A pesar de que “Django Desencadenado” (Django Unchained, 2012) tiene el nombre de ‘Django’ en su título, no tiene nada que ver con el clásico western de Sergio Corbucci (Django, 1966). Según Box Office Mojo, recaudó más de 30 millones de dólares en su primera semana de estreno, unas cifras que le sitúan en el número dos de los mejores estrenos de 2012 por detrás de ‘El Hobbit’, de Peter Jackson. Como todos sabemos, Quentin Tarantino no hace las cosas como todo el mundo, sino que hace SUS cosas. Es decir, esto no es un western corriente, es el western de Tarantino.
El Dr. King Schultz (Christoph Waltz), un perspicaz caza recompensas alemán que ejerció de dentista en el pasado se cruza a propósito en el camino de un esclavo (Jamie Foxx) que responde al nombre de Django –la “D” es muda-. El Dr. Schultz hace gala de su habilidad para la palabra y consigue finalmente liberar a Django de sus compradores en una cómica escena. El Dr. Schultz, como caza recompensas, debe capturar a los famosos hermanos Brittle, los cuales jamás ha visto, y para ello precisa la ayuda de Django. En su largo viaje, ambos congenian y encuentran un punto que les une. La mujer de Django, de nombre alemán y también esclava, despierta en Schultz un interés moral que le hará prometer que ayudará a Django a encontrar a su mujer cuando terminen el trabajo de los hermanos Brittle.
Más allá de ser una película de Tarantino, no es una película excesivamente sangrienta, sino que es bastante comedida en este aspecto (para lo que nos tiene acostumbrados). Siguen apareciendo esas escenas desproporcionadas en las que una persona vuela por los aires tras un simple disparo, pero el estilo gore-tarantinesco que todos conocemos no aflora hasta prácticamente el final de la película, dejando una de las mejores escenas del largometraje.
Las actuaciones, en general de todos, son lo mejor de la película, pero en especial he de destacar las de Leonardo Di Caprio y Christoph Waltz. Waltz es el humor personificado y Di Caprio aporta esa fuerza que Jamie Fox deja que desear. Waltz y Di Caprio eclipsan totalmente al protagonista, y aunque es Christoph el que está nominado al Óscar como mejor actor secundario, Leonardo no tiene absolutamente nada que envidiarle. Samuel L. Jackson también aparece y desempeña el papel de un anciano negro que, como Django, es libre y por ello su relación no tendrá nada de buena desde el primer momento en que se ven. Además, la esporádica participación de Jonah Hill en un asalto con sacos en la cabeza es sin duda una de las escenas más divertidas de la película.
La banda sonora es otro de los puntos fuertes de esta cinta, aunque aquí puede haber ciertas discrepancias. Pasamos de escuchar “I got a name” de Jim Croce a contextualizar una escena western con los versos del fallecido rapero americano 2Pac. Sin duda, es algo inusual, pero totalmente justificado. Más allá de ser considerado música, el rap es algo reivindicativo para la comunidad afroamericana, que es uno de los grandes protagonistas de esta película.
Pero no todo es de color de rosa. Ver una película en español y no en su versión original tiene el inconveniente del doblaje, y es que éste, una vez más es decepcionante. En la época en la que está ambientada la película, el índice de analfabetismo entre los esclavos negros era muy alto, pero de ahí a hacer que digan “¿Cá pasáu, manu?” en lugar de “¿Qué ha pasado, hermano?” en un idioma que es de todo menos español, hay un trecho. Lejos de eso, la película respondió gratamente a mis expectativas y a pesar de sus dos horas y cuarenta y cinco minutos goza de un buen ritmo y sobre todo no deja a nadie indiferente.
Por Luis Calles
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