Ana Cristina Otín es Guardia Civil y la responsable de la oficina de comunicación de la zona de Aragón. En 1988 las mujeres empezaron a formar parte de la Benemérita. Ana Cristina se incorporó en el año 2000 para patrullar las calles y, diez años después, pasó a formar parte de la oficina de comunicación, un organismo esencial para lograr la transparencia con la ciudadanía y la modernización del cuerpo. Esta es su experiencia profesional.
Por Rosana Bautista y Laura Solán
Rosana Bautista y Laura Solán: ¿Cómo se empezó a interesar por los temas de comunicación en el seno de la Guardia Civil?
Ana Cristina: Vine destinada en el año 2010 aquí a Zaragoza, aunque ya había ingresado en el cuerpo en el año 2000. Después de estar diez años trabajando en la calle, cuando vengo a Zaragoza capital, uno de mis jefes me propone formar parte de la Oficina de Comunicación. Yo no sabía nada de comunicación ni sobre el funcionamiento de los gabinetes internos, pero le dije a mi superior que lo iba a intentar porque me gustaban los retos.
R.B. y L.S.: ¿Qué le hizo persistir en este reto?
Solo le pedí a mi jefe que si no valía en el puesto, que me lo dijese con honestidad para volver a la calle a trabajar.
Yo me he criado en un cuartel y tenía una visión de la Guardia Civil acorde con lo que mi padre me mostraba. Sin embargo, hasta que no ingresé en el cuerpo, no conocía las especialidades que componen la Guardia Civil -todas ellas tienen la misión de ayudar al ciudadano.
Pertenecer a esta gran familia, a la Guardia Civil, es un gran orgullo. Esto es una forma de vida y trabajar desde la oficina de comunicación me permite contar a la ciudadanía a qué nos dedicamos, cómo ayudamos y cuál es esa parte humana que históricamente ha quedado olvidada.
R.B. y L.S.: ¿Cuáles son los valores que más destacas?
A.C.: El honor, la disciplina, la obligación y el sacrificio. Sin valores, la Guardia Civil no puede proporcionar a los ciudadanos un servicio humano.
R.B. y L.S.: ¿Es posible la conciliación familiar en la Guardia Civil?
A.C.: Se puede compaginar la familia con el trabajo, al igual que en todas las profesiones. Este trabajo no es más sacrificado que la labor sanitaria y quien debe realizar una guardia de 24 horas. Se trata de un tema de organización.
R.B. y L.S.: Tanto positivos como negativos, ¿qué estereotipos crees que predominan en la sociedad sobre la Guardia Civil y cuáles te gustaría desmontar?
A.C.: Me gustaría que nos viesen como a un cuerpo de seguridad cercano y bien formado profesionalmente. Ser Guardia Civil requiere una actualización continua. Me gustaría cambiar ese concepto de arcaísmo, parece que estamos anclados en el pasado por llevar uniforme.
R.B. y L.S.: ¿Crees que hay zonas, por ejemplo, Cataluña dónde están mucho más asociados a la represión? ¿cómo se puede desmontar desde la comunicación institucional?
A.C.: Estamos hablando de cuestiones políticas y ahí ya no entra la comunicación. Lo que ustedes pueden ver de esa posible reacción de los ciudadanos catalanes a la Guardia Civil, que nombre les guste más puede ser la que se vivía en el País Vasco o la que se vive en Navarra, en los años de Plomo. Yo personalmente he vivido esos años de Plomo, allí en el norte como hija de, y claro pues no entiendes como, pero la comunicación aquí no tiene nada que ver, es una cuestión ya que nosotros no tenemos que señalar. También es que la sociedad sepa que hay, que no es una puerta represora, si no que es una puerta que está para ayudarles. Ese es el estereotipo que tenemos que cambiar.
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