No cabe duda de que el lugar que más afectado se ha visto por está pandemia han sido los hospitales. El epicentro de todo el caos han sido las habitaciones, pasillos y UCI de los hospitales de toda España, las zonas rojas, aquellas que quemaban y dolían a los que trabajan en ellas.
Por Lucía Membrado
Un año difícil de olvidar para toda la población, pero especialmente para los sanitarios, los héroes de la pandemia: médicos, enfermeros, celadores… La lista es larga a la hora de enumerar los trabajadores de estos edificios blancos y fríos que albergan la cura a las enfermedades. Han vivido un año duro de trabajo, en malas condiciones y sin grandes recursos.
Carmen Modrego, enfermera pediátrica en el Centro de Salud Casablanca cuenta cómo los primeros días de la pandemia resultaron horribles, ya que no contaban con los medios necesarios, ni sabían a que se enfrentaban: «El principio fue horrible, ya que era lo desconocido. Sufrimos pánico, pues no teníamos material, teníamos tres EPIs del ébola, los lavábamos con lejía al terminar la jornada y los utilizábamos al día siguiente. Además, los compartíamos. No teníamos material, el resto eran con bolsas grandes de plástico. El Colegio de Médicos a los 10 días o así dio 8 EPIs, por lo que entonces tuvimos más material para poder mover».
Con el paso de los meses el trabajo fue creciendo, a pesar de que su especialidad pediátrica no es la que más casos positivos presenta. Afirma que trabaja tres veces más que el año pasado, por lo que la carga es mental y física.
Esta situación puede derivar en un aumento de las plazas MIR y un aumento del contrato de personal sanitario
Sabina Bona, estudiante de Medicina
Un mundo parecido viven los enfermeros de los hospitales, quienes están desbordados de trabajo y, además, muchos de ellos son estudiantes en prácticas. Este sector está viviendo una experiencia intensa en un momento de su vida que supuestamente debería ser más fácil. A pesar de ser considerados «promoción COVID-19», lo llevan bien, saben que van a tener trabajo asegurado al acabar la carrera. Esto lo toman como un beneficio por el aprendizaje tan rápido en tan poco tiempo que están viviendo. Sabina Bona, estudiante de medicina, considera que también puede ser beneficioso desde una perspectiva laboral futura: «creo que nos puede beneficiar, ya que se está escuchando mucho más a los sanitarios y se están pudiendo ver las carencias en el Sistema de Salud de España, lo que a lo mejor (y esperemos) puede derivar en un aumento de las plazas MIR, aumento del contrato de personal sanitario…».
No podemos olvidarnos de los enfermeros que se encuentran en residencias de mayores, quienes además de su labor como sanitarios, han tenido que ser, durante largos meses, familiares para sus residentes. Su principal miedo es el de meter el virus en la residencia con las consecuencias que eso conllevaría, el resto lo viven como parte de su trabajo.
Efectivamente, todos ellos coinciden en que es una profesión maltratada en el aspecto laboral. Alegan que falta personal, por lo que su carga es cada vez mayor, y aunque ahora no se les está tratando como esperaban o deberían tienen en esperanza en que todo lo que estamos viviendo sirva, en un futuro, de aprendizaje para poner remedio, ya que son una profesión preparada y dispuesta a todo.
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