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Más pobres pero más gordos

En 2008, la crisis que comenzó al otro lado del Atlántico sorprendió a los ciudadanos españoles: crisis bancaria, despidos, subida de impuestos, cierre de empresas…y algo mucho más importante de lo que nadie se daba cuenta: la salud.

Los españoles en vez de apretarse el cinturón, se lo sueltan. Según un reciente estudio publicado por el Instituto Sondea para Herbalife, un 25% de los españoles ha afirmado que ha aumentado de peso desde que comenzó la crisis, lo que implica que la salud de un cuarto de la población se ha visto afectada. Carece de lógica engordar en tiempo de crisis, ya que el dinero destinado a llenar la cesta de la compra supuestamente es menor. Pero existen motivos que hacen que la alimentación de los ciudadanos haya sufrido cambios.

Durante los buenos años, la gente compraba alimentos de buena calidad, productos frescos y de primeras marcas; todo  esto, unido a unos buenos hábitos deportivos. Pero con la llegada de la crisis, estas sanas costumbres han desaparecido en buena medida: aumento de la comida pre-cocinada, de la bollería industrial, de los congelados, de los fritos y de la comida rápida para llevar. La razón: ahorrar dinero y tiempo.

Pedro Pineda Ferrer, médico estético, asegura haber notado «un aumento del número de pacientes nuevos que acuden a la consulta», aunque en los últimos 8 o 10 meses se ha producido una ralentización en el flujo de pacientes, lo que achaca a la crisis.

Alfonso Pérez (nombre figurado para preservar su intimidad) es un joven estudiante de tercero de Derecho en la Universidad de Zaragoza. Debido a la crisis, en septiembre empezó a trabajar en un bar, lo que implica una reducción de su tiempo libre. Con una escasez den margen entre las clases y el comienzo del trabajo, a penas tiene una hora para comer. Alfonso afirma: “Salgo de clase, voy a casa y como cualquier cosa pre-cocinada para ahorrar tiempo; y si no puedo llegar a casa, paro en cualquier establecimiento de comida rápida y como de camino al trabajo.” Desde entonces, ha notado que está más cansado y reconoce haber engordado unos kilos.

Las hamburguesas, las favoritas de la comida rápida. Joven comiendo una hamburguesa.
Las hamburguesas, las favoritas de la comida rápida.

 


Ante casos como este, Pineda Ferrer afirma que los motivos del incremento de la obesidad son que la gente no puede permitirse una buena alimentación. “Creo que, efectivamente, por un lado los hábitos nutricionales y de actividad física se han deteriorado en la últimas décadas. Es habitual la comida rápida, preparada y muy procesada por las industrias alimentarias, así como un modo de vida muy sedentario. Y, por otro lado, los modelos estéticos actuales empujan hacia una figura muy delgada, por lo que existe una contradicción flagrante entre ambas tendencias”, señala.

Los hábitos de alimentación han cambiado en estos últimos años. Según el médico: “En general, fruto de la incorporación de la mujer al mundo laboral, la alimentación se ha desplazado del hogar hacia la calle y de la elaboración casera de platos, hacia los platos preparados, congelados etc”. Además, indica que  para llevar una buena alimentación, no hace falta gastarse grandes cantidades de dinero: “Al contrario de lo que se pueda pensar, una buena alimentación es más barata que una mala. Una nutrición a base de verduras, frutas, legumbres, cereales/arroz/patatas (estos tres grupos con moderación, para evitar el sobrepeso) y  proteínas animales «baratas» (pescado azul, pollo, pavo, huevos) es barata.”

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