Pandora se define como una ONG sin ánimo de lucro líder en Educación Internacional. Los voluntariados que ofrece son, en realidad, vacaciones solidarias para beneficiar principalmente a sus clientes, y no a los destinos en vías de desarrollo. Así lo confirma María Casanova, su directora: “los voluntarios son los beneficiados y lo más importante es su aprendizaje”. Sin embargo, un antiguo coordinador de Pandora asegura que los efectos de los programas son perjudiciales: “Se aprovechan de estas comunidades para crear un parque de atracciones de voluntarios”, confiesa. He aquí las claves de la verdadera eficacia de su labor.
Los programas que organiza Pandora ofrecen experiencias en más de 60 países y sus precios suelen rondar los 2000 euros. Se encargan de educar previamente a los participantes para que adquieran valores y competencias interculturales, así como el trabajo en equipo y la resolución de conflictos. El primer objetivo es su formación para que logren ser “líderes éticos y globales”. “El voluntariado es una herramienta para que los voluntarios aprendan”, confirma María Casanova, directora de Pandora.
Un ex coordinador de la ONG asegura que “funcionan como una empresa, pero con las facilidades que les aporta el reconocimiento de ONG y un marketing muy eficaz. Es, en realidad, una agencia de viajes de turismo solidario”, opina el ex coordinador.
El turismo solidario y el voluntariado internacional conforman una nueva tendencia que mira, principalmente, por ofrecer a los voluntarios experiencias de inmersión cultural y aprendizaje. El papel de Pandora es educar a sus clientes desde una perspectiva de ciudadano global, contribuyendo a que se forme de una forma auténtica y culturalmente empática.
“Había más desigualdad por nuestra culpa”
El coordinador que trabajó para Pandora, comenta que el problema viene al analizar la eficiencia de la organización de este tipo de programas de volunturismo, pues no llega a ser ni turismo, ni voluntariado. Aunque matiza: “No es que no sean eficientes, es que son perjudiciales. No ayudan a reducir la desigualdad, sino que ayudan a acrecentarla. Había más desigualdad por nuestra culpa”, asegura el ex coordinador.
Lo justifica declarando que las vacaciones solidarias generan en el pueblo de destino un ecosistema entorno al voluntariado que altera la economía local. Los habitantes, al ver que se están convirtiendo en algo turísticamente atractivo, dejan sus dedicaciones para ocupar otros puestos: familias que alojan a los voluntarios, guías, coordinadores… «Al fin y al cabo, se han especializado en una economía que no saben hasta cuándo va a ser tendencia», explica el ex integrante de Pandora.
“Generas un dinero, pero impides que surjan otras formas de organización y proyectos de emprendimiento local”
“El volunturismo los reorganiza, nosotros marcábamos las pautas de cómo tenían que funcionar”, afirma el coordinador. Los grupos de voluntarios llevan una serie de materiales, juguetes e ideas para educar y jugar con los niños… Que proponían, con toda la buena voluntad, pero desde una perspectiva occidental y, sobre todo, sin preguntar qué es realmente lo que necesitan. “Generas un dinero, pero impides que surjan otras formas de organización y proyectos de emprendimiento local”, asegura.
Por otro lado, el ex colaborador también considera negativo que los encargados de estar en guarderías y colegios sean menores de edad: “Si no estuvieran, surgiría la necesidad de organizarse de otra manera. En general, si no hubiéramos ido, tampoco hubiera pasado nada, al revés, hubiera sido positivo”, opina.
La directora de Pandora, María Casanova, justifica este hecho de la siguiente manera: “No realizan el trabajo de una persona cualificada, son jóvenes y cuentan con muy poca experiencia. Por ello, el voluntariado es una herramienta para que los voluntarios aprendan. No hacen la labor de un profesor o de un veterinario, colaboran en muchos aspectos, pero sobre todo son ellos los beneficiados”, asegura la directora.
El antiguo coordinador confiesa que la comunidad se beneficia económicamente a corto plazo pero que, a largo plazo, es muy perjudicial. “¿Realmente estás ayudando a una comunidad cuando estas imponiendo desde el exterior modelos económicos que no han surgido de manera local?”, se pregunta el ex coordinador.
Desde la dirección de la ONG, aseguran que la principal ayuda que recibe la comunidad de los voluntarios es la económica. “Se paga un importe para realizar el proyecto y con él se paga a todo el personal que está allí con ellos; esto ayuda a que el proyecto siga adelante. Hay proyectos que se han construido solo a base de voluntarios”, argumenta María Casanova.
“Lo más importante es el aprendizaje que adquieren nuestros voluntarios”
La directora de Pandora sostiene que se involucran en proyectos que perduran a lo largo del tiempo. “Apoyamos la economía de las personas involucradas en el proyecto. Bien es cierto que incluimos actividades turísticas, pero lo más importante es el aprendizaje que adquieren nuestros voluntarios”, asegura Casanova.
Lucía Muñoz fue una de las voluntarias de Pandora que viajó hace seis años a Kayamandi, un suburbio de Sudáfrica. Ella pagó 1800 euros por tres semanas que duró su experiencia. Tenía 17 años y lo vivió como una oportunidad reveladora que le hizo cambiar su perspectiva del mundo. “Adquirí competencias interculturales y maduré muchísimo gracias a esos niños”, corrobora la voluntaria.
«A día de hoy todavía no han sido transparentes con la gestión de la gran cantidad de dinero que invertimos, siendo que se presentan como una entidad sin ánimo de lucro»
A medida que fue creciendo, perdió su visión romántica e idealizada de su labor. «Percibí la experiencia como un verano solidario, como un viaje de turismo trasladado a una realidad diferente a la que acostumbraba a ver, pero que no dejaba de ser turismo, –algo paradójicamente contrario a lo que se nos explicó como cooperación en el curso de formación previo–. Y digo empresa porque a día de hoy todavía no han sido transparentes con la gestión de la gran cantidad de dinero que invertimos, siendo que se presentan como una entidad sin ánimo de lucro», corrobora la voluntaria Lucía Muñoz.
Desde Pandora, evalúan el feedback de las comunidades con las que colaboran, según comenta su directora. Cada que vez que se realiza un proyecto, reciben un dossier con los “aciertos” y las “cosas negativas” para cambiar todo lo que deben mejorar. “Es nuestro motor estar mejorando constantemente”, sostiene María Casanova.