Una de las voces aragonesas que acompañó a la USJ a Madrid hace unas semanas fue Lisardo de Felipe. Con su talento natural para narrar, Felipe fue el primer corresponsal en Zaragoza en el programa ‘Hora 25‘, de la Cadena SER. Un espacio para el oyente que regateaba a la censura de aquel entonces, en el año 1972.
En la entrevista que le realizó este medio, da claves de la radio en la actualidad, unas pinceladas de cómo era el medio antes y echa la vista a atrás.
Retransmisiones de antaño
Pregunta: ¿Cuál fue tu primera impresión el primer día de trabajo en la radio, la primera vez que entraste a una redacción?
Respuesta: Si he de ser sincero, yo entré con 22 años y entonces la redacción de Radio Zaragoza me pareció compuesta por gente muy mayor. Esa fue la primera impresión, porque ya me encontré con profesionales de gran renombre, pero también con muchos años de experiencia y de trabajo en la radio.
P: ¿Cómo fue el cambio de Radio Popular, una emisora joven y pequeña, a Radio Zaragoza?
R: Pasé de Radio Popular, una emisora muy joven y pequeña en Plaza La Seo, a Radio Zaragoza, que era la emisora principal de Aragón por su potencia y también por su equipo de redactores, locutores y guionistas. Era la emisora más importante.
P: Actualmente en 2024, ¿qué valor le das a la radio tradicional? ¿Qué importancia tiene hoy en día?
R: Creo que en mis tiempos era más importante y directa. Ahora, afortunadamente, hay muchos más medios de comunicación, y entonces la radio tal vez ya no está en la primerísima línea como la conocí. Pero la inmediatez de la radio le da mucha veracidad. Aunque en un momento no se pueda completar totalmente una información, recuerdo que un redactor jefe me decía que corregir o enmendar también es informar. Cuando uno rectifica públicamente, también está proporcionando información.
P: Hablemos de las fuentes. Antes, ¿cómo se accedía a la información?
R: La información antes era directa y personal. El periodista tenía que estar en la calle, conocer bien a las fuentes, ganarse su confianza y respeto. No era simplemente hacer una entrevista y olvidarse; había una relación continuada. La agenda de teléfonos era fundamental para conocer a la persona y poder llamarla cuando se la necesitara. Ahora, gran parte de la información, sobre todo política y social, te viene dada a través de otros medios y gabinetes de información, que en cierta forma manipulan la noticia.
P: En tu reciente visita a Cadenas SER, a Radio Zaragoza, aquí en la ciudad, ¿qué sentimientos experimentaste al entrar en la redacción?
R: Fue una gran emoción, porque no solo entré en Radio Zaragoza, sino que estuve en el estudio donde realicé muchísimos programas a lo largo de 26 años. Técnicamente, no noté mucho cambio, y el escenario tampoco. Pero en la forma de trabajar, sí; ahora es mucho más aislada, más individual. En mis tiempos había una mayor participación entre colegas y amistades. Eran compañeros y también amigos.
P: Mirando hacia el futuro, ¿qué papel crees que tendrá la radio en el periodismo de la actualidad? ¿Seguirá siendo igual de importante o será superada por otros medios?
R: Con los años, las cosas han cambiado, y la tecnología seguramente traerá nuevos avances, que en su mayoría serán positivos. Pero, detrás de la técnica, siempre tiene que estar la persona, con conciencia, responsabilidad y respeto hacia los demás.
P: ¿Hay algún momento que te haya marcado particularmente a lo largo de tu carrera como periodista?
R: Sí, sobre todo poder conocer a personas con las que, fuera de la radio, difícilmente habría tenido relación. De ellas he recibido conocimientos, experiencias, afecto, respeto e incluso amistad. Recuerdo en particular a Ildefonso Manuel Gil, un poeta exiliado en Estados Unidos, quien vino a conocerme simplemente porque yo recitaba algunos de sus poemas en antena. Eso generó una amistad que mantuvimos durante 30 años, a pesar de la diferencia de edad.
P: ¿Qué hace a la radio tan única?
R: La radio es, en esencia, una voz que se enciende en otra voz, que se enlaza. Eso es lo bonito. En el programa del centenario de la radio me di cuenta de que yo era solo un eslabón de una cadena. Aunque en su momento tenía nombre y apellido y me conocía todo el mundo, ahora, después de casi 25 años fuera de la radio, vuelvo a ser una persona anónima. Pero sé que fui un eslabón de esa cadena que siempre estuvo cerca del oyente y lo trató, al menos esa fue mi intención, como a un amigo.
P: Y, por último, ¿qué consejo darías a quienes están a punto de adentrarse en el mundo de los medios, ya sea radio o periódico? ¿Qué les dirías a los jóvenes periodistas?
R: No me gusta mucho dar consejos, porque al final la libertad tiene sus límites y la vida muchas veces nos lleva por caminos que ni siquiera imaginamos. Pero creo que, en esta profesión, como en todas, es fundamental ser honesto y tener empatía con los demás, porque no estamos solos. Si podemos y queremos hacer algo positivo, debemos hacerlo entre todos.
De vuelta al anonimato
A Felipe le toca observar al periodismo desde fuera a partir de ahora, de manera anónima. Esperanza por la vocación es lo que tiene el aragonés. Y por supuesto, una carrera volcada a contar la verdad a través de los transistores y que según él, perdurará a lo largo de los años. La nostalgia le invade a la hora de contar esto ante los micrófonos de Dragón Digital, pero confía en el presente del periodismo aragonés. Un futuro, más presente que nunca, que jamás olvidará al pasado.
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