Arturo González campos (48 años) ha trabajado como monologuista, guionista de El club de la comedia, ha actuado en el teatro, escribe libros y es locutor de radio. Actualmente es director del programa cultural Todopoderosos, emitido en podcast y grabado en la Fundación Telefónica, donde habla de películas y cómics junto a Juan Gómez Jurado, Javier Cansado y Rodrigo Cortés. En esta entrevista relata cómo llegó al mundo de la comunicación a través de su pasión por el cine y cómo surgió Todopoderosos
Por Isabel Armentia y Belén Carrera
Has sido guionista, monologuista, has actuado en el teatro, eres locutor de radio y ahora diriges el programa Todopoderosos, ¿qué es lo que más te llena?
Lo que me llena es hacer cosas que a la gente le gusten y para ello hay un montón de caminos, yo he intentado coger todos los que me han dejado, todos me gustan por motivos distintos.
Has estudiado imagen y sonido, ¿pensabas que te llevaría a donde estas ahora, o tenías otros planes?
Yo quería ser director de cine, pero luego me di cuenta de que las peículas me gustaban ya hechas. Eso de ir a un rodaje me parecía un rollo tremendo. La verdad es que empecé imagen y sonido como camino para acabar comunicando cosas, y al final eso es lo que hago. He tenido la suerte de dedicarme a hablar de esos autores que sí son capaces de hacer una película.
¿Qué es lo que te ha llevado a dónde estas ahora?
Escuché que Onda Cero organizaba un máster al que se presentó mucha gente, yo me presenté y tuve la suerte de que me eligieran, y, a partir de ahí, vino todo un poco rodado. Acabé siendo guionista no sé muy bien porqué. Trabajé en El club de la comedia, luego fui monologuista. Mi carrera ha sido un poco errática.
¿Cómo nació el proyecto Todopoderosos?
Éramos unos amigos que nos juntábamos en un sitio a comer tallarines, en un sitio muy cutre, pero muy rico. Y resultaba que esas sobremesas, hablando de cine, se convertían después en tardes, en noches hablando de cómics, de cine, de literatura, de música, de todo lo que nos gustaba. Un día dijimos: «¿Por qué no ponemos aquí un micrófono, luego lo grabamos y lo colgamos?». Y así ha sido.
Yo quería ser director de cine, pero luego me di cuenta de que las peículas me gustaban ya hechas.
¿Cuál es el criterio para elegir las películas de las que hablas en el programa?
La única ley para hacer Todopoderosos es hablar de cosas que nos apasionan de verdad. Tenemos que estar de acuerdo todos en qué nos apasiona, y eso nos hace involucrarnos y tener ganas de hablar de ello.
¿Antes del programa ponéis vuestros puntos de vista en común?
No, cada uno prepara por separado su propio programa, solamente cuando nos juntamos en esa mesa de la Fundación Telefónica cada uno empieza a soltar lo que le parece. No hay una preparación previa de Todopoderosos porque pensamos que eso le restaría mucha frescura.
¿Cualquier persona que no viva tanto el cine puede disfrutar del programa?
Con eso nos estamos llevando sorpresas. Es verdad que Todopoderosos tiene un contenido muy específico, muy friki. Sin embargo, nos estamos encontrando que la aportación del humor está haciendo que mucha gente esté escuchando los podcast. Y así ,de paso, están aprendiendo cosas que, en un principio, no era algo que les interesara mucho.
«He tenido la suerte de dedicarme a hablar de esos autores que sí son capaces de hacer una película».
¿Actualmente ser friki está mejor valorado que antes?
Yo he sido friki antes de que existiera la palabra friki. Era una cosa terrible porque no sabías ni cómo llamarlo. Tú sabías que te gustaban esas cosas, sabías que a nadie más le gustaban y no podías hablarlo con nadie.
¿Qué ha cambiado desde entonces?
Las redes sociales han hecho mucho para que los frikis nos unamos y sepamos que hay gente como nosotros en distintos lugares del mundo. Pero, en aquel momento, eras un tío muy raro que se sentaba en el recreo mientras los demás jugaban al futbol. La imagen de friki ha mejorado muchísimo y estamos en una época de oro del frikismo. Eso es maravilloso.
¿Los españoles valoramos el cine como se merece?
Depende del consumo que hagas del cine. Los cines están llenos, pero otra cosa es valorar a la persona que, de verdad, le interesa el cine como tema artístico. Hay gente que consume cine como quien come hamburguesas: para llenar el estómago o por llenar el tiempo. Y hay gente que lo consume en modo gourmet. Son diferentes maneras de ver cine. Hay una frase que odio y que dice mucho la gente: “Yo voy al cine a entretenerme”. Algunos sabemos que estamos ante una obra de arte creada por
uno o varios autores, que pretende decirnos cosas más allá de entreternos la cabeza durante dos horas. Cada uno lo consume como quiere, lo importante es que se vea cine y que siga habiendo cine.
«La imagen de friki ha mejorado muchísimo y estamos en una época de oro del frikismo. Eso es maravilloso».
¿Si fuera más barata la entrada iría más gente?
Probablemente no. Se trata de una base cultural, si valoras realmente ir al cine a ver una película concreta de un director determinado, con un actor determinado. Valoras el pagar por ello. Si, en cambio, piensas que el cine es una cosa para rellenarte tiempo, ahora mismo tienes un montón de formas de rellenarlo sin necesidad de ir al cine. Es una cuestión de darle a los cómics, el cine y la literatura el valor cultural que tienen.
¿Es un problema de la educación en nuestro país?
Sí. Cuando el cine no está incluido dentro de las asignaturas de Historia del Arte en el colegio los chavales seguirán pensando que no merece la pena pagar por acudir a una película con el mismo respeto de ir a un museo. El cine te hace un poco más culto, un poco más inteligente, un poco mejor.