Termina la premiere. Ovación cerrada. Silbidos de alegría. Se encienden las luces de la sala. Caminas por el pasillo de salida. Escuchas una conversación ajena. Dos jóvenes, disfrazados de hobbits, hablan asombrados. Uno reconoce que se le han puesto los pelos de punta cuando Thorin ha empezado a tararear en la casa de Bilbo. El otro propone volver a verla al día siguiente. No sin antes jugar una partida de rol. Al lado, una señora, algo entrada en años, le comenta a su marido que la peli se le ha hecho lenta como un muermo. Ella quería ir a ver Lo imposible. Le dice que ya es hora, que la ha visto todo el mundo y a este paso, todavía se quedarán sin verla.
Llegas a casa. Procuras olvidar y borrar todo lo que has oído. Abres la licorera. Te sirves un Cardhu doble con hielo.Depositas los dedos con suavidad sobre las teclas.
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No tienes ganas de escribir. Buceas un poco por internet. Consigues no ahogarte. No deberías leer, pero bueno…más o menos está claro. La película es un bodrio. Te quedas con algunas de las expresiones que has leído por internet, de alguno de tus compañeros más reputados: “larga, densa y aburrida”, “innecesaria”, “producto para palomiteros”, “Peter Jackson sigue cayendo en picado”, “al menos en El señor de los anillos no daba tanto tiempo a bostezar”, “culto a lo digital y al 3D sin mayor contenido”, “si Tolkien levantara la cabeza”, “buen trabajo técnico para una historia que no arranca”, “producto pensado para los fans”… La media de la crítica no pasa del cinco. La media de estrellitas no pasa de dos. Tienes claro que la tendencia marca que la película es un fraude. Miras el reloj… es tarde. A por ella. Que sea rápido y eficaz. Empiezas a escribir desganado. Hay que hacer referencia a aquellos bodrios que Jackson rodó con tanta sangre de por medio. Te vas animando. Te llega la mala leche. Tus palabras empiezan a ser dardos envenenados. Te lanzas: “bodrio”, “engaño”, “machacona banda sonora”, “bochornosa”, “nada que ver con el texto original”, “bodrio”. Borras bodrio. Ya has abusado bastante. Colocas en su lugar “panfleto” y terminas con “ignominioso Jackson vendido a los tributos de las majors”. Qué buena esa última frase. ¡Qué buena! En Cahiers estarían orgullos de ti. Terminas el texto. Es el momento de elegir cuántas estrellitas. Odias lo de las estrellitas. Aun así, le pones dos. Le pondrías una, pero la línea editorial de tu medio no permite colocar una sola estrella a productos que puedan ayudar a remontar las cifras estas navidades. Te duele en el alma. Se queda con dos estrellitas. “Guardar y enviar”. Trabajo terminado. No te has dado cuenta, pero los hielos han ahogado tuCardhu. Te vas al sofá. Te sientas. Enciendes tu proyector, el bluray y el home cinema. Toca elegir peli… miras tu particular filmoteca… mmm…, a ver, a ver… igual una de ApichatpongWeerasethakul… estás algo cansado. Mejor no. Te apetece algo ligero. ¡Anda! El falso documental que el infame Peter Jackson rodó sobre el origen de la historia del cine. Lo compraste porque estaba regalado en Amazon. Igual le das una oportunidad… No, espera. Hoy es miércoles. Hay Champions. Bajas las persianas de casa para que no te vean tus vecinos. Enciendes la tele. Te quedas dormido antes que llegue el descanso del partido. Suena el móvil. Es el director de la revista. Te llama para decirte que tu crítica es demasiado severa. Que la vuelvas a hacer. Que le busques los aspectos positivos. Y a ser posible, que le pongas otra estrella. Te has cebado demasiado. Te dice que en qué medio te crees que trabajas y te cuelga el teléfono. Algo suena en el armario. Te levantas. Lo abres. Aparece Peter Jackson disfrazado de Gandalf. Abre su capa. Está en pelota picada. Se te abalanza encima. Te despiertas del susto. Todo había sido un sueño. Qué alivio…
No tienes ganas de escribir. Buceas un poco por internet. Te ahogas. Los mejores críticos dicen que la película es una mierda. La media de estrellitas y de notas es más bien baja. A ti no te ha parecido tan mala. De hecho, hasta has vibrado con algunas escenas. No al nivel de esos fans enfermizos, pero vamos… que es más que pasable. Entretenida. Incluso innovadora en algunos aspectos, por lo de los 48 fotogramas y toda esa historia. La música bastante buena, la fotografía buena, el 3D bastante bien explotado… Jackson mejor que en El señor de los anillos. Más maduro, más convincente. Pero… ni va en la línea del medio donde escribes, ni le vas a llevar la contraria a tantas opiniones. Está en juego tu prestigio. Y tu credibilidad. Y tu sueldo. Tienes que hablar bien pero de forma comedida. Además, a ti Jackson, ni te quita, ni te da. Intentas empezar con un titular. Sabes que empezar con un titular es el mayor de los errores. Aun así, te lanzas. Da igual. A ver, a ves“decente película”, horrible. Suprimir. Pruebas otra: “buena adaptación del texto de Tolkien…”, horrible. Suprimir. De hecho, la adaptación es lo que más cojea. Pero hay algo que te ha convencido… ¡Ya está!, ¡lo tienes! “Jackson da un paso más en su carrera”. No molesta. No ofende. No dice mucho. De hecho, no dice nada. No deja claro si te gusta o no. Es perfecto, breve, austero. En Cahiers Francia no se sentirían orgullosos de ti, pero qué más da. Poco original, eso sí. Empiezas desganado y escribes con cautela. Finalizas tu crítica. Se resume en: aspectos técnicos bien, música bien, adecuada para los fans y los actores bien (o eso crees porque la has visto doblada). La historia no convence tanto. Eso está claro. El libro siempre es mejor. Siempre. La dirección es muy buena, pero la has calificado de “correcta”. Sin molestar. Ale. Trabajo finalizado. Es el momento de elegir cuántas estrellitas. Te encanta lo de las estrellitas. La media está en dos. Tú le pones tres. Le pondrías cuatro, pero la línea editorial no permite colocar tantas estrellitas a blockbuster tan descarados. Te duele en el alma. Se queda con tres estrellitas. “Guardar y enviar”. Trabajo terminado. No te has dado cuenta, pero los hielos han ahogado tu Cardhu. Te vas al sofá. Te sientas. Enciendes tu proyector, el bluray y el home cinema. Toca elegir peli… miras tu particular filmoteca… mmm…, a ver, a ver… igual unaRobert Zemeckis… Mejor no. Te apetece algo más sesudo. ¡Anda! Criaturas celestiales. No la has visto, pero te han contado que es un dramón de cuidado. A por ella. Igual le das una oportunidad… No, espera. Hoy es miércoles. Echan “La voz” en la tele. Enciendes la tele. Te olvidas de bajar la persiana. Te quedas dormido antes de la tercera actuación. Suena el móvil. Es el director de la revista. Te llama para decirte que tu crítica no dice nada. Que la vuelvas a hacer. Y a ser posible, que le quites una estrella y seas más severo. Todos los medios le están dando palos a la película. Tú no vas a ser menos. Te dice que en qué medio te crees que trabajas y te cuelga el teléfono. Algo suena en el armario de enfrente. Te levantas. Lo abres. Aparece Jesús Vázquez disfrazado de Gandalf. Abre su capa. Está en pelota picada. Se te abalanza encima. Te despiertas. Todo había sido un sueño. Miras con miedo al otro lado de la almohada. Jesús Vázquez sigue durmiendo plácidamente. Qué alivio…
*Ignacio Lasierra es licenciado en Comunicación Audiovisual, Máster en Guion de Cine y Televisión por la Universidad Pontificia de Salamanca, Máster en Cine, Televisión y Medios Interactivos de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid y doctorando en Comunicación en la Universidad San Jorge. Es profesor de la Universidad San Jorge y miembro del grupo de investigación: “Televisión y calidad: observatorio audiovisual aragonés”. También forma parte del Equipo Reseña del semestrario de crítica cinematográfica Cinepara leer. Ha escrito, producido y dirigido varios cortometrajes (Salomón, 2008 – La granja, 2011), proyectados y premiados en numerosos festivales de cine nacionales e internacionales.
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