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Celebrar eventos en plena crisis sanitaria: consecuencias

Desde que comenzó la pandemia, la celebración de eventos se ha visto alterada debido a las diferentes restricciones que se han aplicado a lo largo de todo el territorio español. Esto abarca desde bodas, bautizos y comuniones, hasta cenas de empresa o eventos culturales. Para aquellos afectados por estas limitaciones la situación no ha sido fácil e, incluso, ha podido llegar a afectar a salud mental debido a la incertidumbre provocada. 

Por Cecilia Policart

Estas restricciones han ido variando desde marzo de 2020, pasando de la cancelación por completo de todo evento hasta el permiso de celebraciones con aforos reducidos. Como consecuencia a estas limitaciones hay quienes – muchos – han preferido retrasar o, incluso, anular estas festividades, lo que ha perjudicado a gran parte de la población. 

Yaiza espera poder casarse en 2021. Fuente: Emma Bordonaba.

En 2020 las bodas cayeron cerca de un 70% debido al coronavirus, según datos del Ayuntamiento de Zaragoza. Yaiza Bordonaba es una de esas novias que ya tenía fecha para su enlace cuando comenzó la crisis sanitaria. Su fecha inicial era el 16 de mayo de 2020. Cuando vieron que iba a ser imposible celebrar su boda ese día, decidieron retrasarla hasta el 18 de julio del mismo año para, finalmente, tener que anularla. Situaciones como esta afectan al estado anímico y pueden llegar producir problemas de salud derivados de la ansiedad y de la incertidumbre: «Supuso problemas de ánimo, pérdida de ilusión, agobio, estrés, y, por supuesto, pérdida económica por tener ya toda la materia prima para el banquete comprada», comenta Yaiza. 

Incluso la revista Vogue se ha hecho eco de esta situación y ha lanzado un artículo «Guía emocional para novias que hayan tenido que cancelar o posponer su boda» en el que aborda la difícil situación a la que se enfrentan estos novios. También habla de las repercusiones que esto puede tener en su salud: «La dificultad a la hora de tolerar la incertidumbre puede provocar problemas y manifestaciones como ansiedad, irritabilidad, problemas en el sueño o alteración en el apetito». 

Respecto a la comuniones, que suelen celebrarse en el mes de mayo, las cambiantes normativas derivaron en su cancelación – casi – total. Algunas pudieron celebrarse los pasados meses de septiembre y octubre con ajustes de listas de invitados para poder cumplir las normativas de aforos y reuniones. Y, al contrario de lo que pudiera parecer, son los adultos quienes han sentido más esta situación: «los niños han demostrado en esta situación ser los que mejor se adaptan por lo que lo han vivido con una normalidad total», explica José Ángel Equiza miembro del AMPA del colegio Cardenal Xavierre de Zaragoza. 

La no posibilidad de celebrar un evento como estaba planeado en su inicio deja grandes consecuencias en toda las personas involucradas, y estas van más allá del ámbito económico. Como se ha visto meses atrás, no saber si vas a poder casarte, si tus hijos van a poder comulgar o si vas a poder celebrar un concierto deriva en una incertidumbre que acarrea grandes problemas de salud que parten del bienestar psicológico debido al estrés que supone esta situación. 

Universidad San Jorge