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Perfil literario: Una vida de espectáculo

José Enrique Bejarano González modela el cuerpo de la mujer como si de un escultor griego se tratase. Sin embargo no es escultor, es diseñador de moda flamenca y sus vestidos se definen por marcar las curvas. Texto por  Lorena Roldán Galindo.

Prefiere que le llamen Pepe o Pepito, pues así es como desde pequeño todos le han llamado. Nació el 19 de junio de 1956 en Barcelona. Sin embargo el futuro no le deparaba ser catalán. Cuando tenía tan solo seis meses su familia se mudó al barrio de La Macarena en Sevilla.

A sus 46 años, Pepe ha llevado una vida muy intensa, algo distinta a la de muchos niños. Es el quinto de seis hermanos; cuatro chicas la más mayores y los chicos los pequeños. Pepe sin elegirlo nació en una familia pudiente con un gran linaje de artistas.

Proviene de la familia de Manuel Torre, uno de los principales impulsores del cante flamenco a principios del siglo XX, o como a Pepe le gusta decir: “Los primeros que tuvieron las llaves de oro del cante”.

Como sus antecesores marcaron, sus padres también eran cantaores y el trabajo les obligaba a pasar días fuera de casa. Sin embargo, su abuela era modista y era ella la que se encargaba de cuidar a él y a sus hermanos.

Desde que estaba en la cuna siempre ha estado al lado de agujas y alfileres pero a él no le importaba porque ese mundo le gustaba. Ayudaba a su abuela en lo que podía para confeccionar los vestidos.

Pepe fue al colegio hasta los 14 años. No es que no valiera para estudiar, lo que él no quería era estudiar en el colegio.

A pesar de venir de una familia de cantaores, él no había heredado ese talento: “Nunca se me ha dado bien cantar”, reconoce Pepe. A él le gustaba la peluquería y eso era lo que quería estudiar. Pero sus padres se opusieron, decían que eso no era un trabajo y que si quería estudiar tenía que ir a la universidad. Pero él no quería.

Después de haberse criado entre vestidos, agujas e hilos, dedales y todo un mundo rodeado de mujeres, él tenía claro que quería ser peluquero. “Mi afición era peluquero, soy un peluquero frustrado”, expresa Pepe con tono de humor.

Como su familia se opuso, empezó de nuevo a adentrarse en el ambiente en el que había crecido junto a su abuela, el mundo del diseño, la moda y la confección. Él tenía el convencimiento de que quería dedicarse a algo que estuviera relacionado < con  las mujeres. A partir de entonces comenzó a trabajar en talleres de confección de forma más seria. El oficio lo aprendió en la calle junto a su abuela, las vecinas y amigas de su abuela.

A pesar de ello, cuando fue entrando en la época de la adolescencia se alejó de nuevo de la confección. “Era más tarambana y vivía a la orden del día, sin problemas”, admite Pepe.

En esa nueva etapa de su vida decidió dedicarse al mundo de la hostelería, especialmente porque consideraba que era un trabajo más fácil sobre todo cuando necesitaba dinero o no había trabajo en la confección.

A pesar de llevar esta vida humilde por un lado, por otro lado la familia de la que provenía le permitía acudir a muchas fiestas en las que se encontraban destacadas personalidades de aquel momento y de la actualidad. Del mundo de la farándula, del cante y del baile. Conoció a Curro Romero, a toda la familia de Carmina Ordoñez y a “Farruquito” entre otros. Esto también le dio la posibilidad de demostrar su destreza y vestir a algunos de ellos.

Ha tenido el placer de realizar vestidos para Carmina Ordoñez, Mari Fé de Triana, Juanita Reina, y la Miss Andalucía, España y Europa, Rocío Martín. A pesar de ser personas del mundo del cante, del baile o del toreo Pepe reconoce que eran personas corrientes.

Unos años más tarde, el padre de Pepe que también se dedicaba a la refinería, lo trasladaron a Tarragona por cuestiones de trabajo por lo que toda la familia se mudó a Tarragona. Conforme fueron creciendo, sus hermanas se enamoraron y se casaron con zaragozanos por lo que se trasladaron a  vivir a la capital aragonesa.

Una nueva vida

Pepe es una persona sentimental, muy amante de su familia y en todas las ocasiones que tenía visitaba a sus hermanas. Pero un día cambiaron las cosas.

Hace 15 años, mientras pasaba unas vacaciones junto a sus hermanas en Zaragoza, le surgió la ocasión de hacer un vestido de flamenca, vio que esa ciudad le daba una pequeña oportunidad y decidió quedarse junto a su pareja David Sánchez.

A pesar de todas sus idas y venidas profesionales y de proceder de una familia de artistas, él siempre tuvo claro que quería dedicarse a hacer aún más bella a la mujer. Demostrando su tenacidad comenzó a dedicarse por su cuenta al diseño de moda flamenca; aunque Pepe le gusta más hacerse llamar artesano porque dice que en su trabajo se inspira en épocas más antiguas.

Su novio David ha sido y es un gran apoyo. Él le animó en el inicio de su carrera profesional y en ocasiones le ayuda un poco en sus diseños. David, admite que la parte creativa del diseño es exclusiva de Pepe pero le da ideas para los colores.

Los 15 años que Pepe lleva dedicándose en solitario a la confección han demostrado que sabe destacar y que es un buen diseñador. David lo confirma; dice que es buen profesional pero también buen amigo de sus amigos. A su pareja le encanta la espontaneidad de Pepe pero reconoce que en ocasiones es un poco cabezota.

En la ciudad se dio a conocer como diseñador especialmente a través de la asociación Casa de Andalucía de Zaragoza en la que empezó a hacer desfiles cada año para mostrar las colecciones entre las socias.

Allí fue conociendo a muchas personas, algunas se convirtieron en fieles clientas y otras se transformaron en grandes amigas. “Tiene mucha imaginación y hace unos trajes espectaculares, es buen diseñador”, expresa María Pilar Melero, clienta desde hace siete años.

Pilar es una de sus mejores clientas y se ha convertido en una buena amiga. Le gustan tanto los diseños que Pepe hace que ya tiene cinco. Además de su creatividad, lo que más le gusta de él es que asesora a las clientas según sus gustos, admite que lo recomendaría sin dudarlo.

Castellar Sebastián es una buena amiga de Pepe y también clienta, lo conoce desde hace nueve años y lo considera una buena persona, buen amigo de sus amigos, y como algo propio de los andaluces, muy extrovertido.

Pepe también es muy ocurrente y divertido, explica que su defecto es la impaciencia y su cualidad la paciencia. Sorprendida le pregunté que cómo puede ser posible, su respuesta fue que ¡claro que puede ser posible! Tiene la paciencia de esperar a que un vestido esté terminado.

Conforme fueron pasando los años el boca a boca de las socias y amigas hizo que traspasara las fronteras de la asociación y fuera conocido también en otros sectores. Pepe, muy seguro de su trabajo y orgulloso de las relaciones con sus clientas, no ha utilizado nunca ninguna otra manera para darse a conocer, siempre le ha gustado hacerse su propia publicidad.

Desde el inicio, Pepe estaba convencido de que únicamente quería hacer vestidos para las mujeres y no trajes para los hombres. “Mi profesión consiste en poner guapa a una mujer, en hacerles el cuerpo bonito”, explica Pepe. Cuando ya muchas mujeres aficionadas a la cultura andaluza conocían quién era Pepe Bejarano González fue independizándose de La Casa Andalucía.

Pepe es un apasionado de su trabajo y nunca ha dejado de enseñar sus vestidos en desfiles en centros cívicos culturales o en teatros. Sus amigas y clientas han sido también una parte muy importantes en su profesión ya que siempre se han propuesto como voluntarias para hacer de modelos.

También confiesa que su pareja le ayuda mucho y entre los dos organizan los desfiles.

Tiene previsiones de futuro para su profesión y es que algo que le gustaría mucho es hacer un desfile en el casco histórico de Zaragoza. En la calle, donde todo aquel que haya oído hablar de él pueda ver su trabajo, y es que si los espectadores no acuden al desfile, el desfile acudirá a sus espectadores.

A pesar de venir de una larga rama de reconocidos y profesionales cantaores Pepe decidió dedicarse a otro tipo de arte, aunque ello no le ha impedido en ocasiones hacer sus pinitos encima de un escenario.

En la actualidad, su familia sigue propagando el cante que su trastatarabuelo Manuel Torre comenzó hace 111 años; como José de la Tomasa y Gabriel de la Tomasa.

Cuando habla de su profesión dice que su trabajo consiste en hacer reír a una mujer, ponerla guapa y hacer que se sienta bien. En una profesión en la que cada día hay más competencia Pepe sabe que es muy difícil destacar en este mundo pero se siente orgulloso de su profesión y es feliz.

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