Tras el glamour y la espectacularidad de unas Olimpiadas de Londres que captaron la atención de todo el planeta, pendiente de las cabalgadas de Bolt, de la magia del Dream Team y de los aletazos del tiburón Michael Phelps, la llama parecía haberse apagado. Nada más lejos de la realidad: todavía faltaba el turno de los deportistas paralímpicos, quienes debían demostrar su valentía en la capital británica. Querían dejar huella y hacer historia.
Dentro de la delegación española, tres deportistas captaron la atención de todos los aragoneses. Jorge Cardona, en la modalidad de tenis de mesa y en natación Teresa Perales y Javier Hernández representaron a España. Pero para uno de ellos, estos Juegos Paralímpicos significó una nueva experiencia en su vida.
Javier Hernández llegaba muy ilusionado a Londres. Eran sus primeros Juegos a los 33 años. Periodista de profesión, tomó la decisión de apartar su carrera profesional para lograr el pasaporte a Londres.
“Me dediqué al periodismo por el deporte”, cuenta Javier. Desde su infancia, el deporte forma parte de su vida. A los diecisiete años, Javier era consciente de que tenía que abandonar su ciudad natal para dedicarse al periodismo deportivo. Meses después, cruzaba las puertas de la facultad de comunicación de la Universidad de Barcelona. Su familia, que siempre había sido un apoyo incondicional, tuvo que ver cómo se marchaba de casa para crearse su propio camino. “Me metí al periodismo deportivo más por la meta del deporte que por el periodismo, para poder convivir de manera directa con el deporte, de manera próxima, y he acabado dedicándome 10 años a esto”, explica Javier, quien cuenta con una trayectoria profesional incontestable. Heraldo de Aragón y diario AS han sido los dos medios donde Javier ha desarrollado sus facultades periodísticas. A pesar de su discapacidad, nunca se ha rendido y ha ejercido la profesión de manera natural. Ramón Campo, periodista de Heraldo de Aragón, ex compañero y amigo del deportista, asegura que le gustaba cómo abordaba la información y cómo contaba las historias, dándoles un sentido muy humano. Los compañeros de profesión y los futbolistas del Zaragoza le respetaban.
httpv://www.youtube.com/watch?v=Whp-Whe5kzI
A su vez, en este medio coincidió con el periodista deportivo Mario Ornat, actual redactor de la delegación del Diario AS en Zaragoza, en donde también compartieron redacción. “De Javi destacan sus valores como periodista, su fuerza de voluntad, con una determinación personal y profesional a prueba de bombas. Un claro ejemplo de desparpajo, de superación y de competición respecto a las condiciones en las que nació”, afirma el redactor del periódico especializado en deportes.
Cuando Javier llegó a Heraldo enseguida congenió con sus compañeros. Se mostró como una persona emprendedora y con muchas metas que alcanzar y superar. Lleno de ideas, el deportista quiso comenzar a escribir reportajes deportivos que llegaran al público. Manuel Almunia, en aquel momento portero del Arsenal, fue su objetivo y protagonista. “Llegó a Heraldo, a la sección de deportes, hace 10 años aproximadamente. Yo estaba en la sección de local, pero a raíz de conseguir el número de teléfono del portero del Arsenal Manuel Almunia, familiar mío lejano, para un reportaje, lo fui conociendo”, comenta Ramón Campo.
Acabada su etapa en este medio, su siguiente parada profesional fue el diario AS. Allí se reencontró con Mario Ornat y trabajó con él hasta hace tres años. “Siempre ha tenido una gran capacidad para trabajar como periodista deportivo. Ha dado un rendimiento muy alto dado a su gran capacidad para competir también cómo periodista. Tiene una determinación y un empuje enorme para todo”, afirma Ornat.
Cada lunes, Javi publicaba en su sección de AS sobre el Real Zaragoza, el partido y todos los efectos que éste producía. También durante estos años como periodista, Javier entabló una buena relación con futbolistas como Movilla o Galletti, de quien más tarde escribiría su biografía junto con el fotógrafo de diario As, Alfonso Reyes: “Galletti. El Hueso hasta la Medula”.
Con la experiencia, Javier se siente “por trayectoria y por tiempo mucho más periodista que deportista”.
La decisión que cambió su vida
2008 fue un año especial para Javier. Ver el desfile de la tripulación española por Estadio Olímpico de Pekín le provocó gran inquietud. Ese fue el inicio de un deportista único. “El deseo de ser deportista estaba latente como un volcán que está dormido hasta que entra en erupción, y cuando vi los juegos de Pekín, algo hizo contacto dentro de mí. Pensé que me estaba haciendo mayor y no quería quedarme con la duda”, desvela.
Javier buscaba un deporte en la ciudad con el que cumplir su objetivo. Practicante habitual de fútbol, esta fue su primera opción, mas tuvo que descartarla ya que no había una categoría que se adaptara a su discapacidad. Fue en ese momento cuando se planteó la opción de dedicarse a la natación. Pasaron los meses y contactó con CAI Deporte Adaptado, donde había una sección de natación para personas con discapacidad. Empezó a entrenar al mes siguiente y en junio fue a su primer campeonato de España. A partir de ahí fue acumulando pruebas a nivel nacional e internacional hasta acabar entrando en la selección nacional.
Con 30 años recién cumplidos, decidió echarse al agua con un único objetivo: Londres 2012. Sin haber practicado antes la natación, comenzó un duro entrenamiento de tres años guiado por Enrique Ruiz, su entrenador. “Poco a poco fuimos perfeccionando los entrenamientos y las planificaciones. Vimos los resultados y dijimos: ¿Por qué no intentarlo?”, declara el preparador.
Un duro reto que, al principio, parecía una locura. “Mis padres, al principio, me apoyaron por no echarme de casa, pero no lo entendían demasiado porque había invertido mucho esfuerzo en mi profesión, me he pegado años y años sin vacaciones trabajando y cuando me llegaba ese punto de tener una vida más tranquila, decido doblar la apuesta y pego un cambio radical con la decisión empezar de cero en otra cosa sin ninguna garantía y con todos los riesgos del mundo”, dice el nadador.
Pero Javier estaba decidido a cumplir su sueño. Londres estaba cada vez más cerca y había que entrenar mucho y muy duramente. Empezó a prepararse seriamente e hizo un trato consigo mismo. El mismo asegura que en el momento que viera que no iba a llegar a los Juegos de Londres pararía al no querer perder el tiempo, pero fue avanzando, cumpliendo los plazos, hasta alcanzar las mínimas y clasificarse.
El duro entrenamiento dio sus frutos y su sueño se hizo realidad. Iba a estar en el punto de mira de todos los medios de comunicación. Sería por primera vez olímpico después de ver a varios de sus compañeros en televisión. “Esto fue un reto personal y en ese momento lo que no podía hacer era convertirlo en algo trivial, fue algo muy serio ya que me jugué mucho”, desvela Javier.
El hecho de haber tenido que superar las mínimas in extremis hizo que partiera con dificultad: “Los que nos jugamos hasta el final ir a los Juegos nunca competimos bien, ya que tal y como esta el sistema de clasificación en España si no tienes claro que vas a ir tienes que dar el 100% antes. Llegué con tal carga de trabajo encima que fue inviable competir al máximo nivel que podía”, cuenta Javier.
httpv://www.youtube.com/watch?v=wl5Md89dU7Q
Una vez en la Villa Olímpica estuvo totalmente absorbido por la competición. Los constantes entrenamientos de mañana y tarde, más la recuperación de los mismos, hicieron que Javier no pudiera disfrutar de la ciudad del Támesis.
Javier no se sintió solo: su novia y familia estuvieron a su lado durante la aventura. También se encontraba en Londres su amigo y compañero Ramón Campo, quien vivió muy cerca la experiencia del paralímpico aragonés junto a sus hijos. “Fue maravilloso vivir la experiencia de Javi en Londres con mis hijos. Les hizo más ilusión de la que les hubiera hecho los Juegos Olímpicos. Tras quedar último en la primera carrera, nos prometió que entraría en la final, y lo consiguió. Javi nos transmitió la ilusión de alguien que tiene la idea de superarse”, rememora Ramón.
Las medallas eran inalcanzables, pero el competir contra los mejores del mundo es una enorme hazaña. Este es uno de los temas de conversación que Javier tuvo con sus amigos, como es el caso de Mario Ornat: “Él me decía en broma que la gente piensa que las medallas se venden en el Mercadona. Javi ya sabía que aspirar a medalla era muy difícil, pero él sólo pretendía tener un buen rendimiento”.
Los Juegos llegaron a su fin. Javier Hernández se abrió un hueco en la historia de las Paralimpiadas. Cumplió su objetivo y, a pesar de regresar sin una medalla colgada en el cuello, quedó satisfecho con su actuación. “Javi ha vuelto contento de Londres ya que es una persona que se ha dedicado a un deporte desconocido en tres años y llegar a los Juegos es muy complicado. Está feliz de haber vivido la experiencia de unas Olimpiadas, y eso tiene tanto o más valor que conseguir una medalla”, asegura Ornat.
Su entrenador hace un balance positivo en lo que ha sido una cuenta atrás hasta los Juegos: “Hemos ido a contrarreloj, porque hay que aprender muchos aspectos técnicos para llegar a los deportivos. Pero finalmente el resultado ha sido muy positivo, y para mí el que haya llegado a Londres es el mayor logro”, reflexiona Enrique.
Esta experiencia también le sirvió para conocer las diferencias entre la cultura británica y española, tanto a nivel cultural como social. Javier señala que el concepto de discapacidad “es totalmente distinto a como se entiende en España. De hecho fue más gente a ver los Paralímpicos que los Olímpicos, llenando los recintos en todas las pruebas”.
La misma realidad también se plasma en los medios de comunicación británicos: “Hablamos de una sociedad en la que los medios se atreven a proyectar una imagen que al final es la que llega a las casas, la que educa la mirada y la que permite que cuando sales a la calle la gente no te llame la atención y sobre todo que permite que cada uno se dedique a lo que vale y a lo que tiene capacidad; en España desgraciadamente creo que estamos lejos aún de esto, pero si existe la voluntad por llegar ahí llegaremos”, explica el protagonista, que se muestra contrario también a los elogios “desmesurados” solamente por su condición física. “No podemos esperar que la gente nos considere uno más si nosotros no nos consideramos uno más”, sentencia.
El lado humano
Cualquier persona que le conoce coincide en un mismo punto: su afán de superación. Esa es la virtud que le ha permitido triunfar en todas las facetas de su vida. El periodismo y el deporte siempre han sido el espejo en el que se ha reflejado. “Es un héroe que supera tanto su incapacidad como lo que tiene delante. Su fuerza y tenacidad le llevan mucho más lejos de lo que podría esperarse cualquiera. Es muy valiente y no se amilana ante nada. Un ejemplo. Si algo se propone, lo hace”, señala Campo.
Afrontar el día a día superando cualquier obstáculo hace de Javier un ejemplo de superación. Ornat asegura que es una persona con mucho empeño en mejorar, con una absoluta pasión por los deportes y por muchos personajes de ese mundo.
Quique Ruiz, su entrenador, es otra de las personas que han acompañado a Javier desde su inicio en la natación. Son tres años a su lado, animando y ayudándole a sobreponerse a los duros momentos. Desde el primer día, Quique conocía sus aptitudes: “Las ganas que le pone a todo y su capacidad de predisposición y superación hacen que Javi sea un portento”.
Durante ese periodo, la relación entrenador-pupilo evolucionó convirtiéndose en una gran amistad. Tanto para Quique como para Javi, estos tres años “han sido un reto, un reto alcanzado, porque llegar ahí solo llegan unos pocos. Sin embargo, el mayor desafío ha sido conservar a Javi como nadador, como persona y como amigo”, declara Ruiz.
A pesar de todos los elogios recibidos, Javier mantiene los píes en el suelo. No tiene claro el continuar en la natación, un deporte que según él no le ha reportado nada económico ni le reportará. Sigue buscando nuevos proyectos, los cuales viendo su trayectoria vital, seguro que cumplirá.
Informan: Luis Millán, Carlos Ciria, Manuel González y Andrea Ramos
Comentar