La COVID-19 ha supuesto un cambio radical en la vida tal y como se conocía. Ha obligado a cambiar hábitos, rutinas y ha traído una crisis de salud mental que más afecta cuanto más avanza la pandemia. La forma de ver y entender el mundo ha sido totalmente modificada, lo que ha supuesto un incremento de peticiones para visitar a profesionales de la mente.
Por Nuria Rabadán
A nivel mundial, en 2020 se registraron 53 millones de casos por depresión severa más que el año anterior y 76 millones más de episodios de ansiedad, según la revista The Lancet. Estos datos desoladores muestran que la pandemia ha influido negativamente en la salud mental. En España, los estudios afirman un incremento en los servicios destinados a la salud mental en jóvenes de entre 18 y 34. Ellos han sido uno de los grandes castigados por esta situación y muchos son lo que luchan para poder sobrellevar trastornos mentales, surgidos a raíz de la pandemia.
Alberto R. es un joven zaragozano al que la situación sanitaria que se vive le ha sobrepasado, generando en él un malestar con respecto a su salud mental. Anima a pedir ayuda a tiempo y defiende que hay muchas personas que están pasando por una realidad similar. Desde ANPIR (Asociación Nacional de Psicólogos y Residentes) se alarman ante la pandemia invisible que vendrá tras esta: una ola de consultas relacionadas estrechamente con la Covid-19. También aseguran que hay una falta de profesionales para tratar a los pacientes.
La importancia que se merece
Durante mucho tiempo, la salud mental ha sido un tema casi tabú para la sociedad y como consecuencia de la pandemia y del aumento de pacientes, se ha empezado a otorgarle la importancia que se merece. El hecho de ir al psicólogo hace un tiempo era algo que no se contaba porque estaba mal visto y daba vergüenza reconocerlo. Gracias al paso de los años, se ha vuelto algo normal, por lo que la sociedad lo afronta de una forma natural. Alberto explica que “a finales de 2020 empecé a visitar a mi psicóloga y nadie me dijo que estaba loco. La situación se ha normalizado y casi nadie te juzga por acudir a un profesional”.
Sin embargo, no hay suficientes profesionales para abordar a todos los pacientes. Gabriel Ródenas, psicólogo clínico en Sanidad Pública y vocal de ANPIR explica que hay 6 psicólogos clínicos, que son quienes se dedican a la Sanidad pública tras haber superado un programa de especialización, por cada 100.000 habitantes, pero que esta es la media española.
Hay algunas comunidades autónomas, por ejemplo, Aragón, que dispone de 18,3 especialistas por cada 100.000 habitantes, y hay otras, como Andalucía, que, únicamente, cuenta con 3 por cada 100.000. Ródenas señala que “la situación es insostenible para poder dar salida y para poder garantizar una atención psicológica de calidad”. Demanda más profesionales en el sector y pide más puestos vacantes. La recomendación que hace Ródenas es de 20 psicólogos por cada 100.000 habitantes; es decir, uno por cada 5.000.
Jóvenes, en primera línea
Los expertos que asistieron en 2020 al I Congreso Digital de la AEP (Asociación de Pediatría) abordaron que son los jóvenes y los niños los que van más al psicólogo y que los principales trastornos que se tratan son la adicción a los videojuegos, y en general a las tecnologías; trastornos de la conducta alimentaria, autolesiones, intentos de suicidio, así como depresión y ansiedad.
Alberto cuenta que empezó a ir al psicólogo por sus padres. Ellos fueron quienes le animaron y explica que “lo más importante es el apoyo de tu entorno más cercano”. “Yo sin ellos no habría conseguido dar el paso. Me negaba a admitir que tenía un problema, que no estaba bien”. También habla sobre sus trastornos: “me diagnosticaron depresión y ansiedad, y se me vino el mundo abajo”.
“Sabía que estaba mal, pero pensaba que sería una mala racha. Antes de la pandemia disfrutaba de las cosas, mostraba interés y me gustaba socializar; sin embargo, ahora no soy capaz de sentir nada y me cuesta quedar con mis amigos”. Este último es un factor propio de la pandemia. Tal y como explica Ródenas, “la situación de pandemia ha sido una ruptura en el desarrollo normal de las personas”.
“El aislamiento durante el confinamiento supuso un distanciamiento físico nos afectó, debido a que uno de los beneficios del ser humano es que es un ser social y obtiene mucho de las relaciones personales, y aunque es verdad que con las nuevas tecnologías se pudo palear de cierto modo, pero ni mucho menos supera el contacto físico”.El testimonio de Alberto confirma estas palabras. “Me acostumbré a no salir, a acomodarme en casa, cuando antes era una persona que no pisaba la casa”. “Ahora donde no quiero estar es en la calle”. “Me siento más seguro estando en mi hogar”, confiesa el joven.
Datos alarmantes
El Teléfono de la Esperanza recibió, entre el 13 de marzo y el 15 de abril de 2020, un total de 13.353 llamadas. Un 22% más de las llamadas habituales en esta fecha. Las tres principales situaciones, según José María Jiménez Ruiz, vicepresidente de la Asociación Internacional del Teléfono de la Esperanza, son la soledad (14,84%), la ansiedad (12%) y llamadas de ancianos (11%).
Un dato alarmante es que atendieron 26.792 llamadas relacionadas con factores asociados al suicidio. Asegura que “la pandemia ha aumentado los factores de la conducta suicida, por lo que la prevención es más necesaria que nunca”. No afirma que haya una relación directa entre el suicidio y la pandemia, pero asegura que hay muchas personas que se sienten desmotivadas con respecto a la vida.
Por otro lado, según un estudio de la Universidad Complutense de Madrid, los jóvenes son los que han salido más afectados psicológicamente del confinamiento. Las personas de entre 18 y 39 años presentan más episodios de ansiedad, así como depresión y soledad que las personas ancianas. También ha revelado que, tres de cada cuatro entrevistados para el estudio, aseguran poder contar sus problemas personales o laborales a su entorno más cercano, por lo que no todo son aspectos negativos.
La COVID-19 ha cambiado completamente la vida. Ha obligado a cambiar el pensamiento, pero también ha hecho que se le dé más importancia a la salud mental; que con ayuda de los medios necesarios se pueda intentar salir de situaciones duras y complejas que ha traído esta pandemia o que ya existían anteriormente. Ha demostrado que se debe apoyar más a los profesionales sanitarios en general, pero particularmente, a los especialistas en salud mental.
La pandemia ha hecho que se sienta más la soledad, por lo que no se debe olvidar que siempre se puede acudir a un centro especializado, ya sea una consulta psicológica o bien, recurrir al Teléfono de la Esperanza para tratar de vencer los problemas mentales.
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