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El desembarco de los patinetes en la ciudad

Zaragoza ha sido una de las ciudades pioneras en España para los vehículos de movilidad compartida. Empezó con las clásicas “Zaragoza Bizi” y ahora ya están de moda las empresas patinetes eléctricos, un fenómeno que está de moda en casi todo el país.

Hace una década y coincidiendo con la Expo Internacional que organizó Zaragoza, la ciudad puso en marcha su primer servicio de movilidad compartida sostenible. Bizi opera con más de 1.300 unidades de bicicletas convencionales en unas 130 estaciones por casi todos los rincones de la ciudad, exceptuando algunos barrios de la periferia.

En el último año, las opciones se han multiplicado con los vehículos eléctricos en cuatro nuevas empresas que no usan estaciones fijas, y si no llega a ser por la nueva normativa que llegará dentro de poco regulando estos medios de transporte y que limitará el número de empresas en dos, otras empresas seguirían llegando con sus patinetes al amparo de ese vacío legal que pronto llegará a su fin.

No son pocas las compañías que han surgido al amparo de una tendencia que comenzó en las alejadas costas de Silicon Valley y que comenzó a expandirse gracias al modelo de patinete de Xiaomi. Era de esperar que alguien viese un claro modelo de negocio y comenzase a explotar el sistema de transporte compartido en las ciudades. Lime y Bird pronto conquistaron el mercado en Estados Unidos y, alimentados por fuertes brazos financieros, comenzaron su expansión fuera de su país natal. Mientras, en España, algunos pequeños proyectos despuntaban con más o menos fortuna. Búho en Valencia, o la experiencia de UFO en Barcelona apuntaban a ser las primeras compañías de patinetes a nivel nacional. La realidad es que poco se ha sabido de ellas desde que Lime, la compañía financiada por Uber, aterrizó en ciudades como Madrid, Valencia o Zaragoza.

En este contexto, una startup acelerada por Demiun Startups en Madrid, puso rumbo a Zaragoza el pasado septiembre con la idea de triunfar en el negocio de los patinetes eléctricos con la venia del ayuntamiento de la capital. Soportados por un grupo de inversores particulares, la idea de tomar Zaragoza como punto de arranque tenía sentido por la buena relación con el consistorio, explica Oriana Circelli, una de las fundadoras de Koko: «Es una de las primeras ciudades del país, pero sin ser demasiado grande. Por otro lado, Zaragoza es bastante conocida por que si algo funciona aquí se puede replicar en cualquier ciudad de España«.

Más tarde, en octubre, llegaron los patinetes de la empresa estadounidense Lime, presente en unas 100 ciudades de Estados Unidos y Europa. Estos patinetes blancos y verdes llegaron a Zaragoza después de que Valencia prohibiera su estacionamiento en la vía pública porque, según el ayuntamiento valenciano, “estaban invadiendo masivamente el espacio público” y no tenían ningún permiso para la ocupación de las calles u otras vías. Este no ha sido el caso de Zaragoza, la tercera ciudad donde se asientan. Fuentes municipales confirmaron que Lime sí que se ha puesto en contacto con el consistorio antes de empezar las operaciones de despliegue de su flota de vehículos compartidos.

Las otras dos empresas que llegaron fueron la sueca VOI y la alemana Tier. Las dos apostaban por la reducción de coches en la ciudad en pos de los vehículos eléctricos como medida ecológica. Además Tier llegó con una gran novedad con respecto a las otras empresas y es que sancionarán a los usuarios que aparquen indebidamente el patinete.

El discurso que ha movido a las cuatro empresas de patinetes en Zaragoza es bastante parecido ya que todas buscan ser una opción alternativa a los vehículos

tradicionales a motor que suponen un problema en cuanto a la contaminación. Incluso el propio ayuntamiento ve con buenos ojos esta medida con el objetivo de poner el menor número de coches en las calles para aumentar estos vehículos de movilidad compartida.

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