Entrevistas

#AfterlifeUSJ – Álvaro Gómez: «El esfuerzo tiene su recompensa»

Álvaro Gómez Clavero veía trabajar a su padre en el mundo de la Arquitectura.  Tras decidir continuar los pasos paternos, estudió ese grado en la Universidad San Jorge. A solo dos años de culminar la carrera, se aventuró en un ambicioso proyecto con su hermano Joaquín: transformar unos grandes almacenes en la moderna Clínica iFEM de Córdoba. El proyecto comenzó en 2014 y, el pasado miércoles 14 de diciembre, ambos recibían una Mención de Honor en los galardones Provinciales de Arquitectura de Córdoba, los premios Félix Hernández.

Por Rebeca Oliva

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El arquitecto Álvaro Gómez Clavero. Fotografía por Joaquín Gómez.

¿Cómo acaba estudiando un cordobés en la Universidad San Jorge?

Un amigo que conocí en Segovia unos años antes empezó a estudiar en la Universidad San Jorge y, a raíz de él, sentí la necesidad de cambiarme. Por aquel entonces realizaba la carrera en otra universidad. Cuando fui por Zaragoza me gustó bastante, así que me quedé allí.

¿Por qué el cambio de universidad?

Estaba bastante descontento con el programa académico. Era un poco especial: los tres primeros años tenía que estar combinando prácticas con los estudios continuamente  así que al final no hacía nada, ni en las prácticas ni en el estudio.

«Un estudiante de Arquitectura ha de regirse por su propia forma de pensar»

Exterior de la Clínica Ifem (Córdoba)

¿Cómo le explicarías a alguien en qué consiste una carrera de Arquitectura?

Consiste en mucha intensidad y mucha tensión. Tiene metas a corto plazo de forma muy continua. Muchas noches hay que trabajar hasta tarde, pero luego el esfuerzo tiene su recompensa. Una carrera de Arquitectura también combina lo más técnico y lo más artístico, es como un link intermedio entre una Ingeniería y las Artes Plásticas. Y eso es bonito.

Se combinan las Ciencias y las Artes…

Exactamente. En la carrera tienes asignaturas muy variadas puesto que se tienen que tocar todos los temas. Unas veces tienes que realizar cosas más técnicas de cálculo y en otros momentos tienes, por ejemplo, historia de la arquitectura o dibujo.

¿Alguien que no sepa dibujar bien no puede dedicarse a ello?

En estos tiempos, la Arquitectura ha cambiado muchísimo: ahora se dibuja mucho utilizando el ordenador. Siempre ayuda tener capacidad para dibujar, por ejemplo, cuando realizas los croquis, puesto que tienes que dibujar a mano y es importante trasmitir al papel aquello que estás pensando. Se trata de plasmar la idea como tú quieres. A veces, se ven arquitectos que no dibujan muy bien, pero expresan un buen concepto.

¿Cuando surgió tu interés por la Arquitectura?

Desde que era pequeño. Mi padre era también arquitecto. No trabajaba de forma libre sino desde un punto más administrativo. Como lo veía continuamente, me llamaba la atención. Aunque un año antes de empezar tenía otras carreras en mente. Hoy en día no me arrepiento de la decisión que tomé.

¿Cuáles eran las otras opciones?

De palos completamente diferentes: Filosofía y Traducción e interpretación.

Totalmente diferentes.

Traducción no tiene nada que ver, pero Filosofía sí que puede aplicarse al discurso arquitectónico más artístico.

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Parte de acceso a la planta superior de la Clínica iFEM. Fotografía por Álvaro Gómez.

¿Transmitiendo una filosofía a las obras?

Sí. Una filosofía más material y no tan humanista, que da respuesta a problemas concretos de la vida . Se trata de aplicar esas respuestas a la vida cotidiana y, en ese sentido, la arquitectura tiene muchísimas aplicaciones. Por ejemplo, hay gente que no se limita a construir edificios, sino a criticar obras de arquitectura que afectan a la sociedad.

Un arquitecto tiene su estilo propio…

Claro y ese es un poco el problema que hay en las universidades. Muchas veces, el profesor quiere tener como pequeños discípulos de su estilo arquitectónico. Todos tenemos puntos de vista diferentes. El profesor ha de saber matizar su punto de vista y entender y valorar un proyecto que no es de su estilo.

¿Cómo explicarías a alguien tu proyecto de la Clínica iFEM?

Se trata de la reconversión de un local comercial de tamaño medio-grande a una clínica médica de diferentes especialidades, con dos alturas. Había muchos condicionantes de partida, por ejemplo, una estructura muy caótica y muchos conductos de instalaciones que pasaban por todo el local. Por ello, diseñar la distribución del edificio era difícil. Nuestro reto fue ese: dar solución a esos  problemas y lograr una imagen moderna.  En el exterior se empleó una chapa perforada que resolvió los tres parámetros que pedían los clientes: seguridad (que toda la chapa quedase fija y no se pudiera abatir), mucha iluminación y privacidad.

Un poco difícil…

Claro, te planteas ¿cómo voy a tener luz y privacidad al mismo tiempo? Al final, la chapa perforada te da la clave a esa respuesta: desde dentro ves el exterior, pero desde el exterior, por la perforación que tiene, no se ve el interior. En cuanto a la iluminación, conseguimos que, por el día, la luz se filtrara en el edificio y que no se vieran las ventanas ubicadas detrás de la chapa. Por la noche, sin embargo, el interior del local proyecta la luz desde fuera. El mismo edificio se ve diferente, la fachada se transforma.

¿Ya está puesto en marcha?

Sí, está funcionando desde hace un tiempo. El premio era a obra construida.

«Una carrera de Arquitectura combina lo más técnico y lo más artístico, es como un link intermedio entre una ingeniería y las artes plásticas. Eso es lo bonito»

¿Qué sientes cuando ves que ya está funcionando la clínica?

Es muy bonito, pero, sobre todo, porque ha sido algo muy prematuro. Nada más salimos de la universidad nos dieron la oportunidad a mi hermano y a mí de presentarnos al concurso. Al principio, no sabíamos si nos íbamos a quedar en España o no, dada la situación económica. Pero con el encargo nos pusimos a trabajar. Cuando lo ves realizado es un sentimiento  que no puedes explicar. Si además lo usa la gente es algo increíble.

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Iluminación e intimidad, dos aspectos claves que Álvaro consiguió aplicar a su obra. Fotografía por Álvaro Gómez.

Se te escapa la lagrimilla…

Sí, a todo esto se sumó que cuando nos entregaron los premios estaban presentes los promotores, muy contentos. Nos comentaron que estaba funcionando muy bien. Es una gran satisfacción. En el tiempo que vivimos los jóvenes tenemos pocas oportunidades laborales y, en muchas ocasiones, se empieza a trabajar para alguien. Son labores mucho más parciales, no te obligan a realizar todo un proyecto completo.  Nosotros hemos llevado a cabo todo el recorrido del proyecto: hemos calculado las estructuras, hemos ejecutado la dirección de obra. Cuando lo ves construido, y encima se te reconoce, es algo inexplicable. Además, habiendo salido de la universidad hace tan solo dos años.

Prácticamente anteayer

El proyecto se construyó nada más salir de la carrera. Lo que sucede es que estos premios eran bienales, pero con la crisis se presentaron menos obras, así que esta vez ha sido trienal.

¿Qué criterios se tienen en cuenta para valorar las obras en estos premios?

La decisión de cada juez como arquitecto es una opinión bastante personal. Había varias categorías en los premios: de nueva planta, de rehabilitación y de diseño de interior. La nuestra era diseño de interior.

¿Qué planeas para el futuro?

Estoy barajando posibilidades. Quizá me voy a Suiza. Mi novia es suiza y me gustaría estar con ella. Pero en el estudio tenemos bastante trabajo, hemos ido escalando hacia arriba. No tenemos claro qué vamos a hacer.

¿Qué consejo le darías a los estudiantes de Arquitectura?

Que no se deje llevar solo por lo que dicen los profesores. Que lean y estudien por su cuenta. Que tengan un pensamiento propio y crítico. Han de regirse por su propia forma de pensar.

 

Universidad San Jorge