Por. Miguel G. Pobes
No hay más. Es su oportunidad. Es la hora de que Raúl Agné cumpla el deseado ascenso. Lleva cuatro años en boca de los seguidores maños, y ha llegado su momento. Pero, antes de centrarnos en la figura del míster, conviene hacer un repaso de cómo el Real Zaragoza se encuentra en la situación adversa de hoy.
Corría la temporada 2012-2013. Agapito Iglesias, empresario de negocios cuestionables, continuaba como máximo accionista de un club abocado a la desaparición. El milagro de la temporada anterior (se logró la salvación tras una segunda vuelta de escándalo) no se iba a repetir. Tras una segunda vuelta desastrosa, el equipo aragonés consumaba su descenso a segunda división en la temporada 2012-2013, bajo la mano de Manolo Jiménez.
Este descenso a la categoría de plata del fútbol español iba a conllevar desastrosas consecuencias. La Liga de Futbol Profesional (LFP) había impuesto al equipo la presencia de Jesús García Pitarch como director general, otro empresario que supondría para el club un peligro añadido. En el plano deportivo, iba a llegar al banquillo Paco Herrera, primer entrenador de esta última etapa en Segunda División. La delicada situación institucional se trasladó al terreno de juego. Después de que el equipo parecía despegar, volvieron a llegar los malos resultados. Ello causó la destitución del míster, prácticamente a mitad de temporada.
Víctor Muñoz fue el encargado de coger las riendas del equipo. A pesar de ser un entrenador de categoría, no consiguió trasladar su modo de juego a un vestuario dividido. De esta manera, la temporada terminó con el Real Zaragoza en un mediocre decimocuarto puesto, con el club al borde de la liquidación.
«Solo nos queda confiar en que en el Real Zaragoza dé el salto profesional, que catapulte su nombre a los estadios de primera división».
El verano de 2014 fue el más activo de la época reciente del conjunto maño. Agapito deja su cargo de máximo tras vender sus acciones a la Fundación Zaragoza 2032 al simbólico precio de un euro (que conllevaban una deuda de 150 millones. La organización se encargó, desde entonces, de la gestión económica e institucional del club. Sin tiempo (y sin dinero), la fundación encara el inicio de temporada con el reto de la supervivencia. El equipo cuenta con Víctor Muñoz como entrenador, pero ni siquiera tiene futbolistas suficientes para disputar un partido de competición.
La mano salvadora de Ángel Martín González configura un equipo competitivo, con el cual los aficionados tienen licencia para soñar con el ansiado ascenso. Sin embargo, los resultados no acompañan a Víctor Muñoz, lo que supone su despedida del equipo maño.
Iba a hacerse con el equipo un desconocido Ranko Popovic, un serbio que llegaba de entrenar en el fútbol japonés. Contra todo pronóstico, realizó una meritoria campaña en la que el equipo terminó sexto, plaza que le daba derecho a disputar el playoff de ascenso a la primera categoría del fútbol español. Después de hacer historia remontando un 0-3 en contra, y tras ganar 3-1 en casa a Las Palmas, el equipo se quedaría sin el deseado premio, a falta de siete minutos para el final del choque, lo que condenaba a la plantilla a disputar otro año en Segunda División.
La temporada siguiente, la 2015-2016, no tuvo los resultados deseados. Ranko fue destituido tras haber entrenado un año natural a la escuadra aragonesa. El encargado de sustituirle fue el catalán Lluis Carreras, quien, después de haber permanecido en cuarto puesto durante prácticamente toda la temporada, fue destituido al caer 6-2 frente al ya descendido Llagostera. Fue una de las derrotas más dolorosas de la historia del club. El equipo quedaba octavo, lo que le privaba de toda posibilidad de lucha por el ascenso.
Y ahora llegamos a la temporada actual. La temporada en la que, una vez más, se oye de la boca de los aficionados ese “este año sí”. Tras el breve paso de Luis Milla, y con un equipo casi tocado moralmente, aparece Raúl Agné.
Raúl Agné es desconocido, pero ha sumado los únicos tres puntos que ha disputado. En tan solo un partido, ya se han dibujado pequeños rasgos de su filosofía futbolística. El futuro está en su mano, el “este año sí”, depende de él. Y solo nos queda confiar. Confiar en que en el Real Zaragoza dé el salto profesional, que catapulte su nombre a los estadios de primera división. Y que sea a base de triunfos, más triunfos que el abstracto “buen futbol”. Es su momento. Es nuestro momento. Es el momento de Raúl Agné.
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