El periodista alemán, Günter Wallraff, se disfraza de ciudadano turco (Ali Sinirlioğlu) para investigar de primera mano cómo son tratados los inmigrantes extranjeros, en especial los turcos, en la Alemania Occidental (República Federal Alemania) durante la década de los años 80.Para lograr su objetivo, Wallraff comienza a trabajar en diferentes empresas alemanas donde, en todas ellas, vive una enorme humillación y discriminación por parte de los jefes y compañeros de origen alemán. Además, las condiciones de trabajo a las que están expuestos los inmigrantes son pésimas y se evidencian los intereses económicos y la poca importancia que conceden a la ética en todos y cada uno de los trabajos que realiza Alí Sinirlioğlu.
Por otro lado, Wallraff expone las dos caras de la moneda tanto del sector político como del sector religioso (católico en este caso) demostrando la hipocresía y falta de moral que tienen algunas personas pertenecientes a estos ámbitos.
Se denomina ‘cabeza de turco’ a aquellas personas a quienes se hace culpable de algo que no son, para eximir a otras (RAE, 2001). Esto es, precisamente, lo que quiere demostrar Günter Wallraff con la obra: para los alemanes, los inmigrantes turcos que llegan a la República Federal de Alemania son el problema de todos los males y no son dignos de un trato cordial.
El libro trata, de forma especial, dos temas: el tema principal es la situación de los inmigrantes en la República Federal Alemana. Como tema secundario, aunque con una carga moral importante, es la superposición de una sociedad capitalista por encima, incluso, de la persona y el ser humano.
El primero de los temas mencionados es el objetivo principal de Günter Wallraff. El autor quiere denunciar las situaciones en las que se ven inmersos los inmigrantes. Para ello, haciéndose pasar por Alí Sinirlioğlu, realiza una infinidad de trabajos y experimenta el trato recibido de primera mano.
Quizá se hace algo repetitivo ya que, en cualquiera de las actividades realizadas, sea cual fuere su ámbito (restaurante de comida rápida, la construcción, fábricas…), la discriminación era evidente y las condiciones laborales eran infrahumanas. Además, se sabe que Günter Wallraff ya intuía lo que se iba a encontrar al transformarse en Alí Sinirlioğlu: “A partir de lo que contaban los amigos y muchas publicaciones pude formarme una idea acerca de la vida de los extranjeros en la República Federal. Sabía que casi la mitad de los extranjeros adolescentes padecen trastornos psíquicos al no poder digerir tantas y tan desproporcionadas exigencias como se les imponen” (Wallraff, 1987, pág. 8). Pero el lector ha de entender que para poder afirmar rotundamente y de forma general la discriminación, malos tratos y explotación laboral hacia los inmigrantes en Alemania se debe investigar en todos los ámbitos y situaciones del país.
Lo que importa es el dinero y el ser humano, el inmigrante no tienen ninguna importancia. Así, uno de los temas a los que Wallraff concede más importancia es al interés económico que tienen todas las empresas en Alemania. Más que interés, se puede decir que es obsesión por generar la mayor cantidad de dinero en el menor tiempo posible sin tener en cuenta ningún tipo de moral o ética, sobre todo con respecto a los inmigrantes. Tanto es así que Wallraff relata: “El trabajador denuncia condiciones de trabajo y métodos de explotación que – sólo retratados y no vividos y probados – jamás serían creídos” (Wallraff, 1987, pág. 53). “El director técnico se vale de falsas promesas para inducir a los trabajadores a que aumenten la productividad” (Wallraff, 1987, pág. 73).
Uno de los puntos fuertes de Cabeza de turco es que hace comprender, de manera muy satisfactoria al lector, todas las dificultades por las que tiene que pasar una persona que se haya visto a emigrar a otro país (en este caso a la Alemania Federal) para poder sobrevivir.
Al estar escrito el libro a través del periodismo gonzo los momentos críticos están contados con todo detalle y esto hace que el lector se introduzca en la historia por completo y pueda imaginarse, sin esfuerzo, la situación relatada por el autor.
Por otro lado, cabe mencionar que una de las cosas más importantes y positivas que consigue Wallraff con esta obra es la reflexión a la que llega el lector: ¿por qué, en los años 80, había más de dos millones de inmigrantes turcos en Alemania? Mientras lees las páginas de Cabeza de turco piensas que, en esos momentos, una persona turca que tuviera que emigrar, el último país que elegiría sería Alemania, pero la realidad no es así (Mila, 2011). Así, la siguiente pregunta irremediable a la que llega el lector es: ¿Cuáles son las condiciones de vida en Turquía para que prefieran emigrar a Alemania? Es verdad que a comienzos de los años 80 Turquía sufrió un golpe de Estado, pero años después muy pocos turcos volvían a su país de origen (Mila, 2011).
También cabe la reflexión de si esto pasaría en todos los países, si los ciudadanos de otros países tratarán de esta forma a los inmigrantes. Es más, sabiendo que han pasado varios años y que nos encontramos en el siglo XXI, el lector llega a hacerse la siguiente pregunta: ¿seguirá pasando?, y la única respuesta que cabe es: esperemos que no.
En especial, quiero mencionar la gran labor que realiza Wallraff con Cabeza de turco respecto a los políticos y los religiosos en Alemania. En mi opinión, es uno de los puntos más fuertes de la obra donde deja en evidencia a las personas pertenecientes a estos ámbitos y hace ver a la sociedad que, la mayoría de ellos, son personas hipócritas y no aplican a la vida real lo que predican o en lo que creen. El político demócrata cristiano , Richard von Weizsácker, utilizó el deporte más seguido y mediático del mundo, el fútbol, para dirigirse a la sociedad y decir: “Queremos hacer de este encuentro de fútbol germano-turco una demostración de la buena y pacífica convivencia entre alemanes y turcos en nuestra ciudad. Vamos a convertirlo en una prueba del entendimiento entre los pueblos” (Wallraff, 1987, pág. 13). Mientras, en la vida cotidiana estaba permitiendo las condiciones infrahumanas de los turcos en sus trabajos. Por otro lado, el sector religioso, predica unas palabras pero, en la práctica, no las aplica. Así, Alí Sinirlioğlu le costó varios intentos poder bautizarse ya que todos los sacerdotes le ponían pegas por ser turco o le mandaban a sus ‘superiores’ para quitarse esa responsabilidad. Algunos comentarios tan duros como estos: “Además, no admitimos a todo el mundo en nuestra comunidad” (Wallraff, 1987, pág. 33), “Para elementos sin conciencia no hay sitio entre nosotros” (Wallraff, 1987, pág. 41), “Lo que vosotros pretendéis es tener vivienda y trabajo, ¿no?” (Wallraff, 1987, pág. 45).
En Cabeza de turco también podemos encontrar alguna debilidad por parte del autor. Como se ha mencionado anteriormente, entra al detalle en todos los trabajos y tareas realizadas y el recibimiento que consigue Alí Sinirlioğlu es parecido en todos los sitios. Por esto, se hace algo repetitivo.
Por otro lado, el autor pasa de un trabajo a otro, de una actividad a otra sin saber cómo lo ha hecho. Es decir, el lector no sabe cómo Alí Sinirlioğlu ha conseguido ese trabajo o la casa en la que vive, entre otras cosas. Se evidencia que esas situaciones no son importantes y son tarea fácil, incluso para un inmigrante turco, pero en mi opinión merecería la pena poder comparar el trato recibido en las empresas con situaciones cotidianas en las que, quizá, se trate a los turcos como lo que son, una persona más.
La importancia que ha tenido Cabeza de turco en el campo del humanismo y la sociedad es más que obvia. Esta obra ha conseguido desvelar y denunciar situaciones inhumanas y abrir paso a investigaciones sociales sobre el trato y la precariedad de los inmigrantes, en especial en Alemania, y sobre el estilo de vida social en Turquía.
“Toda personas debe llevar una vida digna porque la fuente última de la dignidad del hombre es condición como persona” (Yepes y Aranguren, 2003, pág. 1). Y es que toda persona, se encuentre en la situación en la que se encuentre tiene derecho a tener una vida digna. Así, esta obra denuncia los hechos relatados para intentar solventar el problema y la situación por las que estaban pasando los inmigrantes turcos en Alemania.
Günter Wallraff lo que pretendía con Cabeza de turco era limpiar el infierno en el que se encontraban miles de turcos en Alemania y mejorar su calidad de vida. En mi opinión, el objetivo de Wallraff con esta obra es muy claro y lo consigue plenamente.
Por otro lado, Wallraff destapa un gran descubrimiento sobre el problema de la xenofobia y el racismo en Alemania y las situaciones precarias por las que están pasando los inmigrantes turcos. Como se ha comentado, la obra da pie a otras investigaciones sociales sobre el tema y a denunciar a las empresas y personas que realicen actividades ilegales.
Günter Wallraff en Cabeza de turco expone la vida de un inmigrante turco después de haberla vivido él mismo durante dos años haciéndose pasar por Alí Sinirlioğlu. Wallraff logra el objetivo principal del libro que es denunciar la situación social en la que se encuentran los inmigrantes, en especial los turcos, en Alemania durante los años 80.
La calidad de la obra es excelente ya que, al realizar el periodismo gonzo, Wallraff puede dar todos los detalles que con un periodismo de investigación no hubiera obtenido. Así, hace que el lector se imagine con mayor facilidad todos los momentos y la precariedad por la que tenían que pasar.
Por otro lado echo de menos el relato de situaciones más comunes como en los momentos de ocio o en el piso con sus compañeros turcos. Wallraff se centra demasiado en los lugares de trabajo y deja de lado la vida social de Alí Sinirlioğlu.
Por último, se debe comentar que Cabeza de turco es una gran aportación al mundo del humanismo, la ética y la moral para hacer reflexionar al lector de que todos necesitamos una vida digna por el mero hecho de ser personas. Cabeza de turco ha contribuido a mejorar la situación de los inmigrantes turcos en Alemania y de los inmigrantes en general.
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