Cómo ha cambiado todo. Ahora un partido entre el Zaragoza y el Osasuna es sinónimo de rivalidad y, sobre todo, de tensión entre ambas aficiones. Pero al principio era todo lo contrario. Los dos conjuntos mantenían buenas relaciones y las aficiones estaban hermanadas. Una relación que ha ido empeorando a lo largo de los años.
El Osasuna estrenó La Romareda el 8 de septiembre de 1957 (4-3). También fue el invitado para inaugurar El Campo de Torrero contra el Iberia S.C. (junto al Zaragoza C.D, club fundador del Real Zaragoza C.D.). Los maños también tuvieron el honor de disputar el partido inaugural del Sadar (Reyno de Navarra actualmente) el 2 de septiembre de 1967, finalizando el duelo con un empate a uno. Incluso al primer Zaragoza – Osasuna acudieron 7.000 navarros a la capital aragonesa. A estos partidos se les llegó a calificar de «derbis» debido a la gran sintonía que existía entre aragoneses y navarros.
Pero, ¿por qué en estos momentos las relaciones no siguen igual? Las discrepancias comenzaron un 4 de octubre de 1987 en La Romareda. Una botella impactó en la espalda de Roberto Santamaría, el portero rojillo. Al darse este hecho, las aficiones se empezaron a intercambiar todo tipo de insultos y la policía se vio obligada a actuar. Posteriormente, los jugadores osasunistas declararon que los policías habían actuado con demasiada rudeza y que su afición no era la culpable de lo acontecido en el terreno de juego. A este suceso se une la creación de los grupos ultra. En el Ligallo Fondo Norte, fundado en 1986, empezó a crearse un pequeño sector de extrema derecha. Mientras tanto, el grupo ultra Indar Gorri, fundado en 1987, se identificaba con la izquierda abertzale.
Acercamiento fallido
Desde ese momento ha sucedido de todo en los partidos que enfrentaban a ambos equipos. Ha habido peleas, intercambios de insultos, se han arrojado objetos a autocares de aficionados y de jugadores, etc. En 2005 hubo un intento de reconciliación por parte de las peñas para volver a la normalidad lo antes posible. Se acercaron posturas y se estrecharon vínculos, pero no sirvió para nada. Tampoco sirvió la foto de hermandad entre los jugadores previa al comienzo del partido. Los ultras siguieron en su línea. Se llegó a una conclusión: hasta que los radicales no se sienten a hablar, las relaciones no cambiarán.
Hoy en día, las relaciones están peor que nunca. Sobre todo después de que un aficionado osasunista lanzara un objeto al autobús del Real Zaragoza cuando éste circulaba a 100 km/hora por la autopista, provocando un gran susto entre los componentes de la plantilla. Esperemos que las relaciones vuelvan cuanto antes a su estado inicial.
Escrito por: Mariano López Bolea, alumno de 1º de Periodismo de la Universidad San Jorge
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