Entrevistas

ROSA PINO SOBRE EL CAMBIO CLIMÁTICO: “En nuestra era, el meteorito de la extinción es el ser humano»

Rosa Pino

Ya no es un secreto que uno de los grandes problemas a los que se enfrenta la humanidad es el cambio climático. La emisión de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera está en niveles de cuando se produjeron las grandes catástrofes y el deshielo del Ártico podría suponer la llegada del metano, un gas mucho más potente que el CO2. A ello hay que sumarle la pérdida de biodiversidad y la contaminación o el vertido de productos químicos. Y mientras, la respuesta a nivel internacional se hace de rogar, según afirma la investigadora Rosa Pino, vicedecana de Investigación de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad San Jorge. En “Blues para un planeta azul”, Prima Lectio que leyó en la Apertura del Curso Académico de la USJ 2016-2017, llamó la atención de ese escenario adverso. En esta entrevista nos dice por qué la acción del hombre es decisiva.

Texto y fotografía: Víctor Tomás

¿Cuán preocupante es  el problema?

Desde la Revolución Industrial se ha notado un cambio importante en la presencia de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Ello ha ido en paralelo con el aumento exponencial de la población: cuantos más somos, más energía necesitamos, y como esta se fundamenta en el consumo de combustibles fósiles, más emisiones generamos a la atmósfera. Este es el punto de inflexión. Como efecto inmediato, se ha producido un calentamiento global.

¿Y cómo se evidencia?

Estamos asistiendo al deshielo de los polos, y ello afecta, sobre todo, al Ártico, a los grandes icebergs que se están deshelando con mayor velocidad. Eso supone otro riesgo, ya que el permafrost (suelo congelado) acumula metano, gas muy importante del efecto invernadero. En estos momentos ese gas está protegido por una capa de hielo de la que no puede salir, pero cuando se descongele masivamente tendremos más efecto invernadero que el causado por el dióxido de carbono. Las previsiones de mejora no son muy halagüeñas. El deshielo produce un aumento del nivel del mar, pero se prevé en dimensiones importantes, y las zonas costeras e islas tendrán problemas.

 

Con nuestra tecnología estamos creando un cambio atmosférico parecido al de los grandes eventos del pasado

 

¿Cuál ha sido el papel de los seres humanos en este escenario?

Los impactos generados por la actividad humana afectan a todo el planeta. La contaminación es universal: hemos vertido al medio ambiente toneladas de productos químicos y, en muchos casos, son persistentes y bioacumulables en las cadenas alimenticias, la contaminación del agua y la pérdida de biodiversidad. La biodiversidad del planeta se ha reducido casi un tercio en los últimos 50 años. No se trata de un tema estético, sino absolutamente funcional: se están extinguiendo especies que tienen un papel esencial en los ecosistemas. Sin ellas, no vamos a tener oxígeno, un suelo limpio, agua depurada. Está en juego nuestra supervivencia.

https://www.youtube.com/watch?v=pWvgVTWzqTk

El ser humano pretende controlar todo su alrededor, pero el clima va siempre un paso por delante y se produce un efecto acción-reacción.

El ser humano es una especie de éxito: hemos conseguido dar un paso más en la evolución. Hemos adaptado el medio con nuestra propia tecnología. Sin embargo, no hemos previsto el efecto secundario. Muchos de esos elementos tecnológicos están generando un impacto que no sabemos controlar, porque no conocemos la magnitud que alcanzan.

Hemos adaptado el medio

con tecnología, pero no hemos

previsto el efecto secundario

 

Un dato sorprendente es que el volumen de emisión de dióxido de carbono está a niveles de las grandes extinciones del pasado. ¿Qué las provocó?

En las anteriores, la causa se debió a efectos naturales que modificaron los gases de la atmósfera, provocando un cambio de clima que originó la extinción. Hoy el desencadenante es distinto. En nuestra era, el meteorito de la extinción es el ser humano. Con nuestra tecnología estamos creando un cambio atmosférico parecido al de los grandes eventos del pasado.

¿Puede profundizar en ello?

Una de las extinciones se debió a las grandes erupciones que generaban dióxido de carbono y dióxido de azufre. El primer gas dio lugar a un efecto invernadero, y el segundo a un efecto invernadero inverso (enfriamiento). Se alteró el clima de la tierra y provocó las extinciones. Ahora somos nosotros, con nuestra actividad industrial, quienes estamos alterando el clima del planeta.

¿Cómo se adaptan al medio las especies animales?

Cuentan con la posibilidad de adaptación, pero evolutivamente no tienen un córtex cerebral como el del ser humano. Nosotros podemos anticipar, crear, planificar, ser innovadores. Los animales se adaptan de una forma más rudimentaria. Claro que ha habido cambios y han sobrevivido al medio en el que han vivido, pero las mutaciones  genéticas requieren mucho tiempo. Por esa razón, el ser humano es una paradoja. Somos capaces de diseñar en nuestras cabezas ideas que cambian la realidad y esa evolución es mucho más rápida. Por el contrario, los animales se adaptan como saben hacerlo, desde un punto de biológico. Nosotros hemos ido un paso más.

Estamos en una vorágine de extinción

¿Considera que la extinción de animales y plantas va a ir a más?

Ya está yendo a más, estamos en una vorágine de extinción. Mires donde mires, cualquier especie salvaje se encuentra en mayor  peligro de extinción, o directamente extinguiéndose. Estamos fragmentando los hábitats, los contaminamos, y las especies no tienen un entorno ecológico adecuado. Un ejemplo son los anfibios. Hace 60 años, se les oía croar en las charcas y humedales, pero han sido desecados para construir grandes zonas turísticas. A ello se añade que estos animales son muy sensibles con el entorno, y se están viendo rápidamente afectados por la contaminación. Aparte, el calentamiento global genera que determinadas patologías, como los hongos, con estas temperaturas más suaves, tienen mayor oportunidad de realizar un proceso de colonización en los tejidos de los anfibios. Persiste una reducción drástica de la población de anfibios en todo el mundo.

¿Cree que existe voluntad de los países para revertir la situación?

El ser humano suele responder ante la inmediatez: si decimos que, de aquí a diez años, va a caer un meteorito, hay un objetivo, un plazo y posiblemente nuestros cerebros empezarán a trabajar en ese sentido, intentando buscar soluciones. Pero la extinción no tiene una fecha fija. Es un proceso creciente, evolutivo, degradativo, sin plazo.

¿Cómo debemos actuar?

Estamos ante algo de tal dimensión que la única manera de abordarlo es como especie, teniendo claro que nos estamos jugando lo mismo en el mismo hábitat. Si las respuestas no las abordamos desde un punto de vista global, no será posible tomar decisiones y, hoy por hoy, la especie humana no está en este impás. No existen unas políticas globales, a pesar de las grandes cumbres. Los países en desarrollo suficiente hacen con sobrevivir.

Las energías renovables son la solución a largo plazo

Y esos países aspiran al desarrollo también, con lo que ello conlleva…

Claro. Y cuando lo hagan, querrán llegar a la calidad de vida que tenemos nosotros. Para ello, utilizarán nuestro mismo atajo, con el uso de combustibles fósiles, más baratos, cómodos y rápidos que las energías renovables, que, a largo plazo, son la solución. Esas grandes diferencias en cuanto a calidad de vida hace muy difícil que pueda darse una respuesta planetaria unida y conjunta para lo que estamos viviendo. Podríamos sobrevivir perfectamente con la energía renovable. El problema no es ni la técnica ni la ciencia, sino la economía y los intereses creados. Mientras se pueda seguir extrayendo petróleo y ganar dinero, se seguirá haciendo.

¿Es necesaria la coordinación entre los países desarrollados?

Sí, la especie humana se coordina poco. Está demostrada científicamente la existencia del cambio climático por causa humana, pero la sociedad siempre puede confundir las cosas, no tener una información real de la situación, mezclar conceptos. Los científicos podemos hacerlo mejor. Igual lo contamos de una manera complicada o apocalíptica y la gente desconecta. Es difícil encontrar ese punto de divulgación para contarlo de una manera que no resulte el fin del mundo y se pierda credibilidad, y sin la complejidad suficiente para no desconectar del tema. Esa podría ser una solución, pero tendríamos que cambiar tanto nuestros hábitos de vida desde el mundo occidental, pero no estamos dispuestos a hacerlo.

Nos estamos enfrentando al problema más grave de toda la historia de la humanidad.

¿Qué ocurrió con la apuesta de España por las energías renovables?

Se apostó durante un periodo de tiempo breve y luminoso. Nos convertimos en líderes mundiales en energía solar y eólica, pero el Gobierno que entró en ese momento creyó que no era un tema prioritario y no lo apoyó. Es más, puso muchas trabas burocráticas y desaminaron a la gente emprendedora que había empezado esa vía.

¿Qué podemos hacer las personas a nivel individual?

Utilizar el transporte público, consumir la energía de una forma razonable, no cometer la barbaridad de verter residuos donde no se debe. La iniciativa individual es fundamental.  Tienes que estar convencido de que esto es un problema y hay que actuar. Pero las soluciones no deben venir solo desde abajo, sino también desde arriba. Se tiene que propiciar una estrategia a nivel de especie. Los Estados han de tomar decisiones serias que se reflejen en sus leyes. Puedes trabajar individualmente, pero, al final, la contribución es muy pequeña porque no se involucran las personas necesarias.

¿Su mirada del futuro es optimista o pesimista?

A pesar de tener mucha confianza en la especie humana, no soy nada optimista. Somos como un barco llegando a una cascada y no nos damos cuenta que estamos remando a ciegas. Nos estamos enfrentando al problema más grave de toda la historia de la humanidad. Debemos ponernos en acción ya. En las cumbres se buscan compromisos, pero es muy complicado coordinar las actuaciones en función de la idiosincrasia de cada Estado. Es tan complejo que no veo que tengamos la capacidad de adoptar la decisión necesaria a nivel de conjunto, especie y planetaria.

 

 

Universidad San Jorge