Entrevistas

Beatriz Pitarch: «Tengo un ángel de la guarda»

Hace tan solo unos meses, Beatriz Pitarch descendía a toda velocidad por una tirolina en Estados Unidos, aferrada a su cámara de fotos, para inmortalizar un momento único.  Ahora con los pies ya en el suelo, la fotógrafa todoterreno ha presentado su última exposición: un recorrido visual por los últimos 365 días de su vida, que está expuesta en la sala Koralium de Zaragoza. “En mis ratos libres hago fotos. Aunque no sean pagadas yo estoy con la cámara colgada todo el día. Por eso es una profesión tan bonita”, asegura Pitarch.

TIROLINA

Así es el día a día de la fotógrafa zaragozana, que después de varios años de trabajo y esfuerzo ha convertido su hobby en una forma de vida. “La gente me dice que transmito una energía especial con mis fotos, yo creo que es porque lo hago con ilusión y cariño. Si trabajas con pasión consigues transmitir esa alegría, ya sea con las fotografías o haciendo encaje de bolillos”.

Combina su trabajode fotógrafía, con el de escritora de libros de viajes y la locución radiofónica. Lo primero que ves al entrar al lugar de trabajo de Beatriz Pitarch es un gran mapa del mundo, en el que ha ido marcando cada uno de los países que ha visitado. “Cuando empecé a viajar, me salían unas fotografías horribles y me frustraba que la realidad fuera mucho más bonita de lo que yo era capaz de retratar. Por eso, decidí ponerme a estudiar fotografía y descubrí que, a veces, se puede incluso mejorar la realidad con tus imágenes».

La experiencia que fue adquiriendo con los años, y el boca-oreja rápidamente dieron a conocer sus fotografías, hasta que consiguió hacerse un hueco en el mercado.  Al principio comenzó con pequeños proyectos personales que, como si se tratara una bola de nieve, se fueron haciendo más grandes según la gente conocía su trabajo. “Con lo que más disfruto es captando la emoción del momento. Me interesa mucho el factor humano y la interacción entre personas. Eso es mucho más fácil en fotografías de viajes y bodas porque tienen muchas situaciones, abrazos, lloros, reencuentros y sonrisas cómplices”.

Su curiosidad por el mundo, le llevo a visitar Irán y descubrir un pequeño trozo de Oriente Medio para conocer de primera mano qué había de realidad y de ficción en nuestra visión sobre ese país islámico. Con su experiencia escribió El chador azul. “Me encontré un país muy distinto al que ponían los medios de comunicación. Hay un montón de prejuicios establecidos sobre las mujeres o las armas de destrucción masiva, pero yo no encontré nada de lo que pudiera tener miedo. Solo amabilidad, hospitalidad, mezquitas preciosas y gente dispuesta a saber más del extranjero”.

Cuando visitó Corea del Norte para escribir Cerrado 24 horas, las ideas que denunciaban los medios, ONG’s y la comunidad internacional sí que se cumplieron.  “Te enseñan lo que ellos quieren que veas. Hay un control exhaustivo el viaje en el que dos personas de seguridad te acompañan todo el rato, comen contigo y te siguen hasta la puerta del baño. Es una forma particular de viajar, pero son las normas que te exigen si quieres participar”.

Tras realizar exposiciones fotográficas, encargos como foto fija en el extranjero, colecciones de imágenes de viajes, bodas y un sinfín de actividades, Beatriz Pitarch aún considera que es una aprendiz en este gran mundo de la fotografía. “Yo hago fotos con cariño, pero hay gente que es la leche. Yo todavía estoy en proceso de aprendizaje. Ahora miro mi primera exposición y digo pero cómo me atrevía a exponer eso. En su momento me gustaban pero ahora las veo y no se salva ninguna.  Espero que dentro de 5 años piense que las fotos de 2016 las podría haber hecho mejor”.

Su próximo destino es repetir como fotógrafa para el documental de deportes de aventura que le llevo a recorrer la costa este de Estados Unidos, Alaska y Canadá,  y que consiguió hacerle llorar con unos impactantes paisajes. Mientras tanto sigue con su sueño de dar la vuelta al mundo algún día.

“Cuando yo tenía 10 años hice la típica lista de cosas que hacer antes de morir y todavía la conservo. He visto las auroras boreales, he conseguido vivir de lo que me apasiona, he estado enamorada y ahora solo me queda dar la vuelta al mundo”.

Hagamos como Beatriz Pitarch, vivamos de lo que nos apasiona.

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cvillar

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