El Casco Histórico de la ciudad de Zaragoza recupera a los artesanos y, con ellos, revive. Iniciativas públicas y privadas se han ido instalando en los últimos años en este distrito, que en la antigüedad albergó innumerables oficios, algunos ya perdidos. El resultado está siendo notablemente positivo: los artesanos reconquistan su espacio y el Casco Histórico oxigena sus calles.
Durante siglos, la actual zona del Casco Histórico concentró a los diferentes gremios de artesanos. Por ejemplo, el barrio de las Tenerías -uno de los que conforman el distrito- recibe este nombre porque en él se encontraban los artesanos de las pieles. Documentos jurídicos de los siglos XVII, XVIII y XIX hablan del gremio de maestros carpinteros, de los zapateros y de los chapineros que estaban localizados en las Tenerías, en la Magdalena y en la Calle San Agustín.
Sin embargo en las últimas décadas del siglo XX, mientras la artesanía se dispersaba por otros barrios o desaparecía, en el Casco Histórico crecía la marginalidad. Los locales abandonados que antes habían sido talleres de artesanos se convirtieron en refugios perfectos para drogadictos, ya no se podía pasear con tranquilidad por sus calles estrechas y el distrito perdió su encanto.
En esta época de oscuridad pocos fueron los talleres que se mantuvieron. Uno de los que sobrevivió y que todavía se encuentra en el barrio de la Magdalena es la zapatería familiar Alpargatas Alfaro, con más de cien años de historia. Este establecimiento de origen riojano lleva más de 32 años diseñando y confeccionando a mano todo tipo de alpargatas. La casa diseña de septiembre a marzo los modelos que venden masivamente en los meses comprendidos entre abril y agosto. Luis Alfaro, gerente de la tienda, presume de ser la única casa española que elabora estas zapatillas con el diseño y tela que los clientes desean. Esta exclusividad ha provocado que reciban encargos desde Brasil, Japón e incluso México, aunque no se plantean el realizar grandes exportaciones por su carácter artesanal.
Ante la preocupante situación del distrito más tradicional de Zaragoza, el Ayuntamiento de la ciudad se puso manos a la obra y diseñó lo que se conoce como el Plan Integral del Casco Histórico (PICH). Una de las propuestas de este proyecto en relación con la desaparición del barrio artesano de la ciudad fue denominada “Locales Abiertos” que supondría una inversión de 350.000 euros y consistiría en adjudicar ocho locales de la Calle San Agustín y otros nueve locales de la Calle las Armas a diferentes artesanos por un plazo de diez años. Durante los cinco primeros años el alquiler de los locales estaría subvencionado: sus dueños tendrían que pagar desde un euro por metro cuadrado el primer año hasta seis euros por metro cuadrado el sexto año.
Para poder acceder a estos locales, los aspirantes debían de redactar un informe que recogiese la viabilidad económica y comercial del proyecto y la dinamización que supondría para el distrito. El proyecto se llevó a cabo y el resultado es “Sietespacios” que pronto cumplirá un año en la Magdalena con siete locales de diferentes artesanos: Modalena Showroom, el taller de restauración artística de Mariola Palacio, Griselda, La Cartonería, Gaitería Tremol, Se ha Hecho Trizas y Belula.
El primer local al entrar en la Calle San Agustín es doble y pertenece a Modalena. Los ocho locales que el Ayuntamiento de Zaragoza ofrecía terminaron en siete proyectos y Modalena fue el privilegiado que consiguió un espacio doble. Este original local es un showroom de diseñadores regentado por Ruth Martínez y Mónica López: la primera se encarga de la estampación personalizada y la segunda es la diseñadora de ropa, la que se encarga de los arreglos y de las confecciones. Además juntas hacen talleres y permiten a otros diseñadores exponer sus creaciones. Antes de la crisis cada una tenía su propia tienda y, cuando las dos cerraron, se conocieron a través de un colectivo al que ambas pertenecían, se asociaron y crearon la marca “Mala Mona”.
Ahora en Modalena todo lo que se puede encontrar es manufacturado, ellas hacen sus prototipos y diseñan cada patrón. Su valor añadido es que personalizan cada prenda, cada complemento. Compran los tejidos y fabrican todo en España, la calidad es buena ya que son prendas muy mimadas.
La mexicana Griselda Cárdenas y su marido son los propietarios de Griselda, una galería de escultura cerámica cuyo principal objetivo es mostrar la belleza del barro. Esta artesana y artista que comenzó su carrera en México como química farmacobióloga y lleva seis años trabajando con barro asegura: “Nuestro proyecto es invitar a diferentes artistas a la galería, no solo exponer lo que nosotros hacemos. También tenemos un taller que compartimos con aficionados, con artistas que no tengan un espacio donde trabajar o bien gente que nunca haya tocado el barro y que quiera aprender”.
La Cartonería fabrica y vende cuadros de papel y cartulina recortados, libros ilustrados y artesanía del cartón en general (banquetas, mesas, espejos y elementos de decoración). Su encargado, José Orna, confiesa que es un trabajo duro y muy lento por el que no se paga lo que cuesta su fabricación. Lamentablemente la artesanía del cartón no es un negocio que a día de hoy de para vivir. Este joven apasionado del cartón reconoce respecto a Sietespacios: “Nosotros somos unos privilegiados porque tenemos un escaparate, pero hay mucha gente haciendo artesanía debajo de una persiana y abrir esa persiana cuesta mucho dinero”.
Estantería de cartón, La Cartonería
Gaitería Tremol es un referente en instrumentos tradicionales aragoneses que regenta Nacho Martínez, un maestro que llegó a este mundo por casualidad hace doce años y que asegura haber encontrado su vida en las gaitas y las dulzainas: “No sabía que existieran estos instrumentos ni tenía conocimiento musical, pero supe que era lo mío. Ahora me veo fabricándolos y no me lo creo ni yo, he cumplido mi sueño con creces”. En Sietespacios este artesano ha encontrado una puerta hacia relaciones humanas con gente muy dispar y asegura sentirse satisfecho de su labor en la Magdalena: “Hago una serie de actividades para dinamizar el entorno, como talleres en la calle o visitas teatralizadas, a las que acuden grupos de 50 personas que nunca han estado en el barrio y tienen mala imagen de él. Los resultados son muy interesantes porque se sorprenden de lo diferente que es su concepción de la zona antes y después de las actividades”.
Todos los propietarios de los locales de Sietespacios coinciden en que el Casco Histórico es el lugar donde les corresponde estar como artesanos, el lugar donde nació la artesanía en la ciudad, donde comenzaron muchos de sus maestros. Además, todos están muy a gusto al relacionarse con los vecinos del distrito y entre ellos.
Aunque no solo el Ayuntamiento ha luchado por la regeneración del distrito, también lo han hecho mediante inversión propia otros artesanos. Una iniciativa privada muy interesante es El Cubo de las Artes que se encuentra en la Calle San Lorenzo del barrio de la Magdalena y se dedica fundamentalmente al grabado.
Este espacio empieza siendo la Asociación Caótica que se dedicaba principalmente a la moda. Con el tiempo terminaron siendo mayoría la gente que se dedicaba a las artes plásticas y de interpretación. Así surge la asociación La Colmena y dentro de ella El Cubo de las Artes cuya idea esencial es defender el concepto de arte social. Su dueño, Nemesio Mata explica: “Siempre se ha considerado que el grabado es una de las disciplinas artísticas más sociales y con más difusión social, ya que surge con esta función, a precios muy módicos; cualquier persona puede llegar a poseer una pieza”. Este artista lleva en el taller más de cinco años investigando y experimentando todo lo que tiene que ver con la gráfica no tóxica y difunde progresivamente su trabajo con las actividades que realiza dentro y fuera del taller, ya que los domingos coge su tórculo, al que él llama carro ambulante, y sale a la Calle San Felipe a hacer grabados intentando captar la atención de los ciudadanos.
Parece que la llegada de emprendedores creativos sumados a los artesanos que nunca se han rendido está suponiendo un lavado de cara para la zona más antigua de la ciudad. Los escaparates alegran a quienes pasean y todas estas iniciativas están dando luz al Casco Histórico.
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