Es una realidad inminente, el medio rural español se está despoblando a pasos agigantados. Cada vez son más los municipios en los que manda el silencio. Teruel, con una densidad de población inferior a Laponia, se cuenta entre las provincias españolas más castigadas por la despoblación y entre los territorios más despoblados de Europa. Una zona conocida como “biológicamente muerta”.
La despoblación del medio rural en 22 provincias de España presenta un futuro poco prometedor, ya que en sus municipios predomina una población envejecida y masculinizada. Las malas conexiones, servicios escasos o fuga de los jóvenes hacia los municipios más grandes hacen mermar las esperanzas de supervivencia.
Una cuestión histórica
Esta situación no es casual. Parte de este proceso se origina en la Segunda Guerra Mundial. Un momento en el que en España, como en toda Europa, el sector agrario deja de ser el principal componente de la economía. A lo anterior se suman los movimientos migratorios de las zonas rurales a las urbanas en los años 30 del siglo XX que se intensificaron en los años 60, dando como resultado un verdadero éxodo rural.
Si acercamos el foco a Aragón se puede apreciar con claridad el contraste entre el medio urbano y el medio rural en términos de densidad de población. La densidad media aragonesa es de 28,3 habitantes por kilómetro cuadrado. La provincia en la que se sitúa la capital, Zaragoza, tienen una densidad de población muy alta 56,17 habitantes/km² respecto a la provincia de Teruel que está dentro de lo que se considera como desierto demográfico (10 habitantes por kilómetros cuadrado).
Un ejemplo que representa esta realidad es que Teruel tiene 14 mil kilómetros cuadrados de extensión; el doble que el País Vasco, pero todos sus habitantes caben en un barrio de Zaragoza.
Según explica la plataforma “Teruel Existe” que surgió de la necesaria reivindicación de la importancia de este territorio, entre efectos de la despoblación podemos contar los siguientes:
- Envejecimiento de la población
- Progresiva pérdida de valores humanos y sociales. Pérdida de la memoria histórica.
- La emigración de los más jóvenes lleva consigo el cierre de escuelas de las poblaciones más pequeñas. Surgiendo al final Agrupaciones de escuelas (CRA Centros Rurales Agrupados) que exigen desplazamientos de muchos kilómetros o permanecer internos.
- Problemas sanitarios y de mantenimiento de las estructuras sanitarias.
- Problemas para el mantenimiento básico de los municipios. La despoblación y el envejecimiento hacen que con los impuestos municipales no se puedan prestar los servicios básicos sin ayuda externa de Diputaciones Provinciales o Comunidades Autónomas.
- Cierre paulatino e inexorable de todos los comercios del municipio.
El último de la fila
La despoblación del medio rural en la Provincia de Teruel se debe analizar desde una óptica multidisciplinar: educación, medios de comunicación, política, lo sociología, historia…
La situación en la que se encuentra Teruel actualmente no es fortuita, es el resultado de acontecimientos históricos que junto con la grave crisis económica y el paro registrado en la provincia, han llevado a Teruel a una grave regresión demográfica. Si echamos la vista atrás el problema viene de lejos. Como afirma Manuel Blasco Marqués, alcalde de Teruel, ya en el siglo XII los Fueros de Teruel eran un privilegio que los Reyes daban a la gente para repoblar zonas alejadas de los grandes nudos de comunicación y “800 años después estamos igual” afirma el alcalde.
Si avanzamos hasta el siglo XX encontramos que Teruel fue la última provincia española a la que llegó el ferrocarril , un factor determinante , lo mismo sucedió con las autovías, siendo Teruel una vez más más la última provincia de España en tener un kilómetro de autovía. A lo largo de la historia han sido escasas las inversiones desarrolladas por las Administración General del Estado, lo cual ha sido tanto un motivo más en la generación del actual panorama desolador, como un agravio comparativo en relación con otros territorios del Estado español, que cuentan con unas dotaciones, tanto en materia económica como de infraestructuras básicas y fundamentales para competir en el mercado, de las que carecen Teruel y su provincia.
Un desierto demográfico
Los últimos datos hechos públicos por el INE indican que el censo sigue descendiendo y como explica el periódico ABC en su artículo “La emigración extiende el desierto demográfico en la provincia de Teruel”, en Aragón del 1 de enero al 30 de junio, la provincia de Teruel perdió una media de cuatro habitantes por día. En 6 meses ha perdido 681 habitantes que se suman a los 1.723 que perdió en 2013, a los 1.805 que restó en 2012, a los 1.439 de 2011 y a los 1.020 que vio perder en 2010.
Las dos terceras partes de los municipios de la provincia de Teruel no llegan a los 500 habitantes. De ellos, 86 tienen menos de 100. Y, de estos, 36 ni siquiera pasan de los 50 empadronados. Y hay que tener en cuenta que, con frecuencia, no todos los que figuran en los padrones son habitantes reales que permanecen todo el año en su respectivo municipio.
Una llamada a la Unión Europea
Junto con Diputaciones Provinciales y Gobierno Central, la Unión Europea desarrolla un papel fundamental en materia de despoblación, ya que son cuantiosos los fondos europeos de cohesión para repartir a las provincias que se encuentran en situación de desequilibrio. Sin embargo, una vez más, los baremos que se utilizan para el reparto de ayudas comunitarias ocasionan problemas. Según el informe desarrollado el pasado mayo por CEOE-Teruel, Cepyme, Cámara de Comercio, CC.OO y UGT, y titulado “Documentos base para el desarrollo estratégico de la provincia de Teruel para la legislatura 2015-2019”, la Unión Europea debería dar un trato específico a este tipo de provincias, sin tener en cuenta un solo baremo (como hasta ahora) y ponderando aspectos como el envejecimiento, la dispersión, la emigración y la baja densidad de población.
De lo contrario, las perspectivas son desesperanzadoras, frente a los 139.315 residentes actuales, en 2023 Teruel solo tendrá 127.120, y se convertirá en una sociedad biológicamente muerta.
Como comenta José Barros, administrador de la Asociación Contra la Despoblación, ha de hacerse hincapié en la importancia de la dinamización económica para recuperar e incrementar la población, señalando directamente a las Administraciones Públicas y Unión Europea.
Dotar de infraestructuras adecuadas, facilitar una fiscalidad especial a autónomos, PYMES y empresas que se ubiquen en las zonas deprimidas, financiar las iniciativas susceptibles de crear empleo, simplificar los trámites de gestión, etc., sólo están al alcance de las Administraciones Públicas de ámbito superior. Al respecto comenta que, “si no existen políticas de envergadura claramente decididas y dotadas de los medios económicos y humanos suficientes, no parece que la situación pueda encauzarse, con lo que estas zonas continuarán, lenta e inexorablemente, su proceso de desertización paulatino”.
La despoblación no es una realidad que se presente ante nuestros ojos de forma fortuita. Se trata de una situación que se ha ido fraguando durante muchos años; donde la emigración, la falta de ayudas políticas, la situación laboral y otros muchos factores han ido conformando una actualidad escalofriante. Los pronósticos no son positivos, se trata de una situación con tintes de irreversibilidad, en la que cientos de pueblos caerán uno tras otro si no se producen cambios en el corto plazo.
Asociaciones, organizaciones de agentes sociales y algunos organismo públicos son conocedores y activos participantes en luchar contra esa realidad. Para que un día cientos de estos pueblos no estén iluminados por la soledad.
Comentar