Por Irene Cuevas (*)
Erasmus. Si esto fuera el resumen de un buen libro o una película, ¿a que te llamaría la atención? De primeras yo creo que sí pero seguro que te gustaría conocer más de la experiencia. Al igual que si eliges un libro para leer no te quedas sólo con la portada.
Cuando vivimos en un país, o ciudad o incluso continente diferente al tuyo, nos acompañan diferentes emociones.
Por ello, antes de meternos en materia, es necesario entender el término de emoción. Según Brody (1999) son sistemas motivacionales con componentes fisiológicos, conductuales y cognitivos, que nos hacen sentir bien o mal.
Es decir, las emociones tienen diferentes matices y cada uno las siente de manera subjetiva. Cuando estamos viviendo en el extranjero, recibimos una gran cantidad de estímulos. Algunos de ellos son: el comenzar a trabajar en un sitio nuevo, la búsqueda de piso, el tema horario, la cultura y la convivencia con el entorno. Todos ellos en mayor o menor medida, generan estrés.
En el día a día, el estrés nos acompaña y más teniendo en cuenta el ritmo de vida acelerado que llevamos. Pues bien, si a esto le sumamos una estancia en un país diferente, el estrés aumenta. Siendo el estrés un mecanismo de defensa que nos mantiene en alerta de cualquier peligro, deberíamos tener también en cuenta, su relación con la Salud Mental.
¿Y qué es la salud mental?
La Salud Mental es según la OMS, un estado de bienestar que permite a las personas hacer frente a los momentos de estrés de la vida, desarrollar sus habilidades y poder aprender y trabajar de forma adecuada dentro de la Sociedad.
Y es aquí donde nos preguntamos, ¿Qué factores; teniendo en cuenta la salud mental; nos afectan cuando vivimos en el extranjero?
Y a esto añadiremos, también, consejos o medidas para hacerlos frente.
Porque, recordemos que al final, todo tiene solución:
1 – El estrés: Siempre nos va a acompañar. Hay diferentes situaciones que vivimos en el día a día y que pueden hacer que nos sintamos intranquilos y cierta inseguridad. En el extranjero, podemos encontrar varios:
la llegada a un nuevo puesto de trabajo, la comunicación en un segundo idioma, el ambiente laboral que podamos tener con los compañero/as, los horarios o disponer de poco tiempo para descansar, entre otros.
Posibles soluciones: mentalizarnos de la nueva situación y darnos tiempo. Así como hacer una mejor gestión del tiempo que dispones, sin olvidar que a veces, no podemos llegar a todo. Utilizar mecanismos de relajación (mindfulness, yoga) que nos sirvan para relajarnos o apuntar en un diario lo ocurrido en el día y escribir tanto lo bueno que hayamos vivido como lo que queramos cambiar y/o mejorar. Esto nos hará pensar de forma objetiva, además de ayudarnos a conocernos mejor.
2 – La soledad: Habrá veces que nos sintamos muy solos al vivir lejos de nuestra familia y amigos. Y, sobre todo, cuando acabamos de llegar y todavía no conocemos a mucha gente. Esta situación nos hace sentir apáticos, incluso puede hacer que decaiga nuestro ánimo. Pero, como antes, esto también tiene solución.
Posibles soluciones: participar en encuentros o actividades que se lleven a cabo en tu entorno. En la actualidad disponemos de numerosas herramientas que nos permiten conectar con mucha gente. Entre ellas están las redes sociales, pero también plataformas que ofrecen varias alternativas para conocer gente y puede que más adelante, entablar una amistad.
Sobre todo, es importante no quedarse en casa y salir a descubrir tu ciudad.
Puede que haya gente que merezca la pena conocer, pero si no buscas tú la oportunidad, nadie lo hará por ti.
(*) Educadora infantil
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