A pesar de ser uno de los oficios más antiguos, la luthería (construcción de instrumentos recuerda) es una profesión de poca tradición en España y que por tanto bien pocos conocen. Las asociaciones y los centros de formación del gremio son prácticamente inexistentes en el país, lo que se traduce en una escasa oferta de talleres de construcción y reparación. En 2009, Lison Bettler y Etienne Bellanger, profesionales de la luthería de escuela francesa, decidieron abrir en Zaragoza su propio taller, ahora se ha convertido en lugar de referencia para todo profesional de la música.
El Revanastrón es un instrumento musical de cuerda, el antecedente histórico más remoto del violín ya que se remonta a 3.000 años a.C. De este modo, el origen del oficio del luthier se remonta históricamente a las civilizaciones antiguas.
“Es un oficio que hace soñar, pero cuando pasas al trabajo cambia un poco todo y esa pasión que tienes al principio la tienes que mantener. Es como una mujer, hay que hacer un esfuerzo para seguir adelante”, afirma Etienne Bellanger. “Yo tengo siempre esta pasión y me gusta mucho la luthería. No se si sería capaz de hacer otra cosa”.
Durante el Renacimiento los luthiers adquieren verdadero reconocimiento. En un principio, estaban considerados del gremio del trabajo de la madera junto a la carpintería y la ebanistería. Pero poco a poco fueron especializándose y consolidándose como oficio independiente con su respectivo proceso de aprendizaje que actualmente se alarga a diez años.
“Lo veo como un oficio artesanal, aunque lleva también una parte artística. Cuando se trata de reparación es algo completamente técnico y cuando se trata de fabricación es un trabajo más personal, quizá más artístico”, afirma Lison Bettler. “Con 7 años empecé a tocar el violín y fui con mis padres a alquilar uno a un taller de lutheria. Desde este momento, cuando ví el taller con todas las herramientas, la madera etc. tuve clarísimo que me dedicaría a la luthería”.
Lison Bettler y Etienne Bellanger son dos profesionales del oficio de origen francés que desarrollaron su proceso de aprendizaje en la escuela francesa. Posteriormente decidieron abrir su propio taller en el casco histórico de Zaragoza en 2009 como lugar estratégico en el noroeste del país.
Bettler añade: “Después del largo camino de aprendizaje tenía ganas de trabajar según mis propias ideas, por ello decidimos abrir nuestro propio taller. Elegimos España porque había pocos luthieres con una formación de verdad y muchos violinistas españoles viajan hasta Francia para hacer sus arreglos. A nivel personal también nos gustaba la idea de vivir en el extranjero, enseñar a nuestra hija otro país y aprender otro idioma”.
El oficio del luthier se basa en una dura y larga trayectoria precedida de un proceso de aprendizaje que se alarga diez años en el tiempo. “Hay que tener mucho ánimo, la gente te dice que no te dediques a esto porque es un trabajo muy difícil con el que no vas a poder vivir, pero yo prefiero ganar poco y hacer lo que me gusta”, afirma Bellanger.
La formación de todo luthier se alarga hasta diez años. En el caso de Bettler, empezó la escuela nacional de lutheria de Mirecourt con 14 años, donde estudió durante tres años la fabricación y durante dos la restauración. En esta temporada pasó mucho tiempo en varios talleres para aprender de varios maestros. Después de la escuela trabajó un año en el taller de Laurent GAYRAUD en Poitiers y cuatro en el taller de Frédéric BECKER en Montpellier, donde aprendió también arquería, un oficio muy diferente al del luthier.
Tras el largo proceso de aprendizaje se prepara una dura profesión de largas horas de trabajo. Etienne y Bellanger trabajan de lunes a sábado mañana y tarde sin apenas descanso. “Vivir completamente de la fabricación es muy difícil, así que proponemos también todos los servicios de un taller de luthería como encerdar los arcos, reparaciones, ventas de accesorios como cuerdas o ventas de violines para alumnos”, afirma Bettler.
“En España es un oficio muy desconocido, y la gente no sabe que requiere una formación muy precisa y amplia. Aquí hay gente se autodenomina luthier sin ningún tipo de formación. Eso es una consecuencia de que España no tiene tradición de luthería de violines. Creo que la mayoría de la gente ni sabe que existe tal oficio”, añade.
De hecho en España tan solo encontramos dos asociaciones en torno al oficio de la luthería.La AsociaciónEspañolade Luthiers y Arqueteros Profesionales (AELAP) es una de ellas cuyos objetivos principales son fomentar la luthería contemporánea y moderna clásica, luchar contra el intrusismo en la profesión y ofrecer asesoramiento a quién lo solicite.
Por otra parte está el Gremio de Luthiers y Arqueros de España (GLAE), una asociación sin ánimo de lucro constituida por profesionales de la construcción y la restauración de instrumentos musicales. Entre los principales objetivos del Gremio destaca el fomento de la luthería que se realiza en España, impulsar el acercamiento de la luthería al músico y apoyar y fomentar la creación de nuevos instrumentos y arcos y la conservación de los antiguos.
El Conservatorio de Música Juan Crisóstomo de Arriaga de Bilbao es la única institución de España que ofrece una escuela de luthería. Esta fue fundada en el año 1986 por D. Jesús Alonso Moral y actualmente imparte las enseñanzas de Construcción de Instrumentos de Arco (violín, viola y violoncello) donde se aprenden métodos y técnicas artesanales de construcción en una duración de tres cursos académicos.
Entre el arte y la artesanía
La construcción de los instrumentos de cuerda clásicos es un proceso muy largo que se extiende hasta dos meses de trabajo a tiempo completo para un violín y que implica un proceso de trabajo que es el mismo de hace cuatro siglos. En el taller de Bellanger y Bettler todo es música: la música se ve en los instrumentos, en las maderas, en los barnices, la música se escucha en las sonatas de acompañamiento al trabajo y se toca y se huele en las virutas de madera.
“Empezamos por dibujar el modelo del instrumento y elegimos la madera que al principio son trozos cuadrados y grandes: abeto para la tapa y arco para el fondo, aros y cabeza. Hacemos las piezas, es decir, la tallamos a mano, la bodega del instrumento es como en la escultura la masa de la madera y una vez que se consiguen las piezas talladas se monta el instrumento”, explica Bettler.
“Un componente muy importante del instrumento es el barniz, nosotros fabricamos nuestros propios barnices de aceite”, afirma Etienne. Tal importancia alcanza este material que los expertos dicen que la perfección de los stradivarius radica en el barniz usado. Este barniz, más intenso que otros, conseguía proteger al instrumento y reforzar sus cualidades sonoras. “Hay tantas cosas que al final casi todo influye en el resultado sonoro, sin olvidar la calidad de las cuerdas”.
Pero la luthería va más allá del proceso de construcción. Bellanger confiesa: “Toda esta esfera me fascina, engancha y luego te metes en eso. Intento crear un instrumento que tenga significado para el músico, esto es lo interesante y lo complicado. Cada luthier busca su violín perfecto de la misma manera que los alquimistas buscaban la fabricación del oro”.
Según Bellanger, cualquiera puede hacer un violín, lo que es difícil es conceptualizar la idea del sonido que se desea: “Lo importante es tener sensibilidad musical, por ejemplo, cuando hago un violín, no estoy pensado en el violín, estoy pensando en el sonido que me gusta del violín. Hay mucha gente que pone detrás de todo esto cierto ‘misterio’, yo pienso que el secreto de las buenas cosas es la sencillez. La belleza de las cosas es sencilla, al revés, la complicación es muy fría siempre”.
El largo y duro proceso de formación y de construcción, todo el esfuerzo y la tenacidad que el profesional ha puesto a lo largo de años, queda reflejado en el propio instrumento. “Lo que más me aporta es cuando un músico está realmente contento, cuando un músico esta tocando con un instrumento que has hecho tú o siente mucho place al tocar ese un instrumento que has hecho. Te das cuenta que todo el trabajo que has hecho antes sirve de algo”, asegura Bellanger.
El alma es aquella pieza que sostiene en el interior del instrumento la presión de las capas (delantera y trasera) de las que se compone. Es una pieza fundamental en los instrumentos de cuerda ya que de ella depende la buena sonoridad del instrumento. El alma, presente por tanto en el instrumento, el la música y en el propio luthier, ayudará a encontrar la alquimia de los instrumentos de cuerda y con ello, el instrumento perfecto.
Informa: Noemí Rodrigo
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