Reportajes

La incógnita de la salud mental en los jóvenes 

El suicidio es la tercera causa de mayor mortalidad en jóvenes españoles entre 10 y 19 años. Foto: Juan Embid

Por Alejandro Fernández, Antonio Oliver y Juan Embid 

A lo largo del año 2020 se trataron 2.277 casos graves en toda España, con una media estimada de seis casos al día. Estos datos suponen un aumento de las situaciones de urgencia alta (39,1%) y de máxima gravedad (55,6%) respecto al año anterior, según el informe anual 2020 de la Fundación ANAR. A continuación, se habla sobre el suicidio, las consecuencias desde el inicio de la pandemia, la situación de los supervivientes (quiénes son, cómo actúan, etc.) y posibles soluciones en el sistema sanitario español. 

El 2020 fue un año que marcó en todos los sentidos. La pandemia de la COVID-19 se tradujo en numerosas consecuencias, sobre todo a nivel social y en el sector joven en concreto. Hay que tener en cuenta la incidencia de la salud mental, con especial atención en esta población joven.

Aunque sea tabú, el tema del suicidio está más presente en la sociedad. Cabe recalcar la incidencia en la población joven, que ha crecido de forma progresiva debido al uso de las redes sociales, comportamientos individuales y otros factores que les hace más vulnerables si no se trata a tiempo este problema del suicidio.  

Según los últimos datos reflejados en el Instituto Nacional de Estadística (INE) de 2020, se indica que el suicidio es la tercera causa de mayor mortalidad en jóvenes españoles entre 10 y 19 años, con 61 casos. Está detrás de los accidentes de tráfico y las enfermedades del sistema nervioso como causas más destacadas. Como indican algunos expertos, son unos datos negativos acerca de este problema oculto entre los jóvenes y la sociedad en general. 

Datos por suicidio en menores entre 10-19 años (Esp) en 2020. INE 

Este problema está dentro de la sociedad en general, con los jóvenes como la gente más expuesta a sufrir este problema que puede ser consecuencia de una nueva forma de vida, con el aislamiento, independencia o tratar este tema de manera ineficaz. 

Más allá del año 2020, el suicidio ha sido protagonista dentro de este sector de población. A partir del año 2016, las cifras son preocupantes. El incremento de la tasa de menores sobre el suicidio es alarmante. Según los datos recogidos por el INE entre los años 2016 y 2020, el número supera la media de 60 personas en España, con un considerable repunte desde entonces, con un dato máximo de 77 menores (10-19 años) en 2018, el dato más impactante de todos. No se puede tratar al suicidio como un tema enigmático o, incluso, invisible al resto de personas. 

Datos sobre los suicidios en jóvenes de 2016 a 2020. INE 

Efecto de la pandemia 

La pandemia ha hecho repuntar todos los parámetros de forma exponencial. De acuerdo con el informe de la Fundación ANAR, las secuelas psicológicas aumentaron con el efecto de la pandemia. Durante el confinamiento, creció la ideación suicida (244,1%), la ansiedad un (280,6%), la baja autoestima un (212,3%), la depresión o tristeza un (87,7%) y, con la “vuelta al cole”, las autolesiones se acrecentaron (246,2%) y la agresividad, para finalizar, un 124,5%. 

ANAR detectó un incremento en problemas asociados a la tecnología, de un 23,2% a un 29,9%, relacionado a temas como ciberacoso, autolesiones, ideaciones e intentos de suicidio y otros problemas psicológicos. 

Supervivientes 

Cuando una tentativa de suicidio acaba en muerte, quedan las personas afectadas, denominadas ‘supervivientes’. Carles Alastuey, vicepresidente de Después del Suicidio, Asociación de Supervivientes (DSAS), trabaja en esta iniciativa desde hace 10 años y define a los supervivientes como «personas que se ven afectadas de forma negativa por la muerte por suicidio de una persona». 

Como señala Alastuey, «desde la asociación, para ayudar a los supervivientes hay que normalizar los sentimientos traumáticos que los van a acompañar durante esa experiencia de pérdida, y utilizar una pedagogía del duelo», así como «facilitar que comprendan que lo que les sucede no es una experiencia única, sino común a muchas personas cada año». 

Aunque el proceso de duelo es algo subjetivo e individual, el vicepresidente recalca la importancia de que las personas reciban ayuda externa para procesar el duelo: «Los supervivientes deben entender que una pérdida por suicidio es un elemento grave para su propia salud». Si el proceso no se realiza de la manera correcta puede provocar que «otro hecho en el futuro, sin relación directa, destape todo, y convierta un proceso madurativo normal en un hecho que nos desborde por completo», afirma Alastuey. 

La pandemia ha puesto encima de la mesa la problemática de la salud mental, como un elemento social que no habíamos concebido antes 

Carles Alastuey, vicepresidente de Después del Suicidio, Asociación de Supervivientes (DSAS)

Respecto a los medios, también señala Alastuey que este tema «ha de tener una visibilidad en forma de concienciación, como en la violencia de género o el SIDA». Incide sobre la «concienciación y la manifestación de comportamientos suicidas» en los jóvenes, además de querer superar las fronteras de «desautorización o banalización». 

Carles Alastuey confirma que el suicidio es un tema estigmatizado y, por tanto, invisible entre la sociedad. Además, también señala un hecho que no se puede escapar a la realidad: «En España, si se suicidan entre 3.500 y 4.000 personas cada año, se debe de multiplicar por 6, que es el mínimo de personas que quedarían afectadas por la pérdida». Por ello, la asociación incide en la normalización de la situación. 

En plena pandemia, este problema no está lejos de la realidad. «La salud mental había sido una incógnita, especialmente en las personas jóvenes. La consecuencia directa ha sido un mayor volumen de tentativas y fallecimientos», expresa Alastuey. Además, se observa un «agravamiento de los procesos de ansiedad y las inquietudes emocionales con mayor incidencia en los centros educativos», comenta el vicepresidente de la asociación. Estos hechos muestran la otra realidad que no se quiere conocer, pero está entre nosotros. 

Tratamiento del suicidio en los menores 

La eficacia es esencial en este trastorno mental. Así lo señala Luis Borao, docente en el grado de Enfermería de la Universidad San Jorge (Zaragoza), que señala la implementación de una terapia contextual, única en cada paciente, con especial énfasis en la existencia de «terapias eficaces e intervenciones útiles», desde el prisma de «conocer el problema y concienciar a las personas».            

En concreto, Borao comenta que «una terapia dialéctico-conductual es muy interesante en sus estudios», puesto que trata diferentes variables como «impulsividad, estabilidad y gestión emocional o el ambiente invalidante». Aunque todo parte de unos mismos patrones, como son «querer escapar y acabar con su dolor», afirma Borao.

Borao remarca la importancia de la familia en el núcleo personal y apela a la existencia de ambientes invalidantes. Comentarios como «No es para tanto» o «Deja de hacer el tonto» no solo evaden a los jóvenes de su realidad, sino que «incrementan esa invalidación y ese sufrimiento» y, por tanto, «entran en una espiral que lleva a las conductas suicidas», señala Borao. 

Adolescentes en plena terapia dialéctico-conductual. Psicoactiva.com 

¿Cómo solucionar el problema? 

El objetivo pendiente de la sanidad española es reducir el número de suicidios anuales de jóvenes y, para ello, Luis Borao marca los pasos a seguir por parte de médicos y psicólogos: «El primer paso es conocer que existen terapias eficaces e intervenciones que pueden ser muy útiles; el segundo, es concienciar a las personas de que estas terapias están validadas y no son meros experimentos». 

Borao también destaca que es necesario concienciar a los jóvenes y sus familias para que no se repitan patrones propios de casos de suicidios, como lo son el ambiente invalidante o la negación de la experiencia interna de los demás. También, como psicólogo de la Asociación de Trastornos Depresivos de Aragón (AFDA), considera importante remarcar que la terapia dialéctico conductual es «la más efectiva para prevenir los intentos de suicidio». 

Sin embargo, el principal foco del problema de prevención del suicidio está en la sanidad española: «Me da la impresión de haberse instaurado un sistema de actuación médico en el que luego entramos los psicólogos y no se trabaja conjuntamente», señala Borao. «Hasta que no hagamos un cambio de sistema, que en España va a costar mucho, no creo que seamos tan eficaces como en Estados Unidos», añade el profesor de la Universidad San Jorge. 

La medicina busca curar y la psicología busca enseñar y creo que podemos añadir algo útil y complementario con el trabajo de los médicos

Luis Borao, docente en el grado de Enfermería de la Universidad San Jorge (Zaragoza)

Desde la política también se trabaja en busca de soluciones para frenar el número de suicidios, como en el caso de la propuesta de una Ley de Salud Mental, aunque no se está llevando a cabo desde el enfoque adecuado, según Borao: «Se está tratando esta problemática como si fuese una enfermedad más y no como el fruto de un aprendizaje social normativo de algunas personas».  

Por estos motivos, Borao además ofrece una alternativa a la propuesta que plantean los políticos españoles: «Me da la impresión de que se intentan poner parches en vez de solucionar el problema de raíz, que se conseguiría con una buena educación y enseñar a los adolescentes a regular sus emociones». 

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