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Malta: más allá de Valeta (1/3)

El hablar de Malta en toda su plenitud necesitaría de libros y libros. Narrar solo el origen de La Valeta sería cerrar demasiado el objetivo. Presentar únicamente sus playas y su vida nocturna tendría cierto grado de obviedad. Malta cumple la máxima por la que lo mejor viene en frasco pequeño. A fin de cuentas, representa la esencia del Mediterráneo. A lo largo de tres semanas, Jorge Zorraquín repasará los lugares más curiosos del ‘Corazón del Mare Nostrum’. Hoy, analizamos La Valeta y la zona centro-oriental de la ciudad.

Para empezar, recomendaría buscar un alojamiento cercano a La Valeta. La capital actúa como nudo de comunicaciones, sobre todo en el caso del transporte público. Recomiendo vivamente la utilización de los autobuses, el coche puede ser un tanto ‘peligroso’. Para aclararnos, la conducción maltesa aúna la ‘agresividad’ de los italianos y el ir por la izquierda de los ingleses. Vestigios de su pasado aplicados al presente. En cuanto al tema de los autobuses, siento desilusionaros pero la flota se ha renovado y los típicos buses amarillos solo están en las tiendas de regalos.

Malta

Extensión: 320 km2.

Habitantes: 400.000

Sistema político: república

Entrada en Unión Europea: 2004

Idiomas oficiales. El inglés y el maltés son lenguas oficiales.

La Valeta y la zona Centro-oriental

La capital maltesa queda localizada en la parte centro-oriental de la isla principal y dentro de ella, en la pequeña península de Sciberras. Los motivos de su origen se sitúan en el siglo XVI, tras uno de los capítulos más recordados de la historia nacional de Malta: el Gran Sitio de 1565. El archipiélago, administrado en condición de feudo por la Orden de los Caballeros de San Juan, hizo frente al asedio del Imperio Otomano.

Tras superar el ataque musulmán, con esfuerzo y grandes pérdidas, los Caballeros instaron a varias potencias europeas a que contribuyeran a reconstruir Malta. Dicha orden consideró levantar una ciudad que sirviera en sí como un bastión contra futuras ofensivas: La Valeta. De este modo, el fuerte de San Telmo (ya construido con anterioridad) vio como en 1566 se comenzaron a construir las grandes murallas que hoy en día encorsetan a la ciudad principal del archipiélago.

Hoy, la capital maltesa es un hervidero de actividad. Sus poco más de 6.000 habitantes reciben la visita de un gran número de turistas dispuestos a escudriñar todos los rincones históricos de la ciudad. Si bien La Valeta es pequeña, necesita su tiempo para dejarse ver. Sus decenas de callejuelas son en su mayoría estrechas, algo que se agradece sobre todo en las largas y calurosas tardes veraniegas.

Claro, que esto es una generalización en toda regla. La Valeta también cuenta con dos arterias principales de las que parten el resto de vasos sanguíneos: la Calle de la República y la Calle de Mercaderes.

Perpendiculares a ellas, una decena de calles unen las dos zonas portuarias que rodean a la capital: el Gran Puerto y el Puerto de Marsamxett. Estas vías son un tesoro en sí mismas. Las casas, con sus pequeñas galerías coloreadas de madera o piedra que sobresalen de las fachadas, dan un toque peculiar a cada paso que damos.

La lista de ‘qué ver’ en La Valeta se puede hacer interminable y más contando que la ciudad fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Ante todo, una recomendación: informarse bien de los horarios de apertura de monumentos y edificios. Empezando desde el Fuerte de San Telmo, el Museo de Arqueología, el Palacio del Gran Maestre hasta llegar a la Concatedral de San Juan, la Biblioteca Nacional o la Catedral anglicana de San Pablo, nuestra caminata tendrá su recompensa en cada una de estas paradas. Mención aparte merecen los jardines, el de Barrakka con su batería de cañones ofrece sin dudas las mejores vistas del Gran Puerto de La Valeta. De este lugar, por cierto, parten varios cruceros con destino a otros puntos del Mediterráneo cuya estela deja paso a decenas de veleros, barcas y otras pequeñas embarcaciones.

Sliema y San Julián

Partiendo desde la Plaza del Tritón de La Valeta, en la que se localiza la terminal de autobuses, se puede tomar una de las rutas que se dirigen a Sliema y San Julián. Sin embargo, otra alternativa para ir a Sliema es cruzar el puerto de Marsamxett. En poco más de 5 minutos, tomando el ferri o el taxi acuático, podremos contemplar la típica foto-postal de La Valeta. Una ruta más amena que el autobús. Importante: al comprar los billetes del taxi acuático, preguntar por los descuentos existentes (por ser estudiante o por comprar juntos los billetes de ida y vuelta).

Una vez en Sliema, todo se parece, pero todo es distinto. Cientos de estudiantes van de un lado para otro, las terrazas de los bares y restaurantes del paseo marítimo están casi siempre a rebosar y se respira otro ambiente. Precisamente, desde los embarcaderos de Sliema parten excursiones diarias a distintos puntos del archipiélago (Comino, Gozo, el Gran Puerto). Si paseamos por este lugar, y aunque no busquemos información, seguramente acabaremos por encontrarla en forma de amable insistencia.

Si bien Sliema tiene un toque diferente, no se escapa de tener varios puntos comunes a toda Malta y que no se pueden pasar por alto: iglesias, fortificaciones y sus playas. En el caso de las viviendas, la piedra blanca y las coloridas galerías de madera abundan en las calles.

La línea costera de esta ciudad está dominada por las rocas y la tranquilidad, algo que borra el incordio que supone la arena y que ofrece otras posibilidades. Una de ellas es la práctica del submarinismo, alguna de las escuelas nos ayudará a dar nuestros primeros ‘pasos’ bajo el agua. Sin embargo, si buscamos playas de arena tendremos que desplazarnos hacia San Julián. Esta área, junto a Sliema, representa el otro tipo de turismo de Malta. Varias playas de arena (como las de Spinola o San Jorge), ensenadas (con decenas de embarcaciones), tiendas, bares y restaurantes son la nota dominante. La otra nota identificativa de San Julián es la zona de Paceville. En ella, la desaparición de la luz solar no marca el fin de la jornada…. sino todo lo contrario.

El norte, la arena

La zona norte de Malta posee una gran cantidad de playas de arena, algo que contrasta con el resto de la isla, que como ya hemos dicho, se funde con el mar por medio de la roca desnuda. Las bahías Dorada, Paraiso, de Mistra o de Mellieha son la muestra más representativa de esta nota discordante con el resto de la costa maltesa y quizá por ello sean los puntos más concurridos por los turistas y por los malteses para recibir los rayos del sol durante el verano.

Por supuesto, y dejando de lado las playas, los monumentos de esta zona también son numerosos e imprescindibles si se quiere realizar una visita completa (a saber: las iglesias y fortificaciones diseminadas por todo el territorio). Por otra parte, las localidades de Qawra o Mgarr conservan los vestigios de algunos de los primeros asentamientos del hombre en Malta (Templos de Bugibba o Ta’Hagrat).

Como curiosidad, cerca de Mellieha se encuentra el parque temático “Popeye Village”. Quizá esta definición no sea la más precisa. Este espacio fue construido expresamente como escenario para la película “Popeye”, a cuyo personaje principal interpretó Robin Williams. El parque tiene poco que ver y su relación de actividades es algo escasa, por lo tanto, es recomendable que su visita se incluya dentro de un itinerario más amplio.

Y la semana que viene….Mosta, Mdina y Dingli

Informa: Jorge Zorraquín

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