Santiago Boira es el presidente del Colegio de Psicólogos de Aragón. Ha realizado multitud de estudios sobre las consecuencias que produce en los jóvenes y muestra su preocupación sobre cómo está evolucionando el consumo y sobre la falta de comunicación entre los adultos y adolescentes.
¿Hay alguna diferencia con el patrón de consumo de los jóvenes ahora?
No. Bueno, el acceso es prácticamente inmediato, igual que cualquier otro tipo de contenido. El problema es que, en estos momentos, no existe una educación afectivo-sexual correcta.
¿Y qué tipo de consecuencias tienen?
En la parte psicológica, se podría decir que la parte prefrontal del cerebro es la que determina nuestro autocontrol. Al no haber ningún tipo de filtro en el acceso, provoca que estos jóvenes se eduquen con esos modelos de relación, que poco tienen que ver con la realidad.
Y les puede generar inseguridad.
Claro, porque ven señores que pueden tener una relación sexual durante horas. Además, los hombres que salen tienen penes muy grandes y siempre está muy satisfecho de todo lo que está haciendo. Además, hay una señora que siempre parece que disfruta… Esto genera una estructura cognitiva. Además, hay otro factor preocupante. Y es que, para mí, este tipo de consumo deriva en que puedan haber “manadas”.
Cada vez parece que hay más…
Y más jóvenes, que preocupa bastante. Muchas veces, hablamos de menores de 14 años y, por ello, inimputables desde el punto de vista judicial.
¿Y cómo se puede intervenir?
En términos sanitarios, siempre hablamos de tres tipos de prevenciones. La primera es la prevención primaria, donde hay cosas que no han cambiado mucho. En la familia, se sigue sin hablar de sexo o suele ser muy reduccionista. Otra prevención se relaciona con el preservativo, para evitar embarazos no deseados, etcétera. Cuando el consumo empieza a ser periódico, ahí cambian un poco las estrategias. Lo que no puedes hacer es mirar para otro lado, que es lo usual. Ahí intervienen los profesionales de la psicología. Y sea con algún tipo de asesoría. En el tercer nivel de prevención, realmente nos encontramos con personas donde el problema ya está absolutamente instaurado y en el que la adicción es un problema. En esta etapa, el chaval prefiere masturbarse a solas a mantener una relación interpersonal.
¿Cómo se afronta esto? Porque imagino que, como cualquier adicción, cortar de raíz no es ni puede ser lo más adecuado.
Sí, el tema es encontrar el punto de equilibrio. Aquí nadie es un mojigato, no se puede hablar de prohibir. La sexualidad es un ámbito como otro cualquiera, pero a mí me encantaría que los adolescentes vieran una de estas páginas con sus padres y pudieran decir si esto es realidad o no, pero creo que queda bastante camino por recorrer.
Entonces, ¿hay que educar primero a los padres?
Sin duda. Los padres parece que solo tienen que protegerte, pero realmente no se trabaja más allá de ahí. La ayuda directa es clave en su desarrollo.
¿Y a nivel estatal se está trabajando?
No se aborda, simplemente. Están muy ideologizadas. En España, han sido incapaces de ponerse de acuerdo en la educación afectivo-sexual.
¿Y hay un tipo de patrón de comportamiento claro?
Sobre todo, con los chicos pasa que no hablan de sus sensaciones interiores. Ejecutan comportamientos violentos y, por ello, buscan un tipo de refuerzo que les cuesta mucho más encontrarlo en las relaciones interpersonales.
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