Enrique Alegre cuenta con casi diez años de experiencia como docente de enseñanza secundaria y bachillerato en el departamento de Historia. Además, se encuentra en formación constante y actualmente esta realizando un doctorado en Geografía. Durante el curso pasado, fue profesor en el Instituto de Educación Secundaria IES Pablo Serrano de Andorra, de forma que tuvo que adaptarse a la situación provocada por la pandemia e impartir clases de forma online. Es por ello por lo que conoce de primera mano cómo afecto a la salud mental de alumnos y docentes esta situación.
Por Cecilia Policart
Respecto a los últimos meses del curso pasado, ¿cómo llevó dar clases online?
Era una situación impensable y, ponernos en marcha de un día para otro fue complicado porque en el colegio no se había preparado nada. Hay quienes se lo tomaron bastante mal en el sentido de que se sentían «desnudos», no sabían qué herramientas utilizar. Yo había trabajado ya algo con alguna herramienta informática con los alumnos, Classroom, por ejemplo. Además, cada año me hago mis grupos de correo electrónico, de Gmail, porque para mi operativa es muy bueno. Yo me basé en eso. Como ya tenía ese tema avanzado reconduje toda la operativa de trabajo ahí.
A mis alumnos les advertí que nosotros teníamos clase a la misma hora que la teníamos todos los días. Utilizaba varias herramientas: Classroom para todo el tema de apuntes, trabajos y subir los temarios; y, además, utilizaba Hangouts porque me parecía muy dinámica, ya la conocía y me venía muy bien a la hora de dar clase online.
Sirvió para que muchos alumnos que iban bien se desmotivaran
¿Impartía todas las clases mediante Hangouts?
Tenía tres horas semanales de clase, las tres horas con cada grupo no las utilizaba, pero sí una vez a la semana. El resto de horas estaba atento al mail, les mandaba ejercicios, resolvía dudas, etc. Muchos de ellos también me llamaban fuera de tiempo para resolver alguna duda y yo les atendía por Hangouts sin ningún problema. Al principio adelanté explicación como si hubiera sido un curso normal, pero luego hubo una directriz del Gobierno de Aragón que, por ley, nos impendía avanzar, solo nos permitía hacer un refuerzo de lo que había antes. Entonces, era ilegal examinar de algo que no habías dado o valorar, siquiera, algo que habías tenido que dar nuevo porque en teoría no tendrías que haberlo dado.
¿De qué forma afectó a los alumnos esta directriz?
Solamente podías examinar de lo que habías dado antes, reforzar a los que habían suspendido alguna evaluación y, al resto, reforzar los puntos débiles que llevaran. Pero, adelantar materia, no. No les examinamos como tal, sino que hicimos una evaluación con el material que nos habían mandado, valoramos ese material, todas las entregas y bueno, corregir, puntuar y, con eso, se hicieron las evaluaciones. En definitiva, fue un tercio de curso perdido. Esa es la realidad. Sirvió para que muchos alumnos que iban bien se desmotivaran, porque ellos querían saber más y el sistema se lo impedía. Y, los alumnos de segundo de bachillerato lo llevaron con cierto estrés porque se iban a examinar de la EVAU.
Y en el curso 2020/2021, ¿cómo les afecta?
Este año se establecieron una serie de medidas de refuerzo, para reforzar lo que el año pasado no se dio, pero eso es imposible porque si ya los temarios están muy comprimidos para no poder acabarlos en un año, ahora, imagínate que tienes que dar un tercio más de materia que no diste el año pasado. Es imposible. Y, a nivel operativo, en determinados cursos sí que es interesante. Por ejemplo, en mi asignatura, Historia, los de segundo de la E.S.O. que dan Historia Medieval e Historia Moderna: si en primero no han dado las primeras civilizaciones, Grecia y, sobre todo, Roma, eso se queda muy cojo, con lo cual yo sí que lo he hecho, he hecho primero un gran repaso con los de segundo a todo eso.
Era ilegal examinar de algo que no habías dado
¿Tenía los medios necesarios para poder realizar las clases online?
Yo sí, pero había un problema que es común a muchos institutos. Los institutos grandes reciben alumnos de muchos pueblos. Donde yo estaba, en Andorra, el problema era que había muchísimos pueblos muy pequeñitos a los que no llegaba la conexión o que los alumnos tenían serias dificultades de acceso. En ese caso no les exigía esa conexión en Hangouts, pero, por lo menos, un correo electrónico para saber qué estaban haciendo. A ellos les flexibilizaba la entrega, los alumnos me tenían que entregar las actividades mediante Classroom, pero ellos me lo enviaban por correo con más flexibilidad en cuanto al día y hora de entrega. Además, no todos los profesores quisieron trabajar online, que, si hubiese sido así, hubiese habido problemas porque no había ordenadores ni cámaras. Sobre todo, cámaras. También había muchos alumnos que no tenían ordenador y, en ese sentido, la jefatura de estudios enseguida se puso en marcha y habilitó ordenadores del instituto que cedió en préstamo a los alumnos.
Dar clases y seguir la evolución de los alumnos de forma online, ¿le ha supuesto más trabajo que si hubiesen sido clases presenciales?
Sí, me supuso bastante más trabajo porque metodológicamente no es lo mismo. Tú pones 10 ejercicios y, en clase, tu puedes revisar que todos los ejercicios están hechos y decir «vale, ya tengo a todos», y el que no lo ha hecho, le pones un negativo o lo que sea. Y luego vas sacando alumnos a la pizarra para corregir y, en 20 minutos, tienes ya todo corregido. Pero si tienes que corregir 10 ejercicios a cada uno personalmente online te puedes ir a todo el día si quieres. Entonces, todos los profesores hemos trabajado mucho, al menos los que yo conozco. También habrá gente que habrá pasado de todo. Pero de los que yo conozco, todos nos hemos quejado de estar «pringados» a todas horas. Había días que me daban la una de la mañana y tenía alumnos que a las 10 de la noche me preguntaban, o sea que también los ha habido muy responsables. Al final, hubo que relajar un poco el ritmo porque había padres que se quejaban porque estábamos metiendo mucha caña.
¿De qué forma aumentó su carga de trabajo durante el confinamiento?
El hecho de estar en casa no significa estar relajado. Teníamos agotamiento mental, ansiedad, estrés. Antes de la clase yo me las preparaba, igual que cuando íbamos de forma presencial, y, luego tengo que corregir, y una vez que tenía todo corregido, tenía que empezar a mandar al alumno los comentarios. La tecnología está muy bien, pero para poder hacer una corrección primero tienes que descargarte el documento, tienes que pasar la foto, meterla en un Word, hacer un cuadro de texto, ponerle ahí los comentarios y todo eso individualmente, es mucho trabajo. Ha sido una situación estresante para todos, para algunos no, está claro. Para un porcentaje amplio de alumnos no.
Fue un tercio de curso perdido, esa es la realidad
¿Algún alumno recurrió a usted o a algún compañero porque le sobrepasaba la situación?
Sí, en algún caso pasó eso. Agobios, de que algún alumno me comentó que no llegaba y preguntarme si me podía presentar algún trabajo algún día más tarde, y sin ningún problema. Sobre todo, cuando han sido alumnos que han ido entregando todo. Todos los profesores hemos sido flexibles en ese sentido porque también hay que entender cuál era la situación para todos. Al principio no te dabas tanta cuenta, pero luego ya introdujimos algún otro elemento en la ecuación, como la situación personal de cada uno, porque evidentemente sabías de tu alumno, pero no sabías de su entorno, si alguno de sus padres había perdido el trabajo, si no les llegaba el dinero para pagar las facturas, etc. A través de los tutores nos acababan llegando noticias tipo «con Fulanito o Menganito tened un poco más cuidado porque están teniendo problemas en casa» y lo organizábamos de otra forma.
¿Ha sentido una mayor presión a la hora de dar clases online?
Sí, en ese sentido mucho más porque también es el estrés y la ansiedad de que no puedes controlar directamente al alumno porque cuando estás en clase dices: «Para pasado mañana estos ejercicios fijos», tú pasas por ellos y los controlas y ves quién ha hecho qué. Pero al estar en casa no. Te lo dan, pero tú no sabes si se lo han copiado o no, mil cosas que en una clase presencial no pasan. Y ese estrés de no poder controlar todo, pero no en un sentido enfermizo, sino simplemente porque llevas la inercia de la calidad de la educación y crees que eso es parte de la calidad. Si no puedes ejercerlo, la sensación es como si dejaras huérfano al alumno. No sabes si han terminado de captar la información, de entenderlo bien.
La sensación es como si dejaras huérfano al alumno
¿Le gusta dar clases online?
Ha sido una educación bastante personalizada, otra cosa es que la calidad de la enseñanza online sea más aceptada o no, yo prefiero la enseñanza presencial mil veces. Suplimos como pudimos lo que había, creo que podríamos haberlo hecho mejor, mejor para el alumno.
¿Cree que para un profesor dar clases online dificulta el cumplimiento de sus objetivos docentes?
A mi modo de ver, sí. No llega al objetivo completo que es la enseñanza. Para eso, la enseñanza presencial es insustituible. No te digo que la enseñanza presencial sea lo único, yo entiendo que lo informático, a distancia, te da una serie de herramientas que te pueden ser muy útiles y que se pueden combinar en clase perfectamente y se les saca mucho partido. Pero, estableciendo una enseñanza online exclusivamente, a mí no parece que se alcance el objetivo que busca la educación.
¿Cree que esta nueva situación puede provocar problemas mentales en alumnos o profesores?
Sí, ansiedad sí. Casi todos los profesores con los que yo tenía contacto diario, al final, cuando estábamos para acabar el curso, ibas muy cargado de trabajo y muy cargado de ansiedad por la inseguridad de pensar si les llega todo bien, de que no había control de si estaban haciendo las tareas. Por parte de los alumnos, por ejemplo, no tuve contacto con mis compañeros que daban a segundo de bachillerato, pero sé que en un porcentaje determinado de alumnos sí que causó ansiedad lógicamente en el sentido de no saber si se va a acabar el temario de cara a la EVAU, por ejemplo. Tiene que dar mucha ansiedad porque te estás jugando entrar a la carrera que quieres. Y, por parte de los profesores, incluso más porque es tu compromiso con el alumno, yo quiero presentarte a esa prueba en las mejores condiciones y si a última hora pasa algo así, te crea mucha ansiedad de cara a qué va ser de estos alumnos.
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