Entrevistas

Adriana Solanas, egresada de Traducción: “Me han enseñado el valor de la felicidad, donde lo material no tiene cabida”

En ocasiones, vivimos situaciones que escapan de nuestro control y nos cambian la vida o la percepción que tenemos sobre ella. Las experiencias vienen a nosotros para que las vivamos sin preguntar si queremos hacerlo. Sin embargo, en otras ocasiones, somos nosotros quienes vamos a por ellas. Aun sin saber cuánto o cómo van a cambiarnos, nos lanzamos a experimentarlas. Adriana Solanas estudió el grado en Traducción y Comunicación Intercultural y el máster en Dirección de Empresas MBA en la USJ. El pasado septiembre decidió que quería pertenecer a este segundo grupo de personas que van en busca de experiencias que vivir y se embarcó en la aventura que le cambió la vida. Kanganahalli, un pequeño pueblo al sur de la India, fue culpable y testigo de su transformación.

Por Marta Álvarez

¿Dónde vivías en la India?

Vivía en un bloque de pisos de Lingarajpuram, un barrio muy humilde al noreste de Bangalore, una ciudad al sur de la India que cuenta con 740km2 y 9 millones de habitantes – Madrid tiene una extensión de 605km2 y 3 millones de habitantes -.

¿Por qué decidiste hacer un voluntariado?

Me fui a vivir a la India porque a mi marido le surgió una oportunidad de trabajo. Desde el primer momento, tuve claro que era el país perfecto para hacer un voluntariado internacional. Ya había hecho uno de 20 días en Senegal y fue una experiencia buenísima. Así que me puse a buscar alguna ONG en Bangalore. Me acordé que, en un programa de televisión sobre españoles viviendo en el extranjero, contaban la historia de una chica que había creado una ONG en un pequeño pueblo a hora y media de Bangalore. Decidí ponerme en contacto con ella y me dijo que sería de gran ayuda si daba clases de inglés en el colegio público, así que no me lo pensé dos veces.

¿Qué ONG era?

Se llama Sunsita. Colaboran en Kanganahalli ayudando a la formación en ingles de los 120 niños que van al colegio y creando talleres de costura para ayudar al empoderamiento y respeto de las mujeres del pueblo. También abrieron un pequeño centro sanitario para atender las necesidades médicas de los habitantes. Y, sobre todo, intentan ayudar en la mejora de los derechos humanos.

¿Cuál fue el proceso desde que tomaste la decisión de irte hasta que llegaste a la India?

Por un lado, había muchas ganas. Por otro, algo de miedo e incertidumbre ante lo desconocido, ante un país de tantos contrastes… Intenté leer y ver muchos programas sobre la India para empaparme lo máximo posible de su cultura y que el choque fuera menos agresivo… ¡Y así fue!

¿Pensaste en las condiciones en las que vivirías en la India? ¿No te frenaron estos pensamientos?

Cuando uno decide irse a vivir a la India debe saber lo que va a encontrarse: mucha basura en las calles, muchos animales conviviendo con la población (vacas, monos, ratas, etc.), mucha suciedad, olores fuertes, insalubridad, poca higiene, hay que tener cuidado con las enfermedades, las infraestructuras de la ciudad están todavía en muy mal estado… Pero también es cierto que vas a encontrarte un país increíble que te abre los cinco sentidos.

¿Cambió la percepción que tenías de la India cuando llegaste?

Había leído y visto tantos reportajes antes de hacer el viaje que en un primer momento fue similar a lo que me esperaba. Pero me sorprendieron sus habitantes. Son muy serviciales, siempre intentando ayudar con una sonrisa, nunca enfadados… Pensaba que quizás con los extranjeros serían más cerrados y resultó ser todo lo contrario.

¿Qué fue lo que más te impactó al llegar allí?

El tráfico. No existen las normas y puedes hacer lo que quieras. Casi no hay semáforos en la ciudad, parece que las líneas que separan los carriles no existen, no paran de tocar el claxon, cambian de sentido cuando, como y donde quieren, las vacas están en las carreteras como un medio de transporte más, la gente sube y baja de los buses (que van con las puertas siempre abiertas) en medio de la calzada sin que haya parada. Además, hay miles de tuc tuc (vehículo triciclo motorizado típico de la India), los coches, camiones y autobuses no tienen cinturón de seguridad y es normal ver familias de hasta cinco personas subidas en una misma moto ¡Es absolutamente loco!

¿No sentías miedo ante tanto caos?

Al principio cuando te montas en un coche o tuc tuc crees que vas a morir mil veces. Pero al final te acostumbras y ves que ellos controlan y dominan sus normas internas… ¡Al final es verdad que nunca pasa nada!

¿Cuál era tu función dentro de la ONG?

Enseñaba inglés en el colegio público de Kanganahalli.

¿Cómo enseñabas inglés a los niños indios si ellos no sabían español y tú no sabías su idioma?

Los más pequeños no sabían nada de inglés y realmente era gracioso porque me hablaban siempre en hindi o kannada, su idioma local del estado. Pero cuanto más pequeño eres, más rápido aprendes un idioma. Cada semana notaba mejoría. Me entendían mejor cuando les hablaba en inglés, se acordaban del nombre de los animales, las partes del cuerpo, los números… Hacíamos muchas actividades creativas que nunca hacían con sus profesoras indias. Es un país donde se enseña mucho a escribir y copiar, pero se dedica poco tiempo al desarrollo de la imaginación y del pensamiento crítico. Así que les encantaba pintar, cantar o bailar.

¿Qué es lo que recuerdas con más cariño?

Todas las mañanas antes de empezar las clases, siempre hacían 10 minutos de meditación. Cruzaban en el suelo las piernas, empezaban con un “om” profundo y cerraban los ojos meditando. Yo estaba delante de ellos y no podía evitar abrir los ojos, intentando que no se dieran cuenta, para observar sus caras llenas de inocencia. La locura de sus gritos y abrazos cuando llegaba de repente se transformaba en 10 minutos de paz interior y silencio absoluto… Adoraba ese momento. Tenerlos a todos delante me hacía pensar en lo afortunada que era de poder estar viviendo eso.

¿Qué balance haces de esta experiencia?

Ha sido una experiencia increíble, difícil de expresar con palabras. La felicidad que este pueblito y en especial estos niños han traído a mi vida la voy a llevar dentro para siempre. Sus sonrisas, sus abrazos, sus miradas, su inocencia, su amor incondicional… ¡he aprendido mucho más yo de ellos que ellos de mí! No ha podido ser más gratificante. Volver a verles es ya una necesidad. Los llevaré siempre en mi corazón.

¿Qué crees que te ha aportado a nivel personal y profesional?

A nivel profesional el haber podido trabajar en un entorno tan internacional y culturalmente diferente, en unas condiciones poco idóneas donde necesitas mucha imaginación, adaptación, asertividad y paciencia. A nivel personal, me ha cambiado entera por dentro. De repente yo he dejado de ser importante y he dedicado todos mis esfuerzos y energías a unos niños que son el futuro del país. Me han enseñado el verdadero valor de la inocencia, la bondad, la paz, el dar sin esperar nada a cambio, la felicidad real donde lo material no tiene cabida.

¿Por qué acabaste el voluntariado?

Me habría encantado continuar, pero a mi marido le salió una buena oportunidad profesional en China y nos fuimos de India. Me dio pena. Este país ha significado mucho en mi vida y sé que ha sido un antes y un después.

Ahora que estás en China, ¿cuáles son tus aspiraciones en esta nueva etapa?

Mi primer objetivo, y sobre todo habiendo estudiado idiomas en la carrera de Traducción, es aprender chino. Aquí casi nadie habla inglés y la comunicación es muy complicada (¡y divertida a la vez!) así que dedicar muchas horas a estudiar chino es lo primero. También quiero hacer un curso o máster de e-commerce o marketing online, que es en lo que he estado trabajando los últimos 3 años. También me gustaría dar clases de inglés o español.

¿Tienes pensado volver a España?

Sí. Siempre me ha gustado viajar y vivir en otros países, pero en un futuro me veo viviendo en España, donde está mi familia y amigos.

¿A nivel personal y profesional, dónde te ves en el futuro?

A nivel personal me veo en familia y siendo muy feliz haciendo lo que me gusta: disfrutar del día a día como si fuera el ultimo. A nivel profesional me veo en cualquier sector utilizando los idiomas que hablo y pudiendo tener mucha comunicación con otras culturas y otros países. Por ejemplo, llevando proyectos internacionales de alguna empresa, negocios de comercio exterior, quizá continuar por la línea del mundo online… ¡O incluso, al volver de India, me he llegado a plantear el montar una ONG!

Universidad San Jorge