Entrevistas

Ignacio Lasierra: “La comulgante es el único guion que me persigue desde hace 8 años”

El cortometraje La comulgante de Ignacio Lasierra triunfó en el Festival Fuentes de Ebro, el pasado 3 de noviembre con cuatro galardones, entre ellos el premio “Los Olvidados” al mejor cortometraje aragonés. Con La comulgante, son seis cortometrajes los que ha dirigido Lasierra en Aragón. Sus cortos han sido seleccionados en más de 100 festivales nacionales e internacionales, y han recibido más de 30 premios recibidos, entre ellos por el cortometraje de ficción La Granja (2011) y el cortometraje documental Mi tío Ramón (2015). Además de guionista y director, desde el año 2009, es docente del grado de Comunicación Audiovisual de la Universidad San Jorge.

Por Enma Calvo

Actualmente es propietario del blog Mundo implacable, ¿cree que el mundo es un lugar implacable? Si es así, ¿por qué?

El nombre se me ocurrió de una película y un director que a mí me gusta mucho, Un mundo implacable de Sidney Lumet. No se había utilizado y encajaba para blog, más tarde me lo llevé también para mi seudónimo en Twitter (@mundoimplacable). Y no sabría decirte, no sé si el mundo es un lugar implacable, sí que es cierto que cuanto más lo conoces más te das cuenta de cómo funcionan las cosas, y cuanto más te das cuenta de cómo funcionan las cosas, más implacable te parece el mundo. Vivimos en un mundo maravilloso, pero implacable.

¿Y su interés por el cine de dónde viene, ¿por qué usted es de Candasnos, no es así?

Sí, así es. Pese a que Candasnos es un pueblo muy pequeño, hay una sala de cine llevada por la Asociación Cultural del Cine Candasnos. Ya de entrada, vivir en un sitio donde lo único que podíamos hacer los sábados noche y domingos por la tarde era ir al cine, te acaba influyendo. Mi padre siempre ha sido muy cinéfilo y, además, mi abuelo fue el proyeccionista de Candasnos. Él se encargó de poner las películas y proyectarlas durante muchos años.

A veces lo pienso, ¿habrá algo de genético en todo esto?

¿En qué momento se dio cuenta de que su hobby se había convertido en su trabajo?

Muy tarde y todavía no sé del todo si es mi trabajo, pero hace ya muchos años que dejó de ser un hobby. La primera vez que mentalmente me doy cuenta de que no es un hobby es cuando ruedo La Granja. Para mí un hobby es ver películas y series, pero rodar ya no lo es.

Estudia un Máster en Guion de Cine y Televisión por la Universidad Pontificia de Salamanca y un Máster en Cine, Televisión y Medios Interactivos de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, saliendo de su zona de confort para adentrarse en la capital. ¿Por qué vuelve a Aragón? ¿Y por qué Zaragoza?

Soy uno de los pocos de mi grupo de amigos de la carrera que no está en Madrid trabajando. Yo encuentro como un lugar natural de trabajo esta casa (Universidad San Jorge) donde puedo compaginar mi labor de profesional como guionista y director, y puedo desarrollarme como docente investigador. Uno cree que elige el sitio donde va a desarrollarse, y después a cada cual se le dan unas circunstancias por las que ir a un lugar o a otro. Cuando yo veo la oportunidad de quedarme aquí, no me lo pienso, me encanta Zaragoza, me parece una ciudad súper manejable y con todo lo que necesito en mi día a día. Si surge la necesidad de algo más tengo Madrid o Barcelona a una hora y media.

Cuando yo veo la oportunidad de quedarme aquí, no me lo pienso, me encanta Zaragoza.

Centrémonos en La comulgante. ¿Qué siente ante la gran acogida que está teniendo?

El día del estreno fue positivo y las sensaciones que tuvimos el equipo que estábamos ahí fueron muy buenas. Mucha gente se nos acercó diciendo que le había llegado, que le había emocionado, que les recordaba muchas cosas familiares que había vivido… En ese momento en el que tu obra conecta con el espectador, sientes que tu objetivo se ha cumplido. Las sensaciones han sido muy buenas, pero no olvidemos que es un corto y que la acogida se valorará a largo plazo.

¿Se esperaba el resultado en el 23º festival de Fuentes de Ebro?

A la semana del estreno fuimos a Fuentes de Ebro, nuestro primer festival. Es en casa y a pesar de eso que dicen que nadie es profeta en su tierra, a mí no me pasa. Yo estoy encantado, no sé si de ser profeta, pero sí de sentirme muy apoyado. Ganamos el premio a mejor metraje del año, y claro, que en la noche de cine aragonés te premien por el mejor trabajo… Levantar La comulgante era un auténtico reto de producción, de dirección, a nivel estético, a nivel climatológico…y verlo acabado el día del estreno ha sido suficiente satisfacción. Ahora la vida del corto ya no depende de uno mismo, sino de la distribución. Lo que venga este año bienvenido sea, pero no me quita el sueño. Mi cabeza está más puesta en lo que vamos a seguir haciendo.

¿La idea de La comulgante de dónde nace?

No me acuerdo, es muy difícil recordar esto, pero sí que es cierto que en su día veo Los comulgantes de Ingmar Bergman y me impacta muchísimo, y escribo una primera versión a la semana. No tiene nada que ver la historia, pero es de esas películas que te invitan a escribir y yo necesito darle una respuesta. Se llama originalmente «La oración», un título horrible que desapareció por «El comulgante».

Pero, ¿el comulgante o la comulgante? 

Al inicio para mí el protagonista era un niño, el cambio fue durante el casting. La coordinadora del casting me propuso abrirlo para chicas, aunque yo sabía el tipo de niño que buscaba. Pasaron varios niños y niñas y la séptima fue Andrea Frandos y estuvo muy claro, fue la única a la que le pedí que interpretara a una persona triste y prácticamente no hizo nada, lo único que le cambió fue el rostro, el rostro y los ojos. He sido un afortunado al encontrarme con alguien que tiene algo especial. Ella no sabe el potencial que tiene.

¿Por qué apostar por La Comulgante y no por otro guion?

Porque es el único que me persigue desde hace 8 años. No podía no grabar este corto. De hecho, recuerdo un día, al inicio del proceso, reunirme con dos buenos amigos: un director y una productora. Cenando les dije: «Voy a rodar El comulgante«, pero ellos no lo vieron muy bien.

Eso nos suena de algo, ¿es el mismo amigo que comentaba usted en su libro Menos es Más que le dijo “yo no lo veo” con La Granja y al final fue un éxito?

No, no, es otro amigo… pero a él todavía le sigo enviando proyectos y si no le gustan, sé que voy por buen camino. Pero siempre pasa eso de que la gente de tu entorno te dice «no lo hagas», «centra todo ese esfuerzo en intentar levantar y arropar tu primera peli», pero cómo explicas que no es que no quiera hacerlo… es que no podía no hacerlo, era el único corto que sentía que tenía que grabar.

Este es su primer corto que no graba en su pueblo natal, Candasnos, ¿a qué se debe?

Esta era la primera vez que tenía claro que no se iba a grabar en mi pueblo porque la montaña es muy importante en la historia. Y en mi pueblo no hay montaña, la montaña más alta tiene 200 m. Lo que yo buscaba era lo contrario a lo que me ofrecía el desierto de los Monegros. Miramos en la zona de Uncastillo y Sos del Rey Católico hasta que acabamos en La Ribagorza. Grabamos en la Catedral antigua de Roda de Isábena, que es la catedral más pequeña del mundo y tiene una cripta abierta preciosa y a partir de ahí empezamos a construir los ambientes.

 

¿Cómo fue grabar en nieve?

Fue muy duro trabajar en un clima poco favorable. Lo más difícil es el tiempo meteorológico y el tiempo físico, te das cuenta de que todo cuesta el doble, cada plano cuesta el doble. Imaginaos, teníamos previsto grabar en media jornada y al final, necesitamos grabar más de una jornada completa.

Fue el día más duro de rodaje en el que he estado.

Si se tuviera que quedar con una escena, ¿con cuál sería?

Es difícil elegir una, hubo momentos muy chulos. Quizás el final del corto, sin querer revelar nada, fue un momento muy emotivo y bonito para todos. El final del corto, los tres últimos planos, coinciden con los tres últimos de rodaje. Realmente fue muy bonito porque sucede algo muy especial en la escena y también sucede algo muy difícil de rodar.

¿El montaje ya lo tenía claro desde el inicio?

Sí, muy claro. El desarrollo del día a la noche estaba ya en el guion, se aprecia por un lado la transición climatológica y por otro, la transición de luz.  Luego cambiamos algunas cosas de montaje. Le dimos muchas vueltas, quitamos alguna secuencia, el final lo convertimos en el inicio… pero eso son cambios que los montadores, Antonio Álvarez e Ignacio Estaregui, hacen para mejorar la historia bajo el ritmo que tú ya tenías más o menos claro.

¿Tiene pensado seguir grabando cortos aquí en Aragón?

No lo sé si en el camino volveré a grabar algún otro corto, al menos no tengo pensado grabar otro con estas dimensiones.

Espera, espera, espera…, ¿nos quiere decir que su siguiente proyecto será un largometraje?

Sí, estoy trabajando en un largo. No puedo pensar en cortos, cuando estoy trabajando en un proyecto de película. No significa que no volveré a grabar uno, puede que algún día.

Sí, estoy trabajando en un largo.

¿Y este proyecto de película se desarrollará aquí en Aragón? ¿Mantendrá esa constante?

Espero, me encantaría grabar en Aragón. Pero al final dependerá de muchas cosas. Hay muchos factores que intervienen para elegir un lugar de rodaje en una historia, fundamentalmente económicas. Pero me gustaría mucho rodar mi primera película en mi tierra ya que he grabado todos mis cortos aquí. De hecho, el guion está planteado para que la historia se grabe en Aragón, o al menos una gran parte. Y con respecto a lo de los cortos…, a corto plazo, no.

A corto plazo no hay un corto, pero a largo plazo hay un largo (risas). ¿Nos podría dar alguna primicia?

Todo está en fase embrionaria, lo que sí puedo deciros es que es un proyecto muy personal, como todo lo que he escrito, como fue Mi tío Ramón.

Hemos visto que ha estado trabajando recientemente como analista de guion en El increíble finde menguante, ¿cómo ha sido la experiencia?

Sí, fui analista de guion de El increible finde menguante de Jon Mikel Caballero. Ahora está en fase postproducción y ojalá se estrene el año que viene. A Jon Mikel lo conozco desde hace muchísimos años porque coincidimos juntos en un rodaje y es un fenómeno, tiene un estilo muy claro. Para mí, es un cineasta con un talento enorme, me alegro mucho de que haya podido levantar su primera película y me considero un afortunado de haber podido leer su guion y ayudarle a aportar cosas para mejorar la historia. Realmente considero que es una película superinteresante para verla.

En resumen, ha trabajado como analista de guion de El increíble finde menguante, ayudante de dirección en Miau, ahora La Comulgante… parece que va todo viento en popa, pero ¿dónde se expresa más como creador? 

A mí me interesa mucho la narrativa y creo que eso es algo aplicable a muchos lugares y áreas diferentes. Como escritor, me encanta narrar historias, analizarlas, leerlas… Y si al final te has formado en la narrativa, puedes llegar a realizar las historias de otros. Como cineasta, Jaime Rosales en su libro El lápiz y la cámara, lo define muy bien. Él dice que un cineasta, independientemente de que esté rodando o no películas, es una condición que uno lleva dentro, interpretando constantemente el mundo que le rodea. Así lo creo yo también, es algo innato de la persona.

Con respecto a Aragón y el cine, en 2015 nos comentaba que Aragón ha sido tierra de cineastas y es un calificativo que se ha ganado a pulso y que deberíamos potenciarlo. ¿Ha notado si desde entonces la industria ha crecido?

Creo que en Aragón se han dado en estos tres últimos años pasos, no para generar una industria porque todavía no tenemos un modelo de Industria cinematográfica, pero sí pasos muy necesarios como preámbulo de ojalá una industria a largo plazo. Desde las instituciones, especialmente, ha habido una mayor concienciación de que el cine además de un arte puede llegar a ser una industria.

¿Qué necesitaríamos para que Aragón pudiera ser una industria?

Tendríamos que tener un mínimo de rodajes al año, los suficientes para asegurar que todos esos oficios cinematográficos tienen un puesto de trabajo estable y existen ciertas empresas de service, ciertos profesionales que se puede ganar la vida haciendo cine. Se han dado y se deben seguir dando pasos adecuados por parte de las instituciones, de las asociaciones, de los centros educativos, y por supuesto, de los directores que tenemos la obligación de hacer nuestro trabajo lo mejor posible. ¿Ha habido mejoras en estos 3 años? Sí. ¿Aragón es tierra del cine? Sí. ¿Tenemos una industria cinematográfica? Creo que aún no. ¿Se están dando los pasos necesarios para que exista a largo plazo? Sí, pero nos queda mucho, mucho trabajo por hacer.

¿Si pudieras dar un consejo a la gente que está comenzando en este sector cuál sería?

El camino de cada uno es muy personal, cada uno debe encontrar su propio camino. El otro día publicó Rodrigo Cortés en Twitter que la condición de cualquier película es que no exista. Y es cierto, que una película acabe existiendo es un milagro. El único consejo que puedo dar al que está arrancando en esto es que le vaya la vida en ello, ya sea en este sector o en cualquier otro.  Te tiene que ir la vida en lo que haces porque se nota cuando alguien hace las cosas con pasión y cuando no.  A largo plazo es más un camino de resistencia que una carrera de 100 metros.  En ese camino de resistencia la gente que se va cayendo son los que no tienen la pasión necesaria para aguantar.

El único consejo que puedo dar al que está arrancando en esto es que le vaya la vida en ello.

 

 

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