técnica de solicitud, que «prepara el terreno antes de la petición basándose en combinar diferentes proposiciones».
En Internet hay miles de anuncios y ofertas de trabajo de este tipo en las que no se requiere experiencia mínima y los requisitos son escasos. Basta con tener el bachillerato, ser extrovertido, tener afán de superación, capacidad de trabajar en equipo y residir en la provincia del puesto ofertado. A cambio te ofrecen, según reza un anuncio de Infojob: “Un sueldo bruto mensual de 1.100 euros unido a un atractivo sistema de incentivos que te permitirá superar los 2.000 euros mensuales, horario flexible de lunes a viernes, contrato indefinido, posibilidad de promoción interna y desarrollo de una carrera profesional dentro de la organización, con plan de formación”.
Susana Rivero, actual captadora de socios en Acnur, afirma que está contenta con su trabajo, pero sostiene que es una tarea dura. “Lo más difícil es conseguir que la gente se pare a escucharnos un minuto. A lo largo de una jornada recibimos muchos “No”, gente que ni te mira o que te da una mala respuesta”, afirma la captadora.
Y agrega: “Tenemos un objetivo mensual. Hay que tener en cuenta que es un trabajo, no un voluntariado. Para llegar a ser rentables necesitamos un mínimo. Un voluntario no trabajaría todos los días cuatro horas y media con cero grados en la calle, pasando frío, o cuarenta grados en verano”.
Ana Campaña, una joven de 23 años, vio una oferta en Internet de Acnur sobre este trabajo con unas condiciones que «no parecían malas para un empleo que no exigía experiencia» y decidió presentarse como candidata. Campaña cuenta que se inscribió en la oferta y la llamaron enseguida. «Hice una entrevista grupal con varios jóvenes. Nos dijeron cual era la labor de Acnur y nos explicaron en qué consistiría nuestro trabajo como captador de socios. Tenía que captar a tres socios a la semana y me daban dos meses de prueba. No dure ni uno», confiesa la joven. «Era un trabajo para el que no estaba preparada, sentí mucha presión, no iba contenta a trabajar y la negación de los transeúntes pudieron conmigo. Acabé dejándolo», admite Campaña.
«Es un trabajo inestable, tienes que conseguir tantos socios al mes y si no, a la calle»
En un foro de opiniones de personas que trabajan o han trabajado como captadores de socios, aparecen diferentes comentarios: “Tienes objetivos de 20 socios al mes, algo muy complicado sin hacer triquiñuelas. Si ese socio deja de pagar en los dos meses siguientes, tú debes hacer ese mes un socio más”, cuenta una persona que se identifica como ex trabajador de Cádiz.
“Es un trabajo inestable, tienes que conseguir tantos socios al mes y si no, a la calle. Además, para cobrar comisión debías conseguir ese X, y si no lo conseguías y no te echaban, pasabas en negativo al mes siguiente. No merece la pena, vives estresado por conseguir socios y realmente no depende de ti, solo de cuán capaz seas de jugar con la mente de las personas y convencerlas”, comenta otro personaje anónimo que dice ser antiguo empleado en Bilbao.
Nuestro medio se ha puesto en contacto con los responsables de Acnur. Desde el departamento de Recursos Humanos y el de Comunicación, Amaia Celorrio ha contestado que «todas las personas que trabajan en el Comité español de Acnur tienen objetivos, de acuerdo a un modelo de evaluación del desempeño, y para ello se les facilita la formación precisa para seguir mejorando en la calidad y resultados de su trabajo».
Además, Celorrio menciona que son conscientes de la responsabilidad que tienen por la confianza que depositan en ellos sus socios y donantes. «Nuestro objetivo es captar el máximo de fondos posible y, de estos, enviar el mayor porcentaje a refugiados en todo el mundo. Concretamente, el 90,2% de los fondos que recibimos van directamente a proyectos de ACNUR», comenta Amaia Celorrio.
Celorrio defiende el trabajo que se realiza desde Acnur, asegurando que ofrecen unas condiciones dignas de trabajo para un puesto que «no puede ser cubierto por un voluntario por ética y logística. Cada céntimo de los gastos está orientado a enviar cada vez más ayuda a los refugiados, nunca menos».