Entrevistas

Ricardo Lamenca, pintor: “Crear te libera”

Ricardo Lamenca se ha forjado una sólida carrera como artista.  Tras licenciarse en Bellas Artes, nada le ha dado miedo; se ha dedicado a la pintura, al mosaico, al grabado y a la escultura.  Es lo que se llama un artista polifacético. En el Espacio en Blanco de la Facultad de Comunicación de la Universidad San Jorge (USJ) se encuentra su exposición “Paseos de ciudad”, una muestra de su arte en 27 cuadros de pintura rápida.  A la técnica que ha utilizado, el óleo, la llama: “La técnica noble de la pintura”.  Con lo que le cuesta secarse al óleo, el truco para poder utilizarlo para pintura rápida es el aceite secante.

Dragón Digital.- ¿Qué tienen las calles para que le gusten tanto?

Ricardo Lamenca.- Tienen gente, lo más importante que existe.  Gente con su calor, con sus problemas, su estar…

D.D.- Pero también hay hueco en sus cuadros para los monumentos artísticos, escenas históricas… ¿Hay algo que no le interese?

R.L.- Los coches.  Prefiero a la gente andando.

D.D.- Ahora que lo dice, se nota en sus cuadros… que es un paseante empedernido, digo…

R.L.- (Risas) Me gusta, me gusta observar la ciudad en todos los momentos del día.

D.D.- Y siempre por calles de Zaragoza, ¿cuál es el encanto de esta ciudad?

R.L.- El no ser todavía una gran ciudad.  Entronca entre el pueblo y la ciudad, y ese ambiente humano es muy palpable, la gente dialoga, se encuentra, conversa con sus conocidos, familiares… algo que en las grandes ciudades desparece y las deja muy frías.

D.D.- Lo dice usted que ha viajado por Italia, Venezuela, etc.  Viajes de trabajo y de ocio…

R.L.- Sí, y ayuda mucho a observar, a captar la personalidad de cada lugar.  Por ejemplo, Italia en el aspecto artístico le gana a España, porque hay una gran cantidad de esculturas por las calles, una tradición pictórica aún vigente… Pero cada lugar tiene su encanto.  También un pueblo desierto puede ser interesantísimo, dar una poesía tremenda.  Todo es cuestión de saber buscar esos puntos de interés en cada lugar.

D.D.- Usted que pinta por las calles, debe de conocer bien a muchos españoles, cuéntenos alguna de esas anécdotas que seguro le han ocurrido mientras llevaba a cabo uno de sus cuadros

R.L.- Una vez estaba pintando y de repente se acerca un señor diciéndome: “me tendrá que pagar…”, al preguntarle el porqué me contestó que a quien estaba pintando era su mujer, (Risas) así que hube de cambiarle aprisa y corriendo el vestido, ponerle un bolso de Loewe y detalles similares para solventar la situación.  Otras veces, se me han acercado personas, sobre todo hombres, a contarme sus vidas, a confesarse que digo yo.  Me parece algo muy curioso que se establezca una especie de momento íntimo entre el artista y su acompañante, y se estrechen lazos de amistad.  Y para mí como artista es muy halagador el que la gente se acerque con ganas de dialogar

D.D.- Pero en los concursos de pintura rápida en los que usted participa no puede hacer a la vez de confesor…

R.L.- También se me han dado casos de este tipo, recuerdo dos en que me malograron el cuadro.  Si la gente observase, se limitase a ello, a observar, no importa cuántos haya rodeándote.  El problema está cuando comienzan a indicarte que no has pintado tal ladrillo, o tal antena parabólica…  Porque te ponen nervioso y pierdes la concentración.  Sobre todo si quien viene tiene la intención de amedrentarte, algunos buscan los puntos donde ven que pueden herirte.  Al final acabas desistiendo, dejas el cuadro.

D.D.- Al final quedaría una obra coral, si todo el mundo quiere colaborar…

R.L.- Si pudiesen te cogerían los pinceles (risas).

D.D.- Y luego a compartir el premio…

R.L.- El premio ya no sé lo que saldría (risas). Pero una obra de conjunto en la que mucha gente ha metido mano seguro.

D.D.-¿Estos concursos todavía disfrutan de plena vida en Aragón?

R.L.- Todos los concursos son anuales, en general.  En los pueblos suelen coincidir con las fiestas, entre el programa hay un concurso de pintura rápida, que es importante de cara a la publicidad del pueblo.  Y también para que la gente pueda adquirir obras a un precio barato.  Aunque sean obras rápidas, a veces van pintores muy famosos.  Hay pintores que se presentan, ganan y el premio se queda muy por debajo de lo que ganaría si lo vendiera por su cuenta.  Otros pintores, lastimosamente, necesitan del premio para salir adelante.  Para estos es una forma de vida.

D.D.- Es decir, que entre el público de esos concursos podemos encontrar coleccionistas que van a ampliar su colección… 

R.L.- Cuando acaban los concursos se hace una pequeña exposición con todos los cuadros y es entonces cuando la gente avispada puede encontrar premios a muy buen precio.  Por regla general, se premia tanto la cantidad, cuadros más grandes, como la calidad.  Yo he visto varios casos de pintores que en estos concursos se adquiere su cuadro por 180 ó 240 Euros, y luego encontrar ese cuadro en galerías de arte por 4.200 Euros.   Es cuestión de tener ojo, o de ir siguiendo unos cuantos concursos.

D.D.- Y usted, ¿va bien de premios?

R.L.- A todos nos gusta atesorar cuantos más mejor, somos como hormiguitas.  Yo no tengo muchos premios, de Zaragoza tengo unos cuatro o cinco, porque insisto en que sufro un poco de fobia a los coches, así que me limito al concurso de Zaragoza o si hay algún concurso cerca, en un barrio, pues voy.  Pero no acudo a concursos lejanos.  Me suelo presentar a un concurso al año.  Pero también es divertido vivir ese ambiente y ver cómo pintan otros compañeros.

D.D.- De todos modos, estos concursos se basan mucho en las técnicas mixtas, ¿qué opina usted de que se haga así y de que algunas de las técnicas que se utilicen sean reprobables cuando menos, o no merezcan el respeto de un pintor?

R.L.- Yo de la que estoy en contra es la que se hace a base de Plotters: el pintor echa una fotografía, las insolariza para lograr un efecto pictórico y la imprime, se asegura de que esté perfecta de colorido, echa más barniz del correspondiente y alguna textura puntual.  Pero de pintura poquito, fotografía retocada.

D.D.- E incluso salen premiados…

R.L.- Sí, sí.  Es una pena.  Es un concurso de pintura y no debería ser así.  Se trata de una tomadura de pelo.  Bien se vale que aún quedan concursos específicos ya sean de acuarela, de óleo, de grabado, etc.  Lo que se suele hacer para que no se repitan es hacerlos temáticos, dar unas pautas de actuación al artista para que sepa hacia dónde debe dirigirse.

D.D.- Y, ¿No limita eso la creatividad del artista?

R.L.- Hay un punto de dicotomía en este sentido porque cuanto más se ata a un artista más se quiere liberar.  Si tratas de limitarlo más se intentará escapar por donde pueda y saldrá más a flote toda su creatividad.  Si lo dejas muy libre, como un pájaro, se quedará en la mano, pero si le aprietas en que la abras un poco sale.

D.D.- Eso lo sabe usted bien, que es un artista veterano, le quería preguntar si como tantos pintores veteranos, también usted piensa que Andy Warhol, por personalizar, eliminó la pintura, con toda la seriedad que le caracterizaba antes de su irrupción

R.L.- En cierto modo sí, porque Warhol admitía que a él no le interesaba el arte, sino conseguir dinero y además de modo fácil.  Lo que no podemos echarle en cara es que supo que encontrar el modo de hacerlo.  La serigrafía se había hecho antes pero con un solo tono, y él supo darle una forma más personal de uso.  Coincidió en un momento en que no había unas líneas generales estéticas o movimientos artísticos predominantes, sino que importaba el individuo, y cuanto más reconocible fuera su impronta mejor.  Warhol era muy reconocible, la gente invertía en él para que se revaluara su trabajo.  Se trataba de dinero y no de arte.

D.D.-¿Seguimos en el mecenazgo del arte?  

R.L.- No, mecenazgo no, mucha inversión sí.  Yo creo que no quedan ya muchos mecenas, aunque siempre te encuentras con alguno que apoya decididamente a un determinado artista y lo encumbra y lo mantiene, y lo presenta a la sociedad.  Eso se da mucho entre los retratistas, pero en general no.  El mecenazgo ata las manos al artista.

D.D.- Vemos en esta exposición su vocación realista, pero ¿ha practicado usted movimientos de vanguardia como el cubismo o el abstracto?

R.L.- Siempre voy probando con montones de cosas.  Cuando salgo a pintar a las calles es porque estoy saturado de crear obras en casa, que son otro tipo de creaciones.  Pero cuando notas, por ejemplo, que el colorido va disminuyendo su intensidad, sabes que has de salir a la calle a recargarte de ese colorido que te falta y a ajustarte de nuevo, porque cuando estás creando haces transformaciones y no tienes trabas, pero llega un momento en que te sientes tan libre que necesitas salir de nuevo a la calle.

D.D.- Vamos, que se trata de un reajuste por el cual vas adquiriendo más bagaje, si es que a estas alturas en que se encuentra se puede hablar todavía de bagaje…

R.L.- Igual que la escritura, al fin y al cabo.  O el músico que ha de estar haciendo dedos constantemente.  El pintor también ha de estar siempre metiéndose dentro del formalismo para después poderse liberar.  Es así como se consiguen las deformaciones, en el caso del pintor, conscientes.  Lo más duro sigue siendo enfrentarse a un folio en blanco; la creatividad por la creatividad.

D.D.- ¿Cuándo se dio usted cuenta de que quería ser artista?  Según algunos textos que circulan por la red tuvo algo que ver el que de pequeño se quedara ensimismado viendo el techo de la iglesia de su pueblo natal, de Lécera…

R.L.- Yo desde siempre quise ser artista.  Desde que me fasciné con que se podía hacer una cara con un seis y un cuatro, y con líneas distintas se podían hacer otras caras.  Para mí era una manera de expresarme, una manera de ir creciendo.  La pintura es como una enfermedad, tiene sus brotes, sus altibajos, pero una vez que has empezado ya no puedes parar.  A la gente le parece que estás en las nubes, despistado, pero es una cuestión de sensibilidad.

D.D.- Y, por último, ¿cuáles son los sincolores que le ha dado esta profesión?

R.L.- Una profesión de artista difícilmente te mantiene.  Te ves obligado a trabajar de una forma paralela y a la vez ir creando obras.  Pero crear te libera.

D.D.- Gracias, Ricardo

R.L.- Gracias.

Para escuchar la entrevista prácticamente íntegra a Ricardo Lamenca, con anécdotas añadidas a la edición escrita de la misma, pinche sobre este texto.

Para ver el comienzo del cuadro que Ricardo Lamenca ha pintado en la Universidad San Jorge y un fragmento del acto de inauguración de su exposición «Paseos de ciudad» en el Espacio en Blanco de la misma, inserte en Youtube las siguientes palabras: «Ricardo Lamenca pinta en la USJ».

Cuadro que elaboró el pintor en la Universidad San Jorge

Universidad San Jorge