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Mirada a la esperanza

Miles de mascotas son abandonadas cada año por sus dueños a causa de las más diversas razones. La experiencia supone un antes y un después para los animales que pasan de ser el “rey” de la casa a uno más en el mundo. Pero el fin de la historia no está en el abandono, tras él se abre un nuevo camino de esperanza.

El inicio de la penitencia

A la situación antes mencionada se tuvieron que enfrentar los más de 100.000 perros que fueron dejados a un lado y recogidos por distintas entidades de protección de animales, según datos facilitados por el estudio de la Fundación Affinity sobre el abandono de animales de compañía en el año 2010.  “Nosotros más que de causas hablamos de excusas, porque en el fondo lo que subyace es la falta de responsabilidad ante lo que implica la tenencia responsable de un animal de compañía”, expresa el gabinete de comunicación de la Asociación Nacional de Amigos de los Animales (ANAA). Según esta misma organización, y como corroboran los datos del estudio nacional de la Fundación Affinity, las personas que deciden desentenderse de un animal lo hacen por: temas económicos (13,2% de los abandonos), cambios de la situación familiar (28,6 %) alergias (7,7%) o en el caso de perros de caza por el fin de la temporada útil (10,4%).

Pero tomando un caso concreto, Rosa Arenas, voluntaria de la Asociación Protectora Armantes se muestra tajante: “En España no hay concienciación sobre esterilizar a los perros y cuando hay camadas bastante grandes la gente opta o por abandonar a los cachorros o por matarlos”.

Desde ANAA apuntan que los animales que son abandonados se encuentran con “daños físicos producidos por la falta de alimento y agua, por los parásitos y otras enfermedades”. A todo ello se suman también los atropellos. Pero hasta aquí la parte que se ve, debajo del pelo se puede encontrar el maltrato psicológico. Según expresa el gabinete de comunicación de ANAA: “Ambas heridas hay que sanarlas. Lo que sorprende es la capacidad de recuperación de estos animales en cuanto se les da un mínimo de cuidados y atención”.

Un rayo de esperanza

Tras encontrarse sin nada, bien sea en la puerta de un centro de recogida o en medio de un descampado, el siguiente paso es la aparición de ese destello de esperanza que toma forma en las entidades preocupadas por recoger a estos animales y evitar un sufrimiento innecesario.

Asociaciones como “Armantes” tienen en sus estatutos un “radio” de actuación delimitado a la zona que rodea a su sede, en este caso a la Comarca de Calatayud. “Nuestro ámbito es comarcal, pero también recogemos perros de otros muchos sitios”, apunta Rosa Arenas, miembro de APARMANTES. Esta organización bilbilitana conformada por 4 voluntarios fijos y algunos más que van rotando, tiene capacidad para atender a unos 40 animales al mismo tiempo y durante el año habrán pasado por sus instalaciones más de un centenar de perros. Pero el concepto de instalaciones en este caso es muy extenso: se incluyen las casas de acogida. En el caso de ANAA cuya sede esta en Madrid, tiene una capacidad para atender a unos 2.000 ejemplares al año. Su estructura interna así se lo permite: capacidad para más de 180 animales, 11 trabajadores y 104 voluntarios.

Según apuntan los datos del estudio de la Fundación Affinity, desde 2008, el segundo cuatrimestre es el periodo durante el que más perros se recogen. En lo que se refiere al año 2010 un 34,7% de las recogidas se produjo durante estos meses.

Las entidades protectoras, como norma general, suelen comenzar su labor tras una llamada telefónica. En el caso de ANAA, suelen recibir varios avisos al día ante los que han de preparar una lista para gestionar su entrada en el centro. “Es así, pero tenemos esa espina, no podemos atender a todos”, comenta la responsable de comunicación de ANAA. En el mismo sentido se muestra Rosa Arenas de APARMANTES: “Todos estamos siempre igual, cada uno de los centros está a reventar”.

Del total de perros abandonados, las entidades protectoras encuentran a más del 60% mientras que el 40% restante es conducido a los centros. De este último porcentaje, más de la mitad de los animales son llevados por personas ajenas a su posesión, es decir, por personas que vista la situación de desamparo del animal se deciden a conducirlo hasta la sede de alguna de estas organizaciones para que se hagan cargo. En el caso de APARMANTES, son habituales las salidas a Calatayud o a los pueblos de alrededor para recoger algún perro que ha sido visto merodeando sin rumbo o que se ha encontrado sin dueño. Como relata Concha Olivas, miembro de la asociación: “Hace unos días tuvimos que salir al centro de Calatayud a recoger una camada de ¡6 cachorros!”.

La vida en el nuevo ‘hogar’

Si el animal tiene suerte y logra ser atendido por la organización entra a formar parte de una “gran familia” conformada por los voluntarios y el resto de perros. Es esto o la perrera municipal, donde el futuro es de otro color. “La administración posee un planteamiento basado en el sacrificio sistemático”, esgrimen como crítica desde ANAA.

Por su parte en el centro, los voluntarios se erigen como figuras fundamentales. Es en ellos en quienes los perros van a depositar su confianza a partir de su entrada. Así pues cada gesto del voluntario será un detalle de suma importancia. Concha Olivas, voluntaria de APARMANTES, se muestra clara: “Ellos necesitan cariño han recibido un palo muy duro y no saben la razón. Desde el momento en el que entran somos nosotros quienes les debemos atención y también cariño”.

Pero no solo van a contar con la compañía de los voluntarios. En el caso de  APARMANTES, más de 30 perros se congregan en las instalaciones formando una gran familia. Marisol García, voluntaria de la asociación bilbilitana, cuenta alguna de las experiencias: “Cuando llega uno nuevo, todos se alborotan, quieren saber quién es el nuevo y en que ‘plan’ viene”. El recién llegado debe someterse al recibimiento de sus compañeros pues, como es en el caso de APARMANTES, compartirá espacio con por lo menos otros 2 perros. Cada chenil cuenta con un grupo de animales que tiene unas buenas relaciones y donde su carácter no va a ser un impedimento.

Desde ANAA establecen un procedimiento propio desde el momento en el que un animal entra en el centro. Lo primero tras la acogida es realizar una exhaustiva revisión del estado del animal, como ya se ha mencionado antes muchos de los que ingresan en el centro han sido heridos por el maltrato físico, se han visto carentes de alimento o las secuelas psicológicas están muy arraigadas. Posteriormente, los responsables del centro llevan al perro a que se someta al análisis de un experto. En este caso, el veterinario identificara aquellos pasos que es necesario dar. Por ello, puede que sean vacunados, desparasitados, identificados y esterilizados. Todo dependerá de cada caso, por supuesto, algunos llegarán en mejores condiciones que otros y no necesitarán ser identificados o por el contrario sí que deberán ser esterilizados.

Al igual que en los cuidados necesarios, la estancia se prolongará durante un periodo de tiempo diferente. “Hay perros que por diversas enfermedades o por problemas físicos no resultan tan atractivos de cara a los adoptantes”, dice Concha Olivas. Su labor dentro de la asociación se atisba fundamental para el desarrollo de la actividad diaria. Como se aprecia en una de las imágenes que acompañan al texto, Concha atiende a Linda, uno de los animales que ‘residen’ en el centro de APARMANTES en las cercanías de Calatayud.

¿Y cómo se sostienen estas organizaciones? Físicamente en la labor de personas como Concha. Ella es una de las voluntarias con mayor peso dentro de la asociación. Pero no esta sola, Rosa Arenas, Marisol García o Mamen Vega son los otros apoyos sólidos de APARMANTES, personas que por su dedicación mantienen a diario la actividad que desarrolla la entidad. ¿Y  que hay del plano económico? Gracias a las cuotas que pagan sus socios, la asociación puede adquirir todos los elementos necesarios. Según el estudio sobre el abandono animal de la Fundación Affinity, las entidades de protección de los animales destinan el 39,4% de sus ingresos a sufragar los gastos en salud y veterinarios a lo que se suma otro 23,4% que se dedica a la compra de alimentos. Además, en el caso de APARMANTES, algunas empresas ceden materiales que iban a ser eliminados para que la organización pueda darles un último uso.

Una nueva oportunidad: la adopción

“Si adoptas, salvas dos vidas: la del animal adoptado y la del compañero que ocupará su lugar”, este es uno de los lemas de ANAA y a fin de cuentas se constituye en una verdad inapelable. La saturación a la que anteriormente hacían referencia las cifras o las vivencias de Rosa Arenas hacen que la vacante por la salida de un perro otorgue una oportunidad a otro animal que vaya a comenzar el mismo proceso.

Empieza aquí una nueva fase, un periodo crucial para la vida del animal. Se abre ante sí una oportunidad, una nueva ocasión para demostrar el cariño que lleva dentro, para convertirse de una vez por todas, en insustituible. Para no volver a caerse del tren.

Pero no todo resulta sencillo, nada está trillado de antemano. Antes de dar a un animal en adopción hay muchos pasos. En el caso de ANAA, sus responsables buscan que los responsables que se harán cargo de cada animal le proporcionen “un hogar definitivo donde él tenga su oportunidad de vivir una vida digna y feliz”. De forma más especifica, esta asociación madrileña se asegura de que cada persona “adopte el animal más adecuado para su tipo de vida, su trabajo, sus aficiones, su edad, su dedicación y su vivienda”. Por último, los adoptantes son aconsejados sobre la tenencia responsable y los cuidados que, según la especie, edad, carácter y raza, necesita el animal. Al fin y al cabo, toda precaución es poca y nunca es tarde para evitar una nueva caída.

Según los datos de la fundación Affinity, en 2010, el 44,8% de los perros que ingresaron en un centro fueron adoptados. Pero dentro del global un 17,2% regresó al centro y un 15,7% no salió del refugio. La cifra de adopciones en el último año superó en más de un 15%  a las cifras marcadas en el año 2009.

Un caso que no se incluye dentro de ese 44% es el que protagonizan Javier e Inés. Esta última, un galgo hembra de unos 2 años, fue encontrada en medio del bosque por Javier Latorre: “Salimos al campo y nos la encontramos allí desamparada”. El caso de Inés es peliagudo: al ser un perro utilizado para la caza, una vez terminada la temporada fue abandonada. Hasta aquí el caso puede sonar corriente. “Su dueño le debió disparar a la cara, apenas ve y tiene perdigones clavados por todo el cuerpo”, relata Latorre. Si bien Inés no sigue la historia hasta ahora relatada es porque Javier lo evitó. Desde un principio la perra ha formado parte de su familia y todos en su casa se han adaptado a ella. “Cada día salimos a pasear, además en el caso de Inés ella lo necesita, lo lleva inscrito en su raza”, comenta Javier que es profesor en el IES Leonardo de Chabacier de Calatayud. Pero siguiendo con la línea, los animales que residen en los centros también encuentran su oportunidad. Nanuk, el perro que aparece en otra de las fotografías, fue adoptado a los pocos días de entrar. Y como él, son varios los perros que han ido saliendo del centro de APARMANTES con destino a sus nuevos hogares.

Volviendo a ese 44,8% de perros adoptados hay un dato que llama la atención: un 21,5% son reclamados desde el extranjero. Estas son las ventajas de la llamada era digital y las tecnologías. Una persona que resida en Alemania y que se muestre interesada en salvar la vida de un animal puede hacerlo desde miles de kilómetros de distancia. El proceso no es nada sencillo: “Tenemos que preparar una gran cantidad de documentación, coordinar con la DGA ya que al otro lado de la frontera son muy exigentes”, explica Rosa Olivas. Las normativas de sanidad e higiene francesas hacen obligatorio que cada animal vaya acompañado de una cartilla en la que se asegure su buen estado de salud.

Todo un camino por recorrer

La senda esta tomada. Miles son los animales que salvan sus vidas gracias a la labor que realizan las protectoras de animales, pero nadie se da por satisfecho: “Queda mucho por hacer, en el futuro todas las asociaciones deben estar unidas e ir en la misma dirección para lograr un objetivo común”, esgrimen desde ANAA. La senda esta tomada, pero ahora queda un largo camino por recorrer.

Escrito por: Jorge Zorraquín, alumno de 3º de Periodismo de la Universidad San Jorge

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Redaccion

1 Comentario

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  • Gracias por dar a conocer la dura tarea diaria en la vida de una protectora de animales y el  continuo y gran esfuerzo de sus voluntarios.
    El artículo refleja con total veracidad los muchos abandonos y maltratos que tienen lugar en nuestro país.
    Esperamos que sirva para que más personas se animen a adoptar dejando, así, un lugar para otro perro que ha tenido la misma mala suerte.
    Nuestro más profundo agradecimiento a los autores de este ilustrativo trabajo periodístico, en nombre de la protectora ARMANTES.
    Saludos. Rosa Arenas (portavoz de dicha protectora).

Universidad San Jorge