Juan Revenga Frauca es Dietista-Nutricionista. Actualmente preside el Colegio Profesional de Dietistas-Nutricionistas de Aragón y compagina su trabajo con la docencia, ya que imparte clases en la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad San Jorge. Además, Revenga es el autor de ‘Con las manos en la mesa’, un libro que ofrece respuestas a todas aquellas preguntas y mitos que giran en torno a la alimentación.
Dragón Digital.- ¿Qué ha pasado con la dieta mediterránea en España? ¿La hemos dejado de lado en los últimos años?
Juan Revenga.- No es que la estemos olvidando un poco, es que España es el país que más se aleja del patrón ‘dieta mediterránea’. España sigue siendo uno de los países que más cerca está, pero tenemos otros 26 países por delante. Curiosamente, son los países menos mediterráneos los que más se acercan a este patrón. Nos estamos preocupando por hacer de la dieta mediterránea patrimonio inmaterial de la humanidad y, sin embargo, la realidad es que en España hay muchos establecimientos de comida rápida que nada tienen que ver con el concepto de dieta mediterránea. Nuestro patrón de alimentación se está Mc.Donalizando. Además, hoy parece que si a algo le pones la palabra mediterráneo sube de categoría.
D.D.- ¿Cree que comemos peor que hace 20 años?
J.R.- Sí. Estamos haciendo descansar en los componentes de los alimentos la bondad de nuestra dieta más que en el alimento concreto. Nos compramos un yogur con cactus porque tiene Omega 3 y dejamos otros productos que son fuente natural de todos esos nutrientes que andamos buscando en los alimentos fortificados. Dejamos las frutas, las verduras, el pescado azul y usamos una nutrición mal entendida.
D.D.- ¿No tener tiempo es una excusa para comer mal?
J.R.- No, es una excusa mal entendida. Invirtiendo el suficiente tiempo en la alimentación es probable que el resto de las áreas de nuestra vida se vean beneficiadas. Ahora, las parejas se casan con 35 o 40 años y ninguno de los dos sabe por donde se agarra una sartén. Tenemos a nuestra disposición productos como el salto, alimentos de vuelta y vuelta o la telecomida y recurrimos a ellos con esa facilidad proporcionada por la industria alimentaria, que es consciente de los cambios que ha habido y de la falta de cultura culinaria de las parejas. Se aprovechan de este hecho para facilitarles la vida, pero ellos mismos se facilitarían mucho más la vida si la pareja supiera sacar adelante el proceso de alimentarse, cocinar etc. Hay tres consejos en el libro ‘El detective en el supermercado’ que son francamente buenos. Son los siguientes:
1.- Come comida: Come todo aquello que tu abuela identificaría como comida y no otra cosa.
2.- No demasiada
3.- Fundamentalmente vegetales
D.D.- En casa, ¿Cómo podemos llevar la cuenta nosotros mismos de las kilocalorías que ingerimos y las que quemamos?
J.R.- No es necesario. Hace cuarenta años, la gente no sabía cuántas calorías tenía que comer. No obstante, seguían un patrón de estilo de vida mucho más saludable que el actual. No es necesario recurrir al nutricionismo. Las calorías que consumimos varían día a día.
D.D.- En ocasiones, los problemas de sobrepeso tratan de solucionarse en momentos puntuales del año a base de dietas. ¿Es recomendable esta práctica?
J.R.- Eso es un error. Tenemos una dieta, en general, caracterizada por el exceso alimentario y en pequeños momentos puntuales del año seguimos patrones dietéticos caracterizados por el defecto. Nos pasamos durante mucho tiempo y tratamos paliar los efectos haciendo dietas muy restrictivas. La clave es no hacer dieta nunca. Hay que cambiar nuestros malos hábitos por unos buenos. El problema de las dietas es que tienen un final y cuando acabes vas a volver a lo de antes. Debemos tener en cuenta un factor muy importante: que nuestros cambios hacia mejores hábitos dietéticos supongan una satisfacción. Es decir, que pongamos cada uno de los alimentos en su verdadero marco en cuanto a su cantidad y frecuencia de consumo y que cuando los comamos disfrutemos. Podemos irnos de tapas o comer chocolate, pero poniéndolas en contexto con lo que es una alimentación saludable. Hay que tener una cierta cultura gastronómica y alimentaria a la hora de comprar. Antes había un legado de generación en generación, había menos coches, los niños no comían en el colegio…Tratar de destacar una clave es imposible, lo importante es tener en cuenta el marco en general.
D.D.- ¿Cómo se ‘reeduca’ a una persona que lleva comiendo mal toda su vida?
J.R.- Yendo a cursillos, preocupándose por una formación adecuada o recurriendo a profesionales de contrastada profesionalidad, es decir, a dietistas nutricionistas. Ellos son profesionales que han estado en la universidad dedicándose a cómo articular todos los factores relacionados con la alimentación. Por lo general, huirán del término dieta y podrán analizar con un mayor espíritu crítico cuáles son las dificultades de esa persona y le sabrá aportar herramientas útiles. El profesional aportará herramientas, no soluciones. El interesado será el que tenga que aplicar esas herramientas.
D.D.- ¿Es posible que los malos hábitos a la hora de comer pasen de padres a hijos?
J.R.- La prevalencia del sobrepeso y la obesidad es cada vez mayor. En el año 2003 ya se observaba que solo el 48% de la población española conservaba un peso normal. Más de la mitad de la población adulta (entre 18 y más de 65 años) padecían sobrepeso u obesidad. La cifra de normopeso ha descendido y las de sobrepeso y obesidad han aumentado. La población infanto-juvenil tiene cifras no tan preocupantes, pero el crecimiento es todavía mayor y la probabilidad de que un niño sea obeso de mayor crece de forma exponencial. Si la situación de los adultos hoy es esta, la de la población infanto-juvenil va a ser dramática cuando lleguen a adultos.
D.D.- España está por delante de Estados Unidos en cuanto a la tasa de obesidad infantil. ¿Qué futuro les espera a los niños españoles si no cambia su forma de comer?
J.R.- En este sentido, España va a ser un país más. Cuando se dice que España anda a la cabeza en las cifras de sobrepeso y obesidad infantil….la diferencia con el resto de países son mínimas. Las cifras son muy parecidas a las que tienen en Reino Unido, EEUU, Grecia o Francia, Italia, Holanda…es cierto que con estos tres últimos países hay una diferencia, estamos por delante de ellos, pero la distancia entre unos y otros no es abismal.
D.D.- ¿Qué tipo de alimentos deberían estar siempre presentes en la alimentación de los niños? ¿Qué importancia tiene la actividad física en nuestras vidas?
J.R.- En este caso, no hay que coger a los niños sino a los padres. Un niño no puede hacer nada por sí solo. En el colegio le enseñan cosas y luego pueden aplicarlas en casa, pero en el caso de la alimentación es imposible. Quien compra los alimentos en casa son los padres, quien decide cómo alimenta a sus hijos son ellos. Ellos deciden qué comen en el desayuno, si se sientan a cenar con los niños…En cuanto a los alimentos que tendría que haber, debemos recordar que el problema no es el alimento sino el marco en general. Mi recomendación es seguir la pirámide de los alimentos. Arriba se sitúan aquellos alimentos cuyo consumo debe ser menos frecuentemente y en menor cantidad (snacks, dulces, chocolates, chucherías…). Abajo: los que deben consumirse de un modo más frecuente y en mayor cantidad. Alimentos ricos en hidratos de carbono complejos: (pan, arroz, pasta, legumbres, verduras). Con ellos hay que configurar las comidas más importantes. Todo esto debería combinarse con una suficiente actividad física. Tu vida tiene que ser físicamente activa: ir al colegio o al trabajo andando, hacer la compra andado (no hacer telecompra). La clave es que tu ocio sea no sedentario, que haya momentos que requieran actividad física, ya que si tenemos un patrón de vida caracterizado por el sedentarismo hay que procurar que nuestro ocio no sea sedentario e intentar practicar algún tipo de actividad deportiva.
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