El cinco de febrero se subastó un retrato de Picasso a su amante y “musa de oro” Marie-Therese Walter por 28,6 millones de libras (33 millones de euros) en una subasta de arte impresionista, moderno y surrealista en Londres. A lo largo de la noche, se recaudaron 121,1 millones de libras entre todos los cuadros vendidos, cumpliendo las previsiones de la casa Sotherby’s entre 103 y 149 millones de libras.
Esta subasta no es un caso aislado, ya que los precios de las obras de arte más buscadas se han disparado en los últimos años a pesar de la crisis económica. Los grandes coleccionistas de arte, en este momento, se encuentran en China, Rusia, Oriente Próximo, Europa y Estados Unidos.
Distinta estima se ha tenido hasta las vanguardias artísticas al arte africano el cual ha sido menospreciado por el mundo occidental y sus expresiones mantenidas al margen de la Historia del Arte. En 1915, ensayos como Negerplastik de Carl Einstein empezaban a dar al Arte Negro el papel que merecía en un mundo en el que ha llegado a influir a artistas de gran renombre como Picasso
Por ello, el Centro Joaquín Roncal acoge hasta el día 23 de febrero la exposición de arte africano organizada por la Universidad de Zaragoza. A través de 50 piezas talladas en madera, se dan las claves necesarias para comprender esta cultura y se desafía al espectador preguntándole si estas esculturas son más o menos válidas que el David de Miguel Ángel.
Al igual que existe una gran diversidad cultura africana, también existen diferentes tipologías de arte africano. Las piezas exhibidas, en esta exposición son tallas, máscaras y objetos tribales procedentes de varias regiones de África. Estas obras manifiestan diferentes modos de vida, formas de entender la economía, las relaciones sociales, el trabajo y, sobre todo, las creencias y el pensamiento de su continente.
La escultura tribal africana es profundamente humanista y sus temas principales son la vida y la muerte. La vida está representada por la fertilidad: la fertilidad animal equivale a la del campo y esta a la del hombre. Si el hombre es fértil se reproduce y la tribu se perpetuará. La mujer es entendida exclusivamente como madre y en sus esculturas se destacan los senos, caderas y en la mayoría, cargan con sus hijos en la espalda. Por otro lado, la muerte está vinculada con los antepasados que continúan en nuestro mundo e influyen en la vida cotidiana. Para ellos, el parentesco es de vital importancia y lo reflejan en sus esculturas con la exaltación del ombligo. Consideran el linaje algo vital por ser lo que diferencia a unas tribus de otras.
El artista del arte tribal africano acoge desde el campesino con habilidad para tallar con un cuchillo, el herrero que prepara los objetos para las ceremonias, el hechicero que desarrolla los rituales hasta el artista, tal y como lo concebimos, de gran fama y reconocimiento. Muchas de estas esculturas eran presentadas en ceremonias que festejan la evolución del individuo y su cambio de estatus o su reconocimiento en algún conocimiento.
Su material estrella es la madera blanda y fácil de tallar, nunca superior al medio metro de altura. Normalmente, se talla de forma directa y sin bocetos previos. No les importa demasiado el acabado y respetan la naturaleza e imperfecciones de la propia madera. Alguna de las esculturas está cubierta de una espeta pátina conseguida de los sacrificios animales o incluso pelo natural.
No se debe entender el arte africano como algo homogéneo ya que África es un extenso continente que cuenta con diversidad de expresiones artísticas. Aunque gran parte de sus obras no respetan las proporciones reales del ser humano y destacan los elementos que para ellos representan la fertilidad, hay otra corriente que realiza un tipo de escultura realista con técnicas complejas como el bronce o la cera perdida que sí respeta estas proporciones.
El arte en este continente tiene unos principios y fines diferentes al europeo por lo que también debemos juzgarlo desde otros criterios. David Almazán, profesor ayudante del Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza y comisario de esta exposición, destaca: “No debemos mirar las esculturas africanas del mismo modo que nos acercamos a contemplar el David de Miguel Ángel. (…) Frente al reconocimiento de Miguel Ángel, el escultor africano ha quedado en el anonimato. Frente a la genialidad individual, África prefiere la colectividad de la tribu. Frente a la nobleza del mármol, África talla en madera sus objetos rituales.
Sin embargo, y aunque creamos que este arte es muy diferente al de europeos como Picasso, lo cierto es que “Picasso no hubiera sido Picasso sin el Arte Negro como modelo”. En la segunda mitad del siglo XIX, los modelos pictóricos dejaron de ser los ofrecidos por las Academias y los artistas finiseculares y de las primeras vanguardias buscaron la inspiración en otras realidades. Las realidades más próximas aparecieron en forma de esculturas y tallas africanas a través de los museos coloniales de las grandes metrópolis como París. De este modo, configuró Picasso una nueva concepción de representación especial que caracterizará a sus obras.
El cuadro de Las Señoritas de Avignom muestra esta influencia. Picasso trasfiere las máscaras de origen africano como rostros femeninos y todas las figuras sufren su nueva concepción espacial. Del arte primitivo obtiene la elementalidad, se va a interesar por sus formas simplificadas, sus proporciones no naturalistas y las posturas de las tallas.
La exposición de Siete esculturas africanas frente al David de Miguel Ángel está abierta al público hasta el 23 de febrero en el Centro Joaquín Roncal de 9 a 14 horas y de 17 a 21 horas.
Informa: Leyre Beazcochea
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