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Caramelos Alcaine: Una historia muy dulce

Caramelos Alcaine es una de las tiendas más antiguas de Zaragoza. Este negocio basa su actividad en la venta de caramelos, frutos de la región, chocolate… y, todo ello 100% artesanal.

Todo comenzó en 1926 siendo una tienda de ultramarinos, de la que aún se conserva el papel de “Ultramarinos A Plumin”. El fundador fue Clemente Alcaine padre. Cuando este murió pasó a su hijo Clemente Alcaine y al final quedó en manos de Miguel Ángel Roc. La relación entre ambos es que la familia Roc llevaba la fábrica de frutas que servía el género a la familia Alcaine. El padre de Miguel Ángel y Clemente hijo eran amigos íntimos y, al no tener este último descendencia, Miguel Ángel Roc Serrano terminó heredando la tienda.

Según comenta Miguel Ángel Roc, Caramelos Alcaine ha evolucionado mucho desde sus inicios: comenzó su andadura antes de la Guerra Civil siendo una tienda de ultramarinos y vendiendo chorizos, lomo, garbanzos, lentejas, harina de, maíz, etc. Durante la Guerra Civil dispensaba tickets de cartillas de racionamiento. Según cuenta Roc “por la noche, cuando no había bombardeos y se estaba tranquilo, se hacía el reparto; me salieron un montón de tickets limpiando en el sótano”.

Con el tiempo se convirtió en una tienda de caramelos trabajando, sobre todo, con las especialidades de la tierra como las frutas de Aragón (calabaza, pera, naranja, cereza, manzana, melocotón, melón) o las cerezas a la marrasquina.

Un asunto que le resulta difícil de tratar es el traspaso que tuvieron que hacer del antiguo establecimiento al actual, ya que el anterior estaba bajo peligro de derrumbamiento. En este sentido, Roc confiesa: “Todos los muebles se han quedado ahí, aún me asomo para verlos porque los he estado cuidando durante muchos años. Estaba enamorado de ellos y me ha costado unos 15 kilos la mudanza por la morriña que he tenido”. Según comenta, ha habido ligeros cambios en la nueva tienda: la puerta de entrada se encontraba antes a la izquierda y el escaparate y el mostrador en el otro lado. “En realidad, la distribución es la misma, pero al revés”, afirma Roc. Las ventajas que tiene el nuevo local es que hay más espacio y permite tener más productos. Por otro lado, se intentó poner las mismas baldosas, pero debido a su antigüedad se ha optado por poner unas similares. Además, se ha añadido un mostrador para que en vez de atender dos personas sean tres.

Lo más característico de Roc es la rapidez con la que trabaja y la eficacia que tiene organizado el material correctamente y siempre despidiéndose con un: “Hasta luego, gracias”. A lo largo del día atiende a decenas de personas. No obstante, el dependiente explica: “El negocio va a oleadas, de repente viene mucha clientela y a ratos no hay nadie”. Lo más vendido son las guindas y las trufas, caramelos para los nietos o, ahora que se acercan las Navidades, polvorones y turrones.

Para Miguel Ángel Roc estás serán sus segundas navidades en el nuevo local, pero piensa que serán iguales que otros años, con mucho trabajo: “Haces el 40 por ciento de productividad anual en un solo mes, te vuelves loco”. Roc afirma que el primer año de navidades en la tienda perdió 13 kilos. “No tienes tiempo para nada, vas a abrir y ya tienes gente esperando fuera, algunas veces parece una manifestación y otras tienes la persiana medio bajada y se cuelan para pedirte”.

Informa: Alicia Mellén

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