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Deportistas de élite a tiempo parcial

La actual crisis económica afecta a todos los estratos de la sociedad y el deporte no es un caso aislado. No todos los deportistas de élite conducen un Ferrari o tienen una casa en los lugares más caros. Algunos de los que aparecen todos los días en los medios de comunicación compaginan el deporte con otra profesión. Sin embargo, hay deportistas que lo hacen por devoción, como es el caso de Demetrio Lozano, jugador de balonmano del CDB Balonmano Aragón, o Carlos Clos Gómez, miembro del comité español de árbitros de fútbol en Primera División.

La experiencia les avala. Desde hace muchos años el deporte es su vida y han sabido prosperar en ese mundo. Lozano lo tenía claro. Desde niño, pese a que el balonmano no se considera un deporte mediático, comenzó a practicarlo mientras estudiaba. “Desde que empecé a jugar siempre he estado estudiando. En Barcelona empecé INEF, y cuando me fui a Alemania continué. Al fin y al cabo son dos horas al día lo que entrenamos y tenía mucho tiempo libre”, aclara Lozano.

El balonmano marca un antes y un después en su trayectoria deportiva y profesional. A sus 37 años, Lozano cuenta con un palmarés envidiable: un oro en el Campeonato de Túnez 2005, tres bronces olímpicos, y tres platas y un bronce en campeonatos europeos. Además, ha pasado por tres de los mejores equipos del mundo como son el FC Barcelona y Portland San Antonio, de la liga ASOBAL, y el Kiel alemán.

Después de un año en Zaragoza, el jugador ha decidido dedicarse también a la docencia. Apenas lleva un mes ejerciendo como profesor en la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad San Jorge, dentro del recién estrenado grado de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte: “He hecho cursos de la federación y he colaborado con diferentes universidades. El año pasado estuve en unas jornadas de deporte en la Universidad San Jorge y coincidió que empezaba el grado de Ciencias de la Actividad Física. Necesitaban un profesor de balonmano y confiaron en mi”.

http://youtu.be/ZigbLp200JE

Lozano cuenta con el título universitario de INEF, además de completar su formación con el máster MARCA de comunicación y prensa deportiva de la universidad CEU San Pablo en Madrid. Carente de experiencia como docente, afirma que su objetivo es formarse. “Me dijeron desde el principio que estaba como docente, sin experiencia, y que debía formarme, da igual quien sea y lo que haya ganado”, añade el jugador madrileño.

Otro caso es el del árbitro aragonés Carlos Clos Gómez que compaginaba su trabajo de gestor administrativo con el arbitraje. Su debut como árbitro de Primera División puso punto y final a su etapa como pluriempleado. El fútbol sala fue el pistoletazo de salida de una gran carrera. Comenzó a arbitrar a los quince años. Clos Gómez señala que sentía amor por el fútbol, y que, además, gracias a él ganaba dinero. Desde entonces ha combinado el deporte con su trabajo de gestor administrativo. “Trabajaba ocho horas diarias y prácticamente era imposible alternar el tema deportivo y el profesional”, afirma Clos. En 2006 con su debut en Primera División alega que se dedicó exclusivamente al arbitraje ya que cada partido conlleva tres días para un árbitro, además de que no tenía suficientes días de vacaciones. El fútbol para él es la prioridad, lo que a día de hoy le permite vivir de forma confortable.

La mayoría de los colegiados de Primera División comparten el mismo contexto que Clos Gómez. “Actualmente el 80% de árbitros se dedican exclusivamente al arbitraje, mientras que el 20% restante tiene un trabajo. En mi caso, decidí apostar por el arbitraje y aquí estoy”, aclara Clos Gómez.

El deporte como complemento

La cara B del deporte es la menos conocida. Gente que recibe patadas, marca goles, encesta canastas o hace acrobacias en bici se ve obligada a tener un trabajo bien remunerado para poder vivir. El fútbol, a pesar de ser el deporte rey, no está exento de esta situación.

Diana Millán, futbolista del Prainsa Zaragoza, supo desde un principio que el fútbol femenino no le iba a dar de comer. Pese a ello, y por el amor al deporte, lo sigue alternando con su trabajo. “Entrenamos tres días a la semana y el fin de semana lo tenemos ocupado en viajar o estar concentradas, por lo que tengo que hacer un gran esfuerzo para que me dé tiempo a dedicarme a la empresa que tengo dedicada a dar servicio en relación a actividades extraescolares en colegios, algo muy relacionado con mi carrera, INEF”, aclara la deportista.

Su caso es el mismo que el de casi todas las futbolistas españolas: “Hay muy pocas jugadoras que pueden vivir exclusivamente de esto de manera desahogada. Por poner ejemplos, se me ocurren dos, Verónica Boquete y Laura del Río, con la que coincidí en el Levante. Ahora ambas están en el extranjero, en Suecia y en Estados Unidos, donde el fútbol femenino goza de gran popularidad”, señala Millán.

Diana Millán, a sus 29 años, asume con naturalidad la conjunción de su situación de futbolista de Primera y faceta de empresaria, a la que le otorga más prioridad que al fútbol: “La trayectoria profesional es más importante porque si eres mujer de esto no puedes vivir y mucho menos ahora con la actual crisis económica. Practico el fútbol mucho más por amor al deporte que por el poco dinero que me puede reportar”.

Mismo caso que el de Millán es el de Rubén Crespo, único participante español en los Juegos Olímpicos de la Juventud de Singapur y campeón de España y de Aragón en diversas categorías. Crespo, ciclista en la especialidad BMX, tiene claro que, pese a ser uno de los mejores deportistas de Aragón, no puede dedicarse exclusivamente a su deporte. Su caso es el claro ejemplo de que, en ocasiones, es una obligación el tener otro trabajo, o estudiar para asegurarse un futuro: “Estoy haciendo ahora en el Grado Superior de Deportes, pues no creo que jamás me vaya a ser posible dedicarme exclusivamente a la BMX. No al menos en España, donde el nivel es muy bajo y aún hay mucho que mejorar. El año pasado ya estuve colaborando en la panadería de mis padres como repartidor”, señala el joven ciclista.

Sus ambiciosos objetivos y un palmarés que envidiaría cualquier deportista español no le eximen de hacer grandes sacrificios, como explica Crespo: “Tendría que entrenar mañana y tarde, pero como por las mañanas tengo que ir a clase, a partir de la tarde tengo que aprovechar cualquier tiempo libre que tenga para recuperar horas perdidas de entreno. Los fines de semana aprovecho para hacerlo, por lo que apenas puedo salir por ahí o tener hobbys. No obstante mi amor por el ciclismo hace que esto merezca la pena”.

Su próximo objetivo, los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro: “Estuve entrenando en Suiza de enero a mayo el año pasado, donde me pude dedicar en cuerpo y alma a la BMX, pero tengo muy claro que después del grado tendré que trabajar o estudiar INEF. Aun con el objetivo de llegar a ser olímpico, estaré compartiendo mi dedicación al deporte con otro trabajo”, aclara Crespo.

Informan: Carlos Ciria, Andrea Ramos, Manuel González y Luis Millán.

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