Bancario durante más de 40 años en el Banco Español de Crédito, se ha convertido en una de las personas más solidarias de todo Aragón. A sus 70 años ha dejado a un lado las finanzas para centrarse en el funcionamiento de la entidad benéfico privada sin ánimo de lucro de El Refugio, compatibilizándolo con sus peculiares obligaciones como cofrade en la Sangre de Cristo. Manolo, como le llaman sus amigos, intenta explicarnos lo que para él es la solidaridad en la actualidad desde El refugio zaragozano.
HAGO LO MISMO DE VOLUNTARIO QUE DEPRESIDENTE de la Hermandad El Refugio. Todos los días doy comidas, cojo una furgoneta y me dirijo a buscar alimentos, doy de comer a los niños de la guardería, distribuyo ropas… Hay días que hasta como con los transeúntes. La única diferencia con lo que hacía antes es que,desde que soy el presidente, soy yo el que debe dar la cara en los medios de comunicación, ir en busca de financiación y tomar decisiones problemáticas.
ALGUIEN ME ESTÁ AYUDANDO. Ni yo ni la junta en El Refugio podríamos haber llegado hasta aquí solos. Trabajamos muy duro pero “nos ha tocado bailar con la más fea”, vulgarmente dicho, que es esta gran crisis económica. Nuestros gastos rondan el 1,5 millón de euros al año y las instituciones solo nos financian 60.000 euros anuales. Sin embargo, de repente, recibes una llamada que te dice “Manolo, me he enterado de que tenéis problemas con tal proyecto ¿Cuánto necesitáis? Cuenta con los 150.000 primeros euros mañana”. Y este tipo de cosas nos permiten seguir funcionando económica y psicológicamente.
SOY LO QUE SOY GRACIAS A MI PADRE. Él desde pequeño me ha inculcado grandes valores, siempre me decía que actuase con los demás igual que me gustaría que ellos lo hicieran conmigo y ¿sabes? Si yo estuviera en la situación de la gente que acude al Refugio me gustaría que me ayudasen. La primera vez que me trajo aquí mi padre tenía 15 años y di de comer a los transeúntes.
EL GRAN PROBLEMA DE LA SOCIEDAD ES EL DESCONOCIMIENTO. Ahora mismo, como intuimos que las cosas a nuestro alrededor van mal preferimos esconder la cabeza y hacer como que no pasa nada pero sí que pasa. ¿Tú crees que si la gente supiera que haciendo pequeñas acciones como donar 60 euros anuales ayudan a mucha gente no lo harían? Yo duermo mejor creyendo que sí y, por eso, uno de mis retos personales es intentar que la gente conozca la situación de su alrededor y las formas de cambiarla.
ANTE LAS ADVERSIDADES SE CRECE o al menos ese ha sido el lema de mi vida. He tenido mucha suerte: he tenido una familia magnífica en todos los aspectos, he disfrutado de una situación acomodada y he sido capaz de fundar mi propia familia tomando como ejemplo a mis padres. Pese a todo esto, también he vivido momentos terribles como fue la enfermedad y muerte de mi hermana hace 16 años. He aprendido que lo que no mata te hace más fuerte y que si caes 10 veces deberás levantarte 11.
LA PLANTA DE ONCOLOGÍA ME HIZO REPLANTEARME MI VIDA. Desde pequeño he pertenecido a una cofradía pero tras ver cómo mi hermana se iba debilitando hasta morir entendí que debía de hacer algo por los demás. Para llevar a cabo mi cometido ingresé en la cofradía La sangre de Cristo hace 16 años y mi labor ahí es muy diferente a la que podría llevar en otra cofradía o incluso en El Refugio: además de dirigir las procesiones durante la Semana Santa cada nueve meses presencio el levantamiento de los cadáveres de los que se desconocen las causas de la muerte. Durante una semana debo de estar disponible y preparado las 24 horas del día para procurar que cualquier persona descanse en paz teniendo un entierro digno.
PERTENEZCO A LAS DOS INSTITUCIONES ARAGONESAS MÁS ANTIGUAS y me siento muy orgulloso de ello. Tanto en La Sangre de Cristo como en El Refugio ayudo al prójimo, aunque son de carácter muy diferente: se podría decir que mientras en la primera ayudo al cadáver, con el llamado acompañamiento del cuerpo que engloba desde que el juez dicta su levantamiento hasta que le realizan la autopsia, en la segunda intento evitar que lleguen a esa situación cuidando y alimentándoles.
CONFIO MUCHO EN EL PODER DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN. Creo que hay dos formas de dar a conocer a la sociedad los modos que tiene a su alcance para ayudar a los demás. En primer lugar, los medios de comunicación, por ejemplo, yo siempre abro la puerta de El Refugio a todos los medios para que la gente pueda ver cómo funcionamos y se animen a cooperar con nosotros; en ocasiones hasta soy yo el que los llama para que hagan algún reportaje o conexión en directo. La otra forma son las jornadas de puertas abiertas en las que la gente pueda ver con sus propios ojos e involucrarse con el funcionamiento de estas instituciones.
MI FAMILIA ES MI GRAN APOYO. Desde que hace tres años soy presidente de la Hermandad de El refugio. Piso en contadas ocasiones mi casa; es curioso que de jubilado esté teniendo más actividad que durante toda mi profesión. Todos los días vengo como mínimo una vez a comprobar que todo ande sobre ruedas y he de reconocer que tanto mi mujer como mis hijas tienen mucha paciencia conmigo, sin ellas no podría hacer ni la mitad de lo que hago.
PARA MÍ AYUDAR AL PRÓJIMO es una de las labores más bonitas que hay en la vida junto a cuidar a los nietos. Es una satisfacción plena la que sientes cuando ves como el bebé al que has visto nacer, has alimentado y educado está hecho un hombrecito. Pero tampoco pretendo engañar a nadie y, en ocasiones, es una labor agridulce: me he sentido muy impotente o desanimado cuando he visto desfilar por el comedor social a amigos o conocidos a los que la vida les ha jugado una mala pasada.
NO ME CONSIDERO MEJOR PERSONA QUE NADIE, es más, ha llegado a un punto mi vida en el que ya dudo que existan las buenas y malas personas. Considero que por ejemplo, para ser miembro de la Sangre de Cristo hay que valer; debes de estar preparado para tocar cadáveres, verlos troceados, soportar olores de descomposición… Sin embargo, si una persona no es solidaria es porque no ha encontrado la actividad que le ofrezca su paz espiritual.
ESTAMOS AQUÍ PARA ALGO y es para intentar ser felices y que, a la vez, lo sean los de nuestro alrededor. Toda nuestra vida es una lucha constante. Yo, por ejemplo, me he pasado toda mi vida defendiendo mi puesto de trabajo como bancario a cambio de conseguir la seguridad y felicidad de mi familia. Ahora defiendo a los demás a cambio de nada y, personalmente, consigo ahora mucho más que antes.
Escrito y fotografía por: Leyre Beazcoechea González (alumna de 2º de Periodismo)
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