Jaime García Machín (52 años) compagina el cine y el teatro con su empresa familiar. Hace siete años que se introdujo en la actuación mediante la Compañía de Teatro Montearagón. Participó en su primera película «Justi&Cia», en 2014. Actualmente, protagoniza la serie «Grupo 2: Homicidios«, emitida en Aragón TV. En esta entrevista relata cómo se inició en el mundo de la actuación, qué directores y actores le gustan, y qué le motiva cuando encarna sus personajes.
Por Isabel Armentia
Ha participado en la serie “Grupo 2 Homicidios”, que se empezó a emitir el pasado diciembre ¿cómo ha llegado hasta aquí?
Llegas hasta aquí a través de un histórico, no solamente es hacer cine, sino estar ahí: que la gente te vea, y, en un momento dado, que te llame quien te tiene que llamar. Depende de muchas cosas, pero fundamentalmente de que le gustes al encargado de casting para ese papel. En el cine es importantísimo el casting. Hay cuatro cosas importantes en el cine: el guión, el casting, el director y sobre todo la dirección de arte.
¿En qué momento decidió ser actor?
No decidí ser actor. Empecé con la compañía de teatro de Montearagón, y de ahí fui haciendo cosas. De repente, te llama uno que te ha visto un día por casualidad, haces un corto que tiene mucho éxito, recibe muchos premios, te va conociendo la gente del cine, tú vas conociendo gente de ese mundo, te van llamando…
¿El actor nace o se hace?
Fundamentalmente se hace. Puedes nacer con un don, pero es muy necesario el aprendizaje. Puede ser actor alguien que no ha hecho nada antes, pero para ser un buen actor te tienes que formar, y si no has podido formarte, por lo menos tener una gran capacidad de observación y leer de técnicas de acting y de espacios, atmósferas, ambiente, introducción al personaje. Todo ello es muy necesario.
Ha hecho cine, cortos, televisión teatro, ¿con qué se queda?
Con el teatro, porque cada representación es diferente. No solo por ti, sino también por el público: no es el mismo el de hoy que el de mañana. Influye mucho tu estado de ánimo, y el de tus compañeros. Y, además, porque la gratificación es inmediata. En el cine, hasta que ves tu trabajo, pasa bastante tiempo, y, tal vez, no lo coges con el mismo gusto, con la misma adrenalina que después de una obra de teatro. Y, sobre todo, que cada día puedes indagar más en el personaje. Según con qué compañeros, también cabe la posibilidad de enriquecer la obra. O empobrecerla, si la cagas en la improvisación.
¿Cuáles son sus referentes actores y directores de cine?
En el cine, Woody Allen. Daría lo que no tengo por estar un día en su cabeza. Hitchcock, fundamental, y, por supuesto, John Ford me parece un director bastante redondo. En cuanto a los actores, más que referentes tengo favoritos: me gusta mucho Leonardo DiCaprio, y también Bill Murray por su forma de manejar los tiempos, la pausa.
«Puede ser actor alguien que no ha hecho nada antes, pero para ser un buen actor te tienes que formar, y si no has podido formarte, por lo menos tener una gran capacidad de observación y leer de técnicas de acting».
¿Qué opina su familia del último personaje al que ha representado?
A los que tienes cerca no les gusta que hagas de malo, a mí me encanta. No concretamente este personaje, porque no es malo total. Para mí los buenos personajes son los malos sin fisuras, los que son malos siempre. Este es un malo cobarde, es malo con los débiles y débil con los fuertes. Como personaje no me gusta.
¿Le resulta fácil desprenderse de sus personajes, o los lleva con usted en su vida cotidiana?
Los llevo un tiempo, pero me desprendo enseguida. Si hablamos de teatro, los llevo mucho al principio hasta que estreno. Una vez que he hecho dos o tres representaciones, se supone que ya lo tengo asimilado, ya sé cómo afrontarlo, y no lo tengo tanto en la cabeza. Eso no quiere decir que no pueda seguir enriqueciéndolo.
¿Si pudiera dejar su empresa familiar, se dedicaría de lleno a ser actor?
Es un hobby que se me da medianamente bien y me llaman cuatro o cinco días de rodaje que puedo afrontar. Pero no podría hacer más porque mi trabajo, mis zapatos como yo le llamo, son más importantes por el hecho de que me dan de comer. Y si me tocara la lotería -algo que no me lo planteado- todo podría ser, pero las dos cosas no se puede. Si fuera muy rico, pues igual sí.
¿Qué personaje de los que ha representado hasta ahora le ha dado más satisfacción personal?
El que más me ha gustado ha sido el personaje de Adam Tramber, que fue el primer corto que hice, como personaje me encantó. Más que el más reconocido, ha sido el que más trascendencia ha tenido.
«La gente ve mucho cine en televisión, no lo valora. Y, por lo general, el cine español no está bien visto, todavía la gente piensa que se vive de las subvenciones».
¿Y cuál menos?
Un personaje de un corto en el que hacía de marido pusilánime. Mi esposa actuaba haciendo de mi mujer en la ficción. El personaje no me gustaba nada. No afrontas lo mismo un personaje que no te gusta que uno que te gusta, pues lo coges con más cariño y con más ganas.
¿Qué sintió al verse por primera vez en la gran pantalla?
Sinceramente, nada en especial. Antes del estreno, ya lo había visto en pantalla pequeña. Y esa primera vez no sentí que era yo, no estaba pendiente de mí. De verdad, no sentí nada especial.
¿Le gustaría que sus hijos siguieran este camino?
Me encantaría, si pueden valer y les gusta. Pero es duro. En Aragón viven de esto entre el 6% y el 8% de todos los actores que hay.
¿Cree que les resultaría más fácil?
No. Alguna mínima oportunidad más podrían tener. Les pueden abrir un minino de grieta, pero, si no valen, adiós.
¿Cree que el cine está lo suficientemente valorado como arte en la sociedad actual?
No. Hay mucho desconocimiento y la gente ve mucho cine en televisión, no lo valora. Y, por lo general, el cine español no está bien visto, todavía la gente piensa que se vive de las subvenciones. Hacer cine es muy difícil, pero una vez conseguido, todavía es más difícil que te distribuyan una película y que te la exhiban.
¿Si volviera a nacer emprendería antes este camino?
No. Está bien como está. Lo hubiera hecho antes, pero preferí tomar otro camino, y no me quejo.
¿Puede compaginar bien el cine con la empresa familiar?
Ahora no es difícil compaginarlo, incluso a veces puedo decidir cuándo voy a rodar. El problema es cuando te llega un papel de 15 días, porque no solo es el tiempo de rodar: son, además, pruebas de vestuario, meterse en el personaje, y los personajes te absorben mucho. Hay veces que, hasta que te viene la inspiración, vas pensando y no te viene y esto es un ladrón de tiempo.
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