Entrevistas

Abrir ojos y fronteras

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Charlemagne Gómez, Doctora en Derechos Humanos y Democratización

El pasado 10 de diciembre con motivo de la celebración del día de los Derechos Humanos y gracias al grado de Traducción e Interpretación de la Universidad San Jorge tuvimos la suerte de poder conversar con Charlemagne Gómez.

Doctora en derechos humanos y democratización por la Universidad de Padua (Italia) ha trabajado como evaluadora de proyectos, formadora y asesora de diversos organismos internacionales. Ella optimista, vital y cercana con una experiencia marcada por un currículum marcado por viajes a más de 40 países.

Con esta “loca que va a países locos” viajamos por sus misiones en el proceso electoral  en Afganistán, Libia y Nepal o por la democratización de Timor del Este.

Tuvimos una oportunidad de oro para descubrir de cerca realidades que no aparecen en los medios de comunicación. Con actitud crítica Charlemagne, evaluadora y formadora de Naciones Unidad nos abre ojos y fronteras.

D.D. Durante 15 años has estado en más de 40 países. ¿En cuál crees que queda más por mejorar en materia de Derechos Humanos?

C.G. Afganistán sería uno de ellos. Libia está pasando una etapa malísima. Podría ser un ejemplo de que Naciones Unidas y la Comunidad Internacional no vieron lo que estaba pasando realmente y ahora hay una inestabilidad total.

El principal problema que reasentan estos países es la falta de seguridad. Sin seguridad no se puede hacer nada. No se puede construir en materia de derechos como educación o sanidad si al salir a la calle te matan.

D.D ¿En qué país consideras que ha sido más eficaz la intervención de Naciones Unidas?

C.G. Actualmente Guatemala y México son los países dónde se matan a más mujeres. Pero es cierto que a pesar de ello Latinoamérica ha mejorado mucho en los últimos 20 años. Países como Ruanda o Mozambique están mejorando en materia de desarrollo humano.

D.D. Imagino que estarás acostumbrada a ver muchas injusticias pero… ¿Hay algún caso que te haya tocado especialmente?

C.G. En Afganistán cuando estaba trabajando en materia de derechos humanos trabajaba para mí una señora de la limpieza. Un día me comentó que su marido abusaba de ella. Fue valiente y decidió irse de su casa. El problema es que esto en Afganistán es un crimen. Yo conocía al jefe de la policía y vi como metió a esta mujer a la cárcel porque según él el pueblo estaba esperando que hiciera eso.

D.D. Viajando y en movimiento constante…mentalmente ¿Cómo haces para mantener ese optimismo?

C.G. Si no fuera así no lo haría. Si no puedes ir no vayas. En 2010 salí de Afganistán porque tenía a muchos colegas que habían matado. Moralmente empecé a estar en desacuerdo con la Comunidad Internacional ya que muchas veces la Comisión Europea tenía clara las fechas de salida pero no metas establecidas y objetivos con visión de mejora.

Esto moralmente me afectó muchísimo. Pienso que solo pensando un poco, hablando, se podría mejorar. Se han visto cosas buenas. Mujeres agradecidas con la oportunidad de tener la oportunidad de formarse en derechos de la mujer.

D.D. ¿Qué falla en este sistema?

C.G. Hay mucho trabajo que no estamos haciendo bien, la comunidad internacional y las embajadas tenemos proyectos de dos años y queremos un resultado inmediato.

Es un proceso lento… se necesita cambiar la mentalidad de las personas. Hay que llegar hasta el pueblo pero para ellono basta con las leyes escritas en papel. Saber qué es lo que sucede, no hay ley que valga cuando el pueblo está demasiado preocupado por lo que van a comer mañana.

D.D. Relacionada siempre con la esfera política pero… ¿También tienes relación con la «gente real»?

C.G. Empecé en lo que se conoce como “grass root”. He trabajado en todos los campos. Siempre tengo mis propias causas, ayudar en la medida que pueda y por eso creo que hay que empezar por la política. Ellos tienen que ser los responsables, son los que han firmado el papel.

Me gusta ver y cambiar la realidad a un nivel más alto porque creo que desde ahí se pueden cambiar muchas vidas. Cambiar la realidad de las personas. Se necesita más gente de las bases en la política y muchas veces no entienden la realidad de vivir en un pueblo con 2 dólares al día. Lo más importante es ser humana: ayudar a la gente a tener los derechos que deben tener.

D.D. Hay muchos conflictos de los que muchas personas no han oído hablar, olvidados por los medios de comunicación ¿Qué países están inmersos en conflictos en la actualidad y que no conocemos?

C.G. Aquí podemos ver el ejemplo de Afganistán. Antes era la moda, ahora muere más gente que nunca y no aparece en los medios.

Parece que Oriente Medio está de moda mientras que por ejemplo África es el gran desconocido. Depende de lo que pase en un cierto momento y lo que sea más “sexy”

D.D. Me parece muy significativo que en Afganistán la violencia de género ha aumentado a raíz de la intervención de los Organismos Internacionales ¿Qué ha pasado?

C.G. Hemos intentado imponerlo y esto es lo peor que podemos hacer. Cada día hay más gente con el velo porque intentan oponerse a lo que decimos que son los valores occidentales. Hay un rechazo a eso.

D.D. Durante tu charla has dejado claro la importancia de los idiomas. Con tu experiencia en política… ¿Qué opinas del nivel que hay en materia de idiomas?

C.G. Me he encontrado con muchos casos escandalosos. Por ejemplo en la embajada británica de Latinoamérica solo hablan buen español los españoles, el resto lo hace en inglés. Con esto se pierde el contacto, así no se puede tener ni una conversación.

La calidad política depende también de la fluidez con que los diplomáticos hablan los idiomas y esto no es siempre así.

 

Universidad San Jorge